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¡Levántate y anda!

¿Va Zapatero a hacer caso a la figura más importante del socialismo español o va a seguir remoloneando?

Día 13/06/2010 - 04.32h
¿ES Zapatero un cadáver político? El Zapatero que quería establecer un cordón sanitario en torno al PP, el que hablaba de brotes verdes y aseguraba que el gasto social no se tocaría, desde luego. Se suicidó al anunciar el ajuste más duro de la democracia. Y lo han enterrado el Papa, Berlusconi y Felipe González, tres personajes que él quería enterrar. Lo del Papa y Berlusconi no necesita explicarse. Lo de Felipe González, en cambio, merece una reflexión. ¿A qué fue FG a la fiesta-aniversario de los socialistas? Pues a recordar a su sucesor que su ajuste es bueno, pero necesita ser más duro; que progresismo no es hablar sólo de derechos, sino también de obligaciones; que para recibir un mejor salario hay que trabajar más; o sea, fue a decirle que se olvide del buenismo que viene practicando, y ponga al PSOE al nivel de los tiempos que corren, como él hizo cuando mandó a Marx a las bibliotecas, ingresó en la OTAN y aceptó la economía de mercado. Pues en otro caso, no ya el partido, sino España se va al garete. Y es que, desde que dejó la presidencia, FG sólo se codea con los más ricos y poderosos, y sabe cómo funciona al mundo.
Dos preguntas a ello. La primera: ¿Por qué ha tardado tanto tiempo FG en decir estas cosas a ZP? ¿Por qué ha dejado que la situación se deteriorase hasta este punto? Posiblemente, porque temía que no le hiciese caso, como no se lo hizo a nadie, y prefirió ahorrarse el sofocón. Ahora, no quedaba otro remedio.
La segunda pregunta: ¿va Zapatero a hacer caso a la figura más importante del socialismo español o va a seguir remoloneando, como acostumbra? La respuesta a esa pregunta la tendremos en la reforma laboral que nos presente. Será su prueba de fuego. Si es auténtica, esa reforma significará tirar por la borda cuanto ha dicho y hecho hasta ahora, dejar de ser el presidente de media España contra la otra media, renunciar no solo a sus convicciones, sino también a sus sentimientos, entonar el «adiós amigos, compañeros de mi vida», reconocer que se había equivocado de medio a medio. Algo que nunca se hace fácilmente, menos, con cincuenta años, sin capacidad de reinventarse. Ojo, pues, a esa reforma, no vaya ser que, queriendo contentar a todos, ZP no contente a nadie.
Pero si el cambio no es duro, profundo, radical, como se le pide, quien tendrá que ser cambiado es él, algo que, hoy, sólo puede hacer su partido. De momento, el partido le ha dicho que se levante de la tumba y se ponga a andar en dirección opuesta a la que venía siguiendo.
Será interesante contemplar el milagro. Si acontece, porque con ZP nada es seguro hasta que ocurre. E incluso tras ocurrir. Este hombre es capaz de mentir después de muerto.
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