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El recibo de la luz

Si es usted capaz de entender en todos sus epígrafes y detalles lo que, desde siempre, venimos llamando «el recibo de la luz», siéntase fuerte, único e imbatible

Día 11/06/2010 - 02.40h
Si es usted capaz de entender en todos sus epígrafes y detalles lo que, desde siempre, venimos llamando «el recibo de la luz», siéntase fuerte, único e imbatible. Lo esotérico no existe para usted e, incluso, sin estar instalado en el conocimiento de la Mecánica Cuántica, tiene capacidad suficiente para comprender conceptos tan herméticos como las teorías de Wolfgang Pauli: no puede haber dos fermiones con todos sus números cuánticos idénticos. Un juego de niños frente a la impenetrabilidad de las tarifas eléctricas y su facturación en España. Una consecuencia más de una privatización del negocio de la energía que no fue acompañada de su deseable liberalización y que, en flagrante abuso intervencionista, le permite al Gobierno manosear, según sus caprichos, los costes de producción y los precios de venta de las energías en general y de las eléctricas en particular.
Ahora, para no ser diferente de los productos y servicios que consumimos y pagamos, nos sube el precio de la electricidad que llega a nuestras casas. ¿Llegaremos algún día a pagar la electricidad a un precio justo? Es decir, a producirla del modo más económico posible, sin complejos estratégicos y falsas consideraciones ecológicas, y venderla con un razonable porcentaje de beneficio para el suministrador. Con la subida que se nos viene encima, pagamos la electricidad con un 25 por ciento de incremento sobre los precios de hace dos años y, aun así, el Estado acumula en su debe una creciente cuantía en el capítulo, tan ambiguo como enigmático, del «déficit de tarifa», un concepto enfermizo que incluye la subvención a un carbón nacional sin calorías, el incentivo a nuevas energías, diz que renovables, que, como la termosolar, no se justifica por su precio y todo un largo rosario-tapadera de viejos errores que se remontan a fechas anteriores a las constitucionales.
Forma parte del misterio energético una razonable duda: la actual malformación tarifaria de la electricidad, a la que hay que añadir el pintoresquismo de los sistemas de distribución y transporte, ¿es consecuencia de la torpeza sucesiva de los Gobiernos o convendría analizarla a través del prisma de los intereses escondidos y no siempre confesables?. Lo pregunto porque no lo sé; pero la experiencia —es decir, la costumbre de los errores— nos enseña que cuando las cosas van de mal en peor, lo contrario de la tendencia natural de los acontecimientos que es la de la mejora, debe aplicarse la V Ley de Baura: Lo que a la mayoría le parece inconveniente e inextricable se compensa por la existencia de una minoría anónima que lo considera benéfico y comprensible.
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