ABC «Mi tratamiento de cannabis no tiene que ver con fumarse un porro»
Suscríbete

«Mi tratamiento de cannabis no tiene que ver con fumarse un porro»

Pese a no estar regulado, unas 300.000 personas lo consumen con fines terapéuticos

Helena Cortés

A sus 46 años, Isabel lleva más de quince padeciendo dolores crónicos «de esos que te frenan la vida». «Tengo fibromialgia severa, artrosis degenerativa, cinco hernias discales que me han intervenido, encefalomielitis miálgica (síndrome de la fatiga crónica)... Todo se engloba dentro de lo que se llama sensibilización central. El dolor me molesta tanto que mi sistema nervioso lo intensifica o atenúa sin freno. El cannabis lo para. Con lo que otras personas sienten euforia, yo apenas percibo un poco menos de dolor».

Su tratamiento , defiende, «no tiene nada que ver con fumarse un porro». Ella, de hecho, toma cannabis en aceite o vaporizado. Aprendió a usarlo de forma terapéutica gracias los profesionales de la Asociación Dosemociones, con los que coincidió en 2017 durante el curso de paciente experto en enfermedades crónicas de la Universidad Rey Juan Carlos. La verdadera odisea para muchos enfermos, desesperados, es adquirirlo. «Todo es muy complicado, como de película de terror, porque sabes que lo necesitas y tienes que confiar en gente que no conoces. Yo lo compro en un dispensario donde conocen mi dolencia y lo pido a través de una web encriptada. Pero muchos acaban yendo al mercado negro», lamenta. El Observatorio Español de Cannabis Medicinal calcula que unas 300.000 personas lo consumen.

En el caso de Isabel, todos los especialistas que la tratan saben que consume, además de su medicación habitual, cannabis . «Me apoyan. A mí no me genera adicción. De hecho, me permitió dejar las benzodiacepinas», admite. Solo espera que la regulación para usos medicinales llegue pronto: «Es humano y necesario».

En los últimos meses, estos pacientes ven avances esperanzadores. En diciembre de 2020, la ONU reconoció que el cannabis tiene propiedades medicinales , lo que hará avanzar la investigación clínica. En España, el Congreso aprobó en junio la creación de una subcomisión que analice su uso médico. La AEMPS (Agencia Española del Medicamento y los Productos Sanitarios) ya tiene aprobados dos fármacos derivados de los cannabinoides: el Sativex, para pacientes con esclerosis múltiple, y el Epidiolex, orientado a tratar la epilepsia. Los pacientes oncológicos, por ejemplo, quedan fuera de estas indicaciones. «Es una situación absurda, porque no tenemos medicamentos aprobados para indicaciones más relevantes del cannabis», explica Manuel Guzmán, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid.

«Se han generado unas expectativas muy altas, pero la investigación científica y clínica de los cannabinoides está aún en sus inicios. Aunque a nivel básico, en ratones, se ve que funciona para tratar el dolor, a nivel clínico los resultados son poco concluyentes. Se puede usar para el dolor neuropático crónico, pero una vez agotadas otras vías. Para otros, como el dolor oncológico o visceral, faltan estudios», explica Jesús de Santiago Moraga, coordinador del grupo de interés de la Sociedad Española del Dolor (SED). «Con todo, nuestra organización está a favor de que se regule el uso terapeútico del cannabis. Para nosotros supondría contar con una herramienta más y abriría también un nuevo grupo farmacológico que podría ser potencialmente útil».

«Es una droga»

Eso sí, advierte este médico, no se puede obviar que el cannabis «es una droga». «No hay que demonizar el cannabis ni considerarlo una poción mágica. Tiene sus propiedades y también sus efectos secundarios», recuerda Guzmán. «Sabemos que el cannabis consumido de forma crónica puede provocar deterioro cognitivo, pérdida de atención y memoria, así como dificultades a la hora de tomar decisiones. Ademas, hay pacientes susceptibles de tener eventos psicóticos. Es especialmente dañino para los más jóvenes, cuyo cerebro está en desarrollo», explica De Santiago.

Aquellos que se oponen a su regulación medicinal temen que se acabe banalizando su consumo. «Pero regular es controlar, no liberalizar», insiste Guzmán. El cannabis, según el último informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, es la sustancia ilegal más consumida (37,5 por ciento), por detrás del alcohol (93 por ciento) y el tabaco (70 por ciento) Tras la cocaína, es la droga ilegal que más admisiones a tratamiento genera: un 28,4 por ciento.