El trabajo de exorcista: la peligrosa tarea de los que combaten al demonio
Los exorcistas de la Iglesia católica son sacerdotes entregados a una tarea prudente, sin espectáculo y delicada, que conlleva riesgos y para la que hay que recibir una preparación especial a través de cursos y manuales
Las páginas del Evangelio en las que Jesús expulsa demonios continúan repitiéndose hoy, de modo discreto, a cargo de los exorcistas autorizados por su respectivo obispo , que actúan siempre con gran prudencia y sin espectáculo. Es una tarea seria -y a veces peligrosa para el sacerdote-, que solo se lleva a cabo después de descartar que se trate de meras anomalías psiquiátricas -esquizofrenia, histeria, paranoia, etc.- cuya cura corresponde siempre a los médicos.
El Vaticano actualizó en 1999 el antiguo Ritual de Exorcismos, que permanecía sin cambios desde 1614 y conservaba, entre otras, fórmulas de los primeros siglos del cristianismo. En la presentación, el cardenal Jorge Medina Estévez, prefecto de la Congregación del Culto Divino, hizo hincapié en que «el exorcismo se orienta a liberar de la influencia diabólica mediante la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a la Iglesia».
Al mismo tiempo subrayó que «muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo las psíquicas, cuyo tratamiento corresponde a los médicos. Antes de realizar un exorcismo es muy importante asegurarse de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad».
Influencia diabólica
Junto con el ritual ‘De Exorcismis’, de unas 90 páginas, el segundo documento de referencia son las ‘Líneas Guía para el Ministerio de los Exorcismos’, publicadas en 2020.
Se trata de un manual de la Asociación Internacional de Exorcistas pero cuya autoridad es muy superior, pues fue revisado por la Congregación del Clero -responsable de la materia-, la del Culto Divino y la de la Doctrina de la Fe. Aunque se trata deliberadamente de un texto ‘oficioso’, su magisterio lo realza un prólogo del vicario del Papa para la Diócesis de Roma, Angelo De Donatis.
Si el Ritual de Exorcismos aconseja tomar todas las precauciones clínicas, acudiendo al psiquiatra o al psicólogo antes que al exorcista, el manual identifica los distintos niveles de influencia diabólica, que van desde la infestación, típicamente de casa o lugares, hasta la vejación, y la obsesión o posesión diabólica en el caso de las personas. Cuando se da la posesión, el demonio puede dominar el cuerpo de una persona pero no su alma.
Los ritos y oraciones, tanto del exorcismo público como del privado, deben llevarse a cabo con precisión y una total humildad, pues se trata de una acción de la Iglesia en un terreno no solo delicado sino incluso peligroso, también para el exorcista .
Oraciones y acciones
El manual señala incluso los requisitos y el modo de actuar de los ayudantes en el exorcismo, necesarios sobre todo cuando la resistencia del diablo se manifiesta en conductas violentas o fuerzas sobrehumanas.
El Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, dirigido por los Legionarios de Cristo, ha organizado numerosos cursos para los exorcistas, que aprenden a realizar el rito cuidando cada una de las oraciones -la señal de la cruz, la palabra de Dios, las letanías de los santos- y las acciones -como la aspersión de agua bendita, la imposición de manos, por ejemplo-, hasta llegar a la bendición final.
En marzo de 2017, durante un discurso a los sacerdotes participantes en el curso sobre asuntos de conciencia, Francisco les invitó a pedir «el don» de discernir la entidad de cada problema. Sobre todo ante casos de «trastornos espirituales, cuya naturaleza debe ser examinada con discernimiento atento, teniendo en cuenta todas las circunstancias existenciales, eclesiales, naturales y sobrenaturales».
Si están seguros que se trata de posesión diabólica, el consejo del Papa fue claro: «No duden en contactar a las personas que se encargan en la diócesis de ese ministerio necesario y delicado, es decir, a los exorcistas. Pero estos deben ser escogidos con mucho cuidado y mucha prudencia».
Como la formación de un buen exorcista es laboriosa, el Vaticano invita a los obispos que los tengan a compartir ese servicio con las diócesis menos dotadas de ese recurso. Pero, sobre todo, recuerda que la actuación principal del diablo no es el dominio espectacular de algunas personas, sino la tentación de la gran mayoría hacia los pecados de soberbia, ira, violencia, egoísmo, etc. La presencia normal del demonio, que se considera el ‘padre de la mentira’, se manifiesta en el engaño y la confusión.