-P ¿Es difícil hacer reir?
-R Es toda una responsabilidad, la gente paga para divertirse y el actor está “obligado” a estar a la altura de las circunstancias y hacer que el público salga contento, que se lo pasen bien. El teatro cómico está mucho menos valorado a nivel social que el dramático, pero también exige mucho trabajo y es complicado hacerlo bien y mantenerse en el tiempo.

-P Cuénteme una anécdota
-R Un día a la salida de una actuación en Salamanca había un grupo de jóvenes bebiendo en la calle frente al teatro. Crucé la acera y uno se chocó conmigo, se me quedó mirando, puso cara extraña y cuando se alejaba oí que le comentaba a su amigo “voy tan borracho que me ha parecido ver a Quique Camoiras”. Me sorprendió mucho que alguien tan joven me conociera, me agradó y la situación fue muy graciosa.