Su Grecia natal

El regreso, una Grecia entre dos siglos


Doña Sofía sube en burro a la acrópolis y fortaleza de 
Lindos, en Rodas, durante su primera visista como Reina 
de España a esta isla en mayo de 2008
Doña Sofía sube en burro a la acrópolis y fortaleza de
Lindos, en Rodas, durante su primera visista como Reina
de España a esta isla en mayo de 2008

La Reina ha vuelto siempre que ha podido a Grecia, donde ha redescubierto con emoción los lugares en los que creció, y ha visitado con incansable curiosidad las raíces de tan antigua civilización

BEGOÑA CASTIELLA

Tras su boda en 1962 la Princesa Sofía —pronto convertida en Princesa  de España—  siguió visitando con frecuencia su país de origen. Acompañó a su padre, el Rey Pablo, durante su enfermedad, y a su madre al enviudar en marzo de 1964. Con el nacimiento de las Infantas, viajó con ellas a visitar a la Reina Federica quien, tras la coronación de su hijo Constantino, regresó al Palacio de Psijicó. Justamente allí se encontraba la Princesa Sofía con ocasión del cumpleaños de la Reina Federica, un 18 de abril de 1967, cuando ocurrió el golpe de Estado el 21 de abril. De cómo transcurrieron aquellos días habló la Princesa Irene en el programa de televisión «Protagonistas». Estaban las tres junto a las Infantas en Psijicó, cuando les llegó el aviso de que algo ocurría  y, por si había dudas, enseguida encontraron el jardín rodeado de soldados... Doña Sofía regresó a Madrid en cuanto se reabrió el aeropuerto de Atenas. Pero la familia no tardaría en descubrir la delicada situación en la que se encontraba. Ante los ojos de la sociedad griega, el Rey Constantino se presentaba como quien «legalizó» con su firma a la Junta Militar. Ocho meses después intentó un contragolpe que fracasó y se vio obligado a tomar el camino del exilio con su familia. Primero en Roma, y después en Londres. Antes de aquella partida, no obstante, la Princesa Sofía aún tendría ocasión de regresar a Grecia para asistir al bautizo del Príncipe Pablo, segundo de los  hijos de los Reyes Constantino y  Ana María, nacido en Tatoi el 20 de mayo.

Doña Sofía ya no volvería a pisar tierra griega hasta su viaje oficial de mayo de 1998, si exceptuamos unas escasas y dolorosas horas en 1981 en las que asistió al entierro de su madre, la Reina Federica, quien había fallecido el 6 de febrero en Madrid. Doña Sofía viajó en avión a Atenas junto al féretro en compañía de sus hermanos e hijos. El Rey se trasladó en otro avión de la Armada, al tiempo que el Conde de Barcelona lo hacía en un tercer aparato junto a otros parientes. Las autoridades griegas del momento, siempre temerosas de que la llegada del Rey Constantino ocasionara problemas, le habían concedido el derecho de permanecer tan sólo hasta el anochecer en territorio heleno. Durante el entierro la Reina lloraba desconsolada, con el rostro escondido tras un velo negro, sosteniéndose en todo momento de la mano de su hijo Felipe, y con Don Juan Carlos siempre a su lado.

Tras varios intentos fallidos de cursar un viaje oficial a Grecia —éste era el único país europeo que los Reyes aún no habían visitado— finalmente éste pudo llevarse a cabo en mayo de 1998. La Reina parecía haber dejado atrás la tristeza y problemas que acompañaron anteriores estancias en su país de origen. Guapísima y sonriente llegó al Palacio Presidencial junto al Rey. Y mientras les presentaban armas la Guarda presidencial, vestida con su tradicional falda blanca plisada y zuecos con pompones, quienes la contemplamos ese día nos dimos cuenta de cómo se le agolpaban los recuerdos en aquellos momentos de emoción. Más tarde, el entonces  presidente de la República, Costis Stefanopulos, me comentó que durante la visita la Reina le señaló la gran escalera que conduce a los despachos (que eran antes las habitaciones privadas de la Familia Real) y, dejando escapar la risa, le comentó: «Por esa escalera bajábamos deslizándonos por la barandilla».

Olimpia
Aquella era la Grecia oficial, pero pronto la Reina tuvo también ocasión de familiarizarse con la otra Grecia, a pie de calle, humana, monumental y cargada de historia. Artemis Scumburdis, guía y escritora griega que acompañó a los Reyes durante su visita, recuerda el gran interés de Doña Sofía por cuanto veía y admiraba. Primero en Atenas, y a continuación en Olimpia, uno de los principales santuarios de la antigua Hélade, ciudad famosa por celebrarse en ella los primeros Juegos Olímpicos, por su estadio y por cuanto queda del antiguo esplendor de sus viejos templos. En Olimpia los Reyes visitaron la Academia, y pasearon por el enclave arqueológico y el Museo, donde Doña Sofía no dejó ni una sala sin recorrer. «Estaba muy contenta  y todo le interesaba. Hasta las salas prehistóricas. Me contó lo mucho que le gustaba la arqueología y cómo hizo excavaciones con su hermana y su profesora en Tatoi».

Tesalónica
Una vez concluido el recorrido oficial del viaje, los Reyes  se trasladaron a Tesalónica, capital de la región de Macedonia y uno de los más importantes puertos del Egeo. Tras acudir a un acto de homenaje a la comunidad sefardí y recordara el Holocausto, visitaron la Catedral y la Iglesia de Santa Sofía, rodeada de jardines y poseedora de bellos mosaicos. Acudieron también a Vergina, donde se había encontrado la tumba que se cree fue de Filipos de Macedonia, padre de Alejandro Magno. En Tesalónica la Reina no podía por menos que evocar los años de su infancia, cuando toda la Familia Real se desplazaba allí para asistir a las fiestas de San Dimitris, patrón de la ciudad. Antes de partir, la comitiva almorzó al borde del mar, en el restaurante Miami —en Nea Krini— especializado en pescado. Isy Revah, entonces cónsul honorario, recuerda a la Reina de lo más contenta, exultante.

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