El efecto Hollande se diluye
La crisis puede con todo. También con el efecto de la llegada de François Hollande al Elíseo. El presidente francés, gran esperanza blanca de la izquierda europea, vio desplomarse su popularidad a medida que incrementaba la presión fiscal y se reducía la confianza en la economía. Mientras, su heterodoxo ministro de Interior, Manuel Valls, capitalizó su imagen de duro frente a la inmigración irregular y se convirtió en el político más valorado en unas encuestas que reflejaban además un repunte de la extrema derecha. En su segundo año de mandato, Hollande no ha conseguido atajar ninguno de los problemas que heredó ni se ha convertido en la UE en el contrapeso al poder de Angela Merkel con el que algunos soñaban.
