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Sánchez dimite tras el día más bronco en el PSOESábado, 1 de octubre de 2016 a las 23:08:12

Sánchez dimite tras el día más bronco en el PSOE
LA NOTICIA

La fuerte división en el PSOE acaba con el mandato de Sánchez

Pedró Sánchez ha dimitido como secretario general del PSOE tras perder una votación del Comité Federal a mano alzada por 132 votos en contra y 107 a favor, sobre la celebración de primarias y un Congreso Extraordinario. Minutos antes Sánchez había asegurado que en caso de que perdiera, dimitiría. En una intervención tras la votación perdida, el ex secretario general ha tomado la palabra para apelar a la unidad y explicar sus decisiones, según fuentes socialistas. «Siempre he creído que el PSOE tenía que dar una alternativa, desgraciadamente en la pasada legislatura no fue posible», explicaba a puerta cerrada a los asistentes al cónclave. Horas después, el Comité Federal del PSOE ha nombrado una gestora, presidida por el actual presidente de Asturias, Javier Fernández, para que se haga cargo del partido hasta la celebración de un Congreso Extraordinario. La jornada en Ferraz ha sido frenética. Durante todo el día, el bando contrario a Sánchez no ha reconocido la legitimidad del secretario general y ha reclamado votar la constitución de una gestora. Tras más de cinco horas de parálisis por las evidentes discrepancias entre ambos bandos, fue a primera hora de la tarde cuando los críticos llegaron a un acuerdo con la Ejecutiva «en funciones» para que se sometiera a votación el plan de Sánchez. Sin embargo, no aceptaron que fuera secreta, como decidió la mesa del Comité, con mayoría «sanchista». Esto hizo estallar la tensión en las últimas horas y los críticos paralizaron la votación entre gritos de «pucherazo» y «sinvergüenzas». Acto seguido, lograron recoger al menos 129 firmas, suficientes para presentar una moción de censura contra el secretario general. Sin embargo, la Mesa del Comité Federal rechazó someterla a votación. Sánchez decidió entonces celebrar la votación a mano alzada para la celebración del congreso exprés, que acabó precipitando la caída del ya ex secretario general del PSOE.

REPERCUSIÓN

Sánchez se ha mostrado tranquilo tras su comparecencia ante los medios después de presentar su dimisión ante el Comité Federal. El ya exlíder socialista ha hecho hincapié, con tono sereno, en que el debate y la crisis internas en el partido, y el cuestionamiento de su liderazgo, le han reafirmado estos días en su propuesta de que «la militancia debía tener la voz», y por ello, así se lo trasladó al resto de dirigentes socialistas. «Yo he defendido celebrar el Congreso, votar "no" a Mariano Rajoy e intentar formar un Gobierno alternativo. El resultado ha sido adverso, y, en consecuencia, como avisé, yo no podía administrar una decisión que no compartía». Además, ha afirmado que la gestora que se cree tras la decisión, que «sale de un debate legítimo», contará con «su apoyo leal». Esto es un guiño a las declaraciones en el Congreso del PSOE andaluz de Susana Díaz, que afirmó que había que «coser» la formación. Así, Sánchez ha asegurado que todos los militantes, o aquellos que no lo sean (a ellos se ha referido como «socialistas de corazón tengan o no carné»), deben sentirse orgullosos del partido. «Hoy más que nunca hay que estar orgulloso de militar en el Partido Socialista», ha asegurado.

LA OPINIÓN DE ABC

Sánchez dimite pero deja roto al PSOE

La dimisión de Pedro Sánchez, sugerida el viernes y formalizada el sábado por la noche, llega tarde y deja a su partido roto y sin fuerza, herido por divisiones internas que tardarán en suturar y privado de fuerza política para plantear hoy por hoy un proyecto para España y para la izquierda. La votación en el Comité Federal sobre la convocatoria de un congreso extraordinario ha sido, en realidad, una moción de censura sobrevenida del sector crítico, desatada tras el intento torpe de los partidarios de Sánchez de llevar a cabo esa votación en una urna escondida, sin control de papeletas y a la medida de sus seguidores. Este amago de pucherazo, que incluso algunos dirigentes oficialistas reprocharon a Sánchez, fue el detonante del asalto final del sector crítico. Sánchez dio hasta el final de su mandato la medida de su obsesión por aferrarse a un cargo del que ya estaba deslegitimado por el resultado de las urnas. Por su parte, los ahora críticos de Sánchez también tienen su parte de culpa en esta crisis, a la que han ayudado al consentir con su silencio y sus amagos un estrategia que ha acabado matando políticamente al PSOE. Hoy, el PSOE es un partido sin vida, víctima del frentismo que inoculó Zapatero y que Sánchez ha cultivado con esmero. Su único mensaje ha sido el de la obsesión contra el PP, con el que pretendía unir visceralmente a la izquierda. Y ahí el PSOE ha de asumir la responsabilidad histórica de haber desarrollado una política incívica de deslegitimación de la derecha democrática española, método de aniquilación del adversario que, por regates del destino, ha acabado instalado en el seno del PSOE.

El PSOE está muy achacoso

Luis Ventoso Por Luis Ventoso

Hicieron bien Berlanga y Azcona, los reyes de la comedia española, en hacer mutis rumbo al cielo hace unos años. Hoy sus vitriólicos astracanes, el mejor retrato junto con Valle-Inclán de nuestro carácter polvorilla, serían bagatelas ante la tragicomedia del PSOE. La sesión continua de este sábado convierte una convención de un partido iraquí en un recital de orden. Lo que ha organizado el admirable Sánchez en su adiós ha oscilado entre un frenopático y una pesadilla de Kafka. Hubo instantes en que parecía que Alfredo Landa, José Luis López Vázquez y Gracita Morales iban a salir discutiendo por la puerta de Ferraz. Cayó al fin el empecinado, el egotista que pretendió imponer su inmenso ombligo al dictado democrático de las urnas. Sánchez fue una calamidad. Cierto. Pero su necesaria desaparición no basta para arreglar la hondísima crisis del PSOE, un partido muy achacoso, que desde los años ochenta ha perdido la mitad de sus votos. Su referente moral, Felipe, dejó el poder hace 20 años para dedicarse -legítimamente- a ganar dinero, no siempre en las más socialistas compañías. Cuando abandonó la Moncloa el teléfono móvil estaba en pañales. Ha llovido mucho. Sus sonoros silencios durante las felonías de Zapatero contra la unidad de España restan bastante crédito a sus actuales filípicas. Mucho peor ejemplo supone el propio Zapatero, que concita una rara unanimidad: el peor presidente de nuestra democracia. En cuanto a Susana Díaz, que hace dos años ejerció encantada de madrina de Sánchez, lógicamente es mejor que él y más patriota (no es difícil). Pero el reto de refundar el PSOE es tan inmenso que tal vez le quede largo. Le falta formación, ideas económicas y, según ha demostrado en esta crisis, hasta un pelín de agallas. ¿La ven ganándole las elecciones a Feijoo en tres años? Entre todas las majaderías que ha dicho Sánchez, en algo tenía razón: el PSOE debe elegir si quiere ser un partido antisistema, una suerte de Podemos, pero centenario y con corbatita estrecha; o una formación socialdemócrata, patriótica y con los pies económicos en el suelo. Los grandes graneros electorales están en el centro. El problema del PSOE es que ese centro ya está ocupado. Lo que voy a decir no es una boutade, estoy convencido: la política socialdemócrata clásica, mantener un correcto Estado del bienestar, es lo que ya está haciendo Rajoy, quien para nada es un liberal, sino más bien un amante del Estado protector y el peso de la función pública, de la que él mismo forma parte, como casi todo su Gobierno. Las habas son contadas. No dan para más ayudas sociales (más bien al revés, Bruselas ordenará recortar). Si el PSOE volviese al poder, realidad impepinable es que tendría que hacer unas políticas clónicas a las del PP. Además, tiene pendiente curarse de su filonacionalismo, un cáncer en la urnas y para España. Sus filiales de Cataluña y Baleares son abiertamente nacionalistas y las de Galicia y el País Vasco se pliegan acomplejadas. Corregir esa deriva requerirá cirugía dura y mucho patriotismo. Sánchez era como querer ganar las 24 horas de Le Mans con Stevie Wonder al volante. Pero libres de la pesadilla en la cocina, les queda todavía el largo y tortuoso camino.