Cooperación civil y militar en Afganistán: una inversión de 590.973 euros al día durante 19 años de misión
Situado a 8.000 kilómetros, el país donde ahora rigen los talibanes fue destino de ayuda exterior española por un importe de 526,28 millones de euros. A estos habría que sumar el gasto aproximado de más de 7.000 días de despliegue militar: unos 3.600 millones
Afganistán no solo fueron patrullas militares , explosivos improvisados, vuelos de inteligencia con drones o convoyes de seguridad. Afganistán no solo fue la guerra, también fue reconstrucción. Y fue en este segundo capítulo donde este país asiático profundizó en la colaboración entre civiles y militares, entre la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y los contingentes que tuvieron como base la ciudad de Qala i Now, en Badghis.
Fue en esa provincia del noroeste afgano, una de las más pobres de Afganistán, en la cual se instaló la misión del Aecid, liderando España el denominado Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) de 2005 a 2013. El modelo español, a diferencia del de otros países que optaron por un PRT exclusivamente militar, fue un modelo en el que trabajaran conjuntamente los contingentes civil y militar.
El primero se encargaba, a través de proyectos concretos, de la reconstrucción y desarrollo de la provincia; del fortalecimiento institucional y gobernabilidad democrática ; y de la ayuda humanitaria. El contingente militar (Aspfor, de «Afghanistan Spanish Force) tenía como misión la seguridad en la provincia, capacitar y apadrinar a las Fuerzas de Seguridad afganas, y proporcionar seguridad al equipo civil de la Aecid, con el que constituyó un binomio llamado a entenderse.
Proyectos de potabilización de agua, huertos y granjas de pollos para mujeres o sustitución del opio por cultivos legales fueron algunos de los proyectos concretos que desarrolló la Aecid. En sus misiones de seguridad, los militares españoles también se fajaron en proporcionar las condiciones necesarias para construir el vital camino de la «Ring Road», fundamental para comunicar esta provincia que limitaba con Herat, tercera ciudad de Afganistán.
¿Mereció la pena?
«España superó ampliamente los importes comprometidos en diversos foros internacionales, habiendo llegado a un importe de Ayuda Oficial al Desarrollo total neta para el periodo 2001 a 2014 de 526,28 millones de euros», informan desde la Aecid. Los ejes principales de acción eran siete sectores de trabajo: infraestructura, agua y saneamiento, género, agricultura, salud, educación y gobernabilidad.
Ignacio Álvaro fue coordinador de la AECID en Qala i Now entre 2007 y 2010. ¿Mereció la pena?, le preguntamos tras constatar que apenas siete años después todo parece haberse diluido como un azucarillo. «Claro que mereció la pena. Los logros fueron reales durante el tiempo que estuvimos en la provincia de Badghis. Hubo un mayor desarrollo de infraestructuras, de la mujer, de la alfabetización, del acceso de las jóvenes a la universidad. Hay que tener en cuenta que reconstruir un país de cero es muy difícil. Partíamos de una crisis social y todo ello en un país sin Gobierno», explica.
Entre 2005 y 2013 la Aecid se enfrentó a numerosas dificultades para poder desarrollar su actividad en un entorno complejo y conflictivo: progresivo deterioro de la situación de seguridad, gran escasez de personal, limitadas condiciones de vida, y ausencia de capacidades y recursos locales.
«El componente civil dependía en sus traslados y movilidad para desarrollar su trabajo del contingente militar que proveía las escoltas. Como consecuencia de la estricta normativa de movilidad, estas fueron requiriendo con el tiempo un mayor número de efectivos militares, lo que unido al empeoramiento de la seguridad, supuso una reducción de apoyos por parte del contingente militar», recuerda el excoordinador de Aecid en Badghis.
Fue ahí donde surgió la simbiosis perfecta entre cooperación exterior y seguridad. Los militares también tenían, además de sus grandes misiones, proyectos propios que fueron calando en la población de Badghis como la creación del orfanato «Sargento Juan Antonio Abril Sánchez», en honor a uno de los militares fallecidos.
Allí, unas niñas inocentes y risueñas –también desconfiadas– recibían al periodista occidental de turno con una lección de abecedario, sumas y restas o un simple juego al salto de comba. Eran los tiempos de la doctrina de «ganar corazones y mentes» para congraciarse con la población local. Una línea de acción que en el ámbito militar dio paso a las acciones Cimic (’Civil Military Cooperation’).
Al dato de los 526,28 millones en ayuda exterior, hay que sumarle el del gran esfuerzo económico de mantener un despliegue militar continuado y sin precedentes a 8.000 kilómetros de España. En total, y según cálculos de gasto de misiones anuales en el exterior, el Ministerio de Defensa destinó aproximadamente 3.638 millones de euros desde 2002. Lo que sumado a la cifra de ayuda exterior ofrece una inversión de unos 4.164 millones de euros.
7.046 días de despliegue
Desde el 26 de enero de 2002 hasta el pasado 13 de mayo, fecha de llegada de los últimos 24 militares destinados en Kabul, transcurrieron 7.046 días. Por lo que el gasto total entre ayuda exterior y despliegue militar ascendería a 590.973 euros.
A esta cifra habrá que sumar los gastos del nuevo despliegue de 110 militares, con sus vuelos, para trasladar a España al personal español de la Embajada y afganos que colaboraron con las Fuerzas Armadas españolas, Aecid, ONG o la propia Embajada, entre otros organismos.
Por cierto, Afganistán dejó de ser país prioritario para la cooperación española en el último Plan Director 2013-2016, «y no hay ninguna previsión de emprender nuevos proyectos de cooperación para desarrollo en el país».
Es la historia de una misión imposible donde militares y civiles se fajaron, hombro con hombro, para evitar que Afganistán fuera gobernada de nuevo por los talibanes. Desgraciadamente, lo inevitable llegó mucho antes de lo que nadie se esperaba.