¿Qué títulos de narrativa proponen nuestros críticos?
Desde el ciclo 'estacional' de Ali Smith hasta lo último de David Trueba, pasando por la espléndida decadencia de Europa
Suspense que corta la respiración
'Los extraños'. Jon Bilbao. Impedimenta, 2021. 132 páginas. 17,25 euros
Jon Bilbao está demostrando libro a libro ser uno de los escritores jóvenes que mejor saben contar una historia. La particularidad del libro que les recomiendo, ‘Los extraños’, es que está lleno de suspense, pero no viene vinculado a una trama llena de peripecias, sino a la medición precisa de una tensión vivida en un dominio familiar, una casona en Ribadesella, con la historia de una joven pareja en unos días de lluviosa primavera. Los lectores pensaran, nada más conocer la trama, en el famoso cuento ‘Casa tomada’ de Cortázar, pues la novela corta de Jon Bilbao narra la llegada de alguien que se dice primo segundo del dueño y que junto a una enigmática acompañante se van adueñando de la casa.
Todo va sucediendo sin apenas estridencia, el lector se ve atrapado por una intriga llena de situaciones extrañas. No es común que una novela logre lo mejor del genero cuento, esto es, la entrega a una economía de medios expresiva en la que el hurto de la información precisa no actúa como déficit, sino como ganancia. Jon Bilbao logra que cada lector tenga que poner mucho de su parte en la interpretación de lo que pasa, y especialmente de lo que hay detrás de esta historia, anclada quizá en el pasado familiar. Como le ocurre a los buenos cuentos, el lector no necesita saber todo, y agradece que el autor se haya fiado en él, concediéndole el privilegio de la interpretación. No es menor indicio de calidad de esta novela el hecho de que pocas veces se ha narrado con igual acierto la crisis de las relaciones de pareja que forman Jon y Katherina, asociada también a una precariedad laboral.
Parece que la novela corta en España goza de excelente salud, y, sin duda, ésta es una buena recomendación para los lectores que se acerquen a la Feria del Libro. Recobrar ese encuentro con los libros en una Feria, es ya una fiesta digna de gozarse. Háganlo. Por José María Pozuelo Yvancos
Las más que afinadas cuatro estaciones de Ali Smith
'Verano'. Ali Smith. Trad.: Magdalena Palmer. Nórdica, 2021. 330 páginas. 19,50 euros
Una recomendación que es, a la vez, una doble despedida: adiós al verano en sí y cierre por todo lo alto del ‘cuarteto estacional’. Obra en y con la que Ali Smith ha vuelto a conseguir una más que admirable proeza literaria en lo suyo. Eso que ya sólo puede ser definido como ‘alismithiano’: jugarse a sus malabares meta-experimentales y multi-generísticos, invocación recurrente a Shakespeare & Dickens, sin por eso privarse de entrañables personajes de su tiempo resultando la más original a la vez que graciosa y furibunda ficción política en mucho tiempo.
Escritas a toda velocidad y en el más y casi inmediato de los presentes (felicitaciones también a Nórdica por haber publicado este póker de ases climatológicos a lo largo de un solo año) ‘Verano’ –luego de que ‘Otoño’, ‘Invierno’ y ‘Primavera’ pronosticaran/reportaran el Brexit, el ascenso de Donald Trump, los incendios australianos y la persecución de inmigrantes– va a dar, no podía ser de otro modo, a los ya extra-estacionales calores y escalofríos del Covid & Co. Dolorosa y juguetona, realista y tan imaginativa, ‘Verano’ funciona, además, como regalo de despedida para los por fin crecientes fans locales de Smith. Aquí reaparece el centenario ‘songwriter’ Daniel Gluck de ‘Otoño, pero se imponen los adolescentes muy «woke», Sacha y Robert, así como el feroz y proto-fascista Robert adicto a violentos videojuegos. Y, soportándolos y queriéndolos a pesar de todo, su madre y ex actriz Grace y su padre, quien se ha ido a vivir a la casa de al lado con chica joven. Y, en el aire, el virus que todo lo invade y nadie ve aunque se lo ilustre en los telediarios como pequeños planetas con trompetas tronando en su superficie o minas submarinas en aquellas películas sobre la II Guerra Mundial.
Al final, claro, se alcanza una cierta tregua (que nunca será paz) y los humanos parecen cada vez más marcianos: invasores e invadidos. Por encima de todos y de todo, Ali Smith sonríe y hace sonreír con la inteligencia de quien, al leerla, nos hace sentir inteligentes. Por Rodrigo Fresán
El disputado voto de David Trueba
'Queridos niños'. David Trueba. Anagrama, 2021 456 páginas. 19,90 euros
Aunque la carrera de David Trueba (Madrid, 1969) sea más conocida por su obra cinematográfica, tanto como director como guionista, lo cierto es que en su labor periodística y, sobre todo, novelística, ha dado muestras de cierto talento sobresaliente. De su labor narrativa, siete novelas, cabría destacar ‘Saber perder’, que recibió el Premio de la Crítica en 2008, y ‘El río baja sucio’, una notable narración donde se nos cuentan las vacaciones de unos chicos en una urbanización, La Chopera, donde un río contaminado en el que se bañan actúa al modo de metáfora del esfuerzo y parece ofrecernos la prueba moral de que a través del mismo se puede remontar la pérdida y reintegrarnos a la vida, esa gran corriente.
Trueba, en sus novelas, parte siempre de una inquietud moral que remonta a regiones más luminosas gracias a un elevado sentido del humor y un acabado gusto por el detalle relevante en la descripción. En ‘Queridos niños’ nos mete de lleno en una campaña electoral que parece abocada a la farsa, género que tradicionalmente nos va como anillo al dedo, y eso creemos a tenor de la descripción que nos hace de un tal Basilio, alias “El hipopótamo”, un tipo que pesa 119 kilos y cuyo mote tiene una razón evidente aunque él prefiera pensar que se debe a su agresivo carácter y a su torva mirada, cuando no a su inteligencia taimada. Basilio se dedica a dotar de especial violencia la candidatura a la presidencia de Amelia Tomás, donde el cinismo, el odio y la falta de valores –salvo el de ganar– nos mete de lleno en los peores atributos del hombre. Estamos ante una novela que parece un reportaje sobre la mala política pero que por mor de ese peculiar don del humor, se convierte en una buena narración sobre un aspecto de la sociedad actual preocupante y de plena actualidad. Por Juan Ángel Juristo
La espléndida decadencia de Europa
'Grand Hotel Europa'. Ilja Leonard Pfeijffer. Trad.: G. F. Gómez. Acantilado, 2021. 646 páginas. 20,90 euros
Entre la fantasía y la ironía, con mil y un guiños culturalistas y de nuestra vida más inmediata y contemporánea (desde la emigración legal e ilegal, el devastador turismo de masas y la fuga de cerebros de los jóvenes del sur de Europa hacia un próspero norte, hasta la búsqueda del último cuadro de Caravaggio y el encanto de los viejos hoteles con historia donde algunos cultivan aún «el arte de la conversación») el celebrado y rabelesiano autor neerlandés Ilja Leonard Pfeijffer (Rijswijk, 1968) poeta, dramaturgo, ensayista, narrador y autor de sátiras políticas escribiría una novela-río de imaginación desbordante y gozosa, ‘Grand Hotel Europa’, en la forma de una fantástica metáfora de nuestro Viejo Continente.
Un continente siempre en espléndida decadencia, lo mismo que este misterioso y palaciego hotel al que aterriza un día el escritor Ilja, con el propósito de «hallar respuestas» El vetusto albergue ‘perequiano’ (a lo ‘La vida, modo de empleo’) se lame las heridas de otros tiempos mejores y ahora ha sido comprado por un magnate chino, M. Wang, para el disfrute de sus numerosos compatriotas viajeros.
Europa es un espacio mítico para muchos –recorrido aquí de Venecia a Malta, Ámsterdam o Génova– y se ha convertido fatalmente en Parque Temático para extranjeros fascinados por una «autenticidad» buscada con ahínco en una nostalgia que se han forjado en sus mentes. Como decía Steiner, citado en la obra, se trata del «único continente consciente de su propia decadencia». Un continente con tanto pasado que deja poco espacio al porvenir. Asfixiado por su Historia, arte y acontecimientos ha construido su propia identidad entre cafés, museos, culto a la belleza y monumentos, producto ahora de las ensoñaciones de otros muchos. Por Mercedes Monmany
El descenso a los infiernos
'Trilogía de Copenhague'. Tove Ditlevsen. Seix Barral, 2021. 424 páginas. 21,50 euros
Desde que tuvo uso de razón, escribir era para Tove Ditlevsen una necesidad vital. Siendo una niña escribía poemas que le servían para escapar de la realidad e imaginar una vida muy distinta de la suya, la de una niña que creció en una familia obrera con muy pocos recursos y que ni siquiera pudo ir al instituto. Lo consiguió: la escritura le dio dinero y prestigio, pero su vida no fue un camino de rosas: cuatro matrimonios fallidos, una maternidad problemática y una permanente insatisfacción por la vida que desembocó en una adicción a los opiáceos componen la estampa que Ditlevsen relata en este libro.
Estas memorias noveladas fueron publicadas originalmente en tres volúmenes, ‘Infancia’, ‘Juventud’ y ‘Dependencia’, publicados a finales de los años 60. Mientras que las dos primeras partes son luminosas –la relación con sus padres y su hermano, sus juegos infantiles, su paso a la adolescencia, los distintos empleos…–, en la tercera parte Ditlevsen cuenta con una intensidad vibrante su descenso a los infiernos: su incapacidad para querer la lleva de relación en relación hasta que se engancha a un médico que le proporciona drogas narcóticas a las que se hace adicta y que la conducen lentamente a la muerte. El texto está escrito en 1971 y sólo cinco años más tarde la autora se quitó la vida.
La prosa de Ditlevsen –despojada, ágil y hasta áspera en algunas ocasiones– es sorprendentemente fresca y actual. En este texto lleno de imágenes bellísimas –se adivina la mano de una poeta–, Ditlevsen cuenta la angustiosa lucha que libró contra ella misma y que no fue capaz de ganar –tiene algunos pasajes enormemente perturbadores– y lo hace con una sobriedad apabullante, con una naturalidad desprovista de toda sensiblería, como si lo que relata fuera tan normal como ir a comprar el pan. Esta ‘Trilogía de Copenhague’ tiene una enorme fuerza y tarda mucho en marcharse de la memoria. Por Eva Cosculluela
Una realidad rota en mil fragmentos
'Historia de Shuggie Bain'. Douglas Stuart. Trad.: F. González López. Sexto Piso, 2021. 516 páginas. 23,90 euros
La ‘Historia de Shuggie Bain’, ópera prima de Douglas Stuart (Glasgow, Escocia, 1976), no es un ‘tartan noir’, pero sus descripciones de la pauperizada Glasgow de los años ochenta nada tienen que envidiar a las que se esconden entre las páginas escritas por el autor más emblemático del género, William McIlvanney (1936-2015): son excepcionales y se convierten en un telón de fondo inmejorable para el relato del derrumbamiento de la familia Bain, un «sálvese quien pueda» que tiene al alcohol como verdugo y, como víctima principal, al único incapaz de abandonar el barco, el incombustible Shuggie, el hijo más pequeño.
Convincente ganadora del Premio Booker 2020, la novela de Stuart nos ofrece una realidad rota en tantos fragmentos como personajes sostienen la historia. Así es como nos colamos en el taxi de Shug Bain, adicto al turno de noche, recorremos con Agnes el arcén de una carretera arrasada por el diluvio o asistimos al ensimismamiento de Leek, uno de los hermanos de Shuggie, que encuentra en el dibujo la forma de abstraerse de la miseria, la otra gran protagonista de la acción.
Húmeda y polvorienta, la pobreza que con Thatcher en el poder devoró a las clases trabajadoras se filtra como agua por el tejado y se posa como una pátina sobre la multitud de perfiles secundarios que, también fascinantes, pueblan la narración y le otorgan una complejidad que hoy en día, en la literatura, se encuentra en peligro de extinción. Stuart crea (o recrea) todo un mundo y nos ofrece un Booker a la altura, en el que ternura y dureza se combinan a la perfección, y que, junto con ‘GB84’ (Hoja de Lata) y ‘Un paraíso inalcanzable’ (Asteroide), cierra un terno imprescindible para quienes quieran comprender, tanto desde la intimidad de los individuos anónimos como desde el marco más amplio de los grandes acontecimientos, el tiempo del thatcherismo. Por Marina Sanmartín
Los ángulos ciegos
'Zozobrar'. Lola Lafon. AdN (Alianza), 2021. Trad.: M. Teresa Gallego Urrutia. 384 páginas. 18 euros
Ha pasado mucho tiempo, pero «todo parecía indicar que Cléo iba a tener trece años para toda la eternidad, se iba tropezando con todos los ángulos ciegos de esa eternidad». Cléo es la protagonista de la última novela de la francesa Lola Lafon –también cantante–, finalista del Goncourt 2020. Si en quizás su novela más famosa ‘La pequeña comunista que no sonreía nunca’ noveliza la vida de Nadia Comaneci, ahora nos sumerge en la de una mujer que en su adolescencia fue víctima de una red de pedófilos. Con el señuelo de proporcionarle una ficticia beca de estudios para cumplir su sueño de ser una estrella de la danza, la Fundación Galatea –nombre muy significativamente elegido–, la arrastra a un infierno de abusos y culpa.
Porque Cléo acepta ser reclutadora de compañeras de colegio para, con la misma trampa, servírselas a la siniestra organización. La obra entrelaza dos épocas, los años ochenta y la actual, en la que la policía investiga a la Fundación Galatea, y nos presenta a una serie de personajes que acompañan a Cléo, quien se ha convertido en una bailarina profesional, con lo que nos colamos entre bastidores de espectáculos de cabaré donde el ‘glamour’ esconde tanta miseria. Pero el ayer la tortura.
Claro está que Lola Lafon denuncia sin paliativos la actuación de depredadores, pero su propuesta no es una simple novela de tesis. Es mucho más incómoda, valiente e inquietante. ¿Podrá Cléo perdonarse a sí misma, afrontar su pasado? ¿Por qué ‘consintió’? ¿Qué responsabilidad tiene el entorno que calla? Por Carmen R. Santos