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ABC SEVILLA 01-04-2004 página 3
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ABC SEVILLA 01-04-2004 página 3

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ABC JUEVES 1 4 2004 La Tercera ABC DE SEVILLA. F UNDADO EN 1929 POR DON J UAN IGNACIO L UCA DE TENA DOLOR, IRA Y COMPRENSIÓN N UNCA pensé que las noticias de televisión pudieran hacerme llorar otra vez como lo hice el 11 de septiembre de 2001, y nada lo consiguió hasta el 11 de marzo de 2004. Ahora, mientras realizo mis prosaicas tareas cotidianas, recuerdo cada día a aquellos que no podrán realizar las suyas, y todas las noches, cuando me voy a la cama, pienso en todas esas camas vacías y en quienes no pueden dormir a causa del dolor o la ira. ¿No hemos aprendido nada desde el 11- S? Un comité especial del Congreso en Washington D. C. está intentando ahora responder a dos preguntas: ¿podría volver a suceder? y ¿tuvo que ser de esa manera? Los acontecimientos del 11- M proporcionan un estremecedor e irrefutable sí a la primera pregunta: ningún gobierno occidental puede proporcionar protección integral a todos sus ciudadanos todo el tiempo. Como recordó un portavoz del IRA a Margaret Thatcher cuando ésta se libró por poco de ser asesinada: Tú necesitas tener suerte todo el tiempo; nosotros sólo necesitamos tener suerte una vez La segunda pregunta nos obliga a considerar tanto a los perpetradores como a las víctimas. Pocos occidentales saben ahora más de los objetivos y estrategias de Al- Qaeda de lo que sabían poco antes del 11- S, hace casi tres años (pocos saben siquiera que su nombre significa La base Si queremos evitar otro ataque más- -tanto si es otra vez contra Estados Unidos o España, o contra otra potencia occidental- -tenemos que aprender qué es lo que quieren, de qué forma planean conseguirlo, y por qué nos odian tanto. Sabemos bastante más de los objetivos y estrategias de los dos blancos occidentales. Presentan algunas similitudes y numerosos contrastes. En el plano humanitario, los servicios de emergencia se convirtieron en auténticos héroes en ambos casos; pero el Gobierno español también demostró una humanidad encomiable al conceder la nacionalidad a las víctimas y sus familiares inmediatos, y al prometer que no habría represalias contra los inmigrantes ilegales que acudieran a consolar o identificar a las víctimas. El Gobierno de Estados Unidos nunca emprendió acciones semejantes, con el resultado de que aún no sabemos cuántos inmigrantes ilegales murieron en las Torres Gemelas. Ventaja para España (como dicen en el tenis) En el plano logístico, EE. UU. no identificó públicamente a su principal sospechoso durante unos días y, temiendo que los cuatro aviones secuestrados pudieran anunciar algo peor aún, despejó inmediatamente el espacio aéreo estadounidense, cerró las fronteras y custodió todas las estaciones de tren y autobús. El Gobierno español, en cambio, culpó inmediatamente (y equivocadamente) a ETA y, quizá en consecuencia, cerró únicamente la estación de Atocha, dejando libre el camino para que cualquiera de los cerebros pudiera escapar por el aeropuerto de Barajas. Ventaja para EE. UU. A pesar de este extraño fallo, el Gobierno español ha arrestado a mu- El Gobierno español también demostró una humanidad encomiable al conceder la nacionalidad a las víctimas y sus familiares inmediatos, y al prometer que no habría represalias contra los inmigrantes ilegales que acudieran a consolar o identificar a las víctimas. El Gobierno de Estados Unidos nunca emprendió acciones semejantes y aún no sabemos cuántos inmigrantes ilegales murieron chos sospechosos, mientras que el de EE. UU. sigue teniendo sólo uno (hay que reconocer que los 19 perpetradores conocidos murieron en el atentado, pero ¿qué hay de los que a sabiendas los ayudaron y apoyaron? Otra vez ventaja para España La mayor disparidad se produjo en el plano estratégico: el Gobierno español perdió el poder inmediatamente después, al menos en parte por la forma chapucera en que manejó la catástrofe, mientras que la popularidad del presidente Bush se disparó y, hasta hace muy poco, su campaña de reelección hacía hincapié en el éxito aparente de su guerra contra el terrorismo Esto nos lleva de nuevo a los objetivos y estrategias de los atacantes. Algunos creen que optaron por actuar inmediatamente antes de las elecciones nacionales para garantizar un cambio de política en Oriente Medio, del mismo modo que la OLP ha organizado atentados terroristas contra Israel para conseguir un Gobierno israelí de línea dura que se negara a negociar con los palestinos moderados que están a favor de la coexistencia. A lo mejor intentan derrocar ahora a otros gobiernos occidentales, pero las consecuencias de los atentados en EE. UU. demuestran los grandes riesgos que supone esta estrategia. Hasta el 11- S, el presidente Bush demostró escaso interés en matar moscas como denominaba los pacientes esfuerzos de la CIA por seguir la pista a Al- Qaeda e infiltrarse en la organización. Los lectores recordarán el desdén de Bush durante su visita a España en junio de 2001, cuando Aznar pidió el apoyo estadounidense para su propia guerra contra el terrorismo la semana pasada el comité del Congreso escuchó muchos más testimonios sobre este asunto. Pero tres semanas después de los atentados, el 7 de octubre de 2001 (el aniversario de la gran victoria española de Lepanto, en 1571) el ejército estadounidense atacó Afganistán. Al- Qaeda había conseguido lo que Aznar no fue capaz de conseguir. Más aún, aunque el contraataque no detuvo al terrorismo, durante un tiempo hizo sentirse mejor a la mayoría de los estadounidenses porque habían encontrado un enemigo al que castigar. No es fácil que el Gobierno español siga esta pauta- -no parece probable un contraataque masivo en Lavapiés o Marruecos- -pero a lo mejor puede proporcionar otra cosa que hizo que la mayoría de los estadounidenses se sintieran mucho mejor. La semana pasada, Richard Clarke (que el 11- S era jefe de la lucha antiterrorista) dijo al comité del Congreso, en presencia de las familias de las víctimas: El Gobierno os falló. Aquellos en los que confiasteis para que os protegieran os fallaron. Y yo os fallé. Lo intentamos con todas nuestras fuerzas. Pero eso no importa, porque fallamos. Y por aquel fracaso os pido vuestro perdón Clarke fue el primer alto cargo del Gobierno en asumir la responsabilidad, en admitir el error, y en pedir perdón por lo que sucedió el 11- S. Él dijo las palabras que las familias de las víctimas llevaban 924 días esperando oír. Estas palabras, y otras semejantes pronunciadas en España, no servirán para atrapar a los culpables, poner fin a los atentados terroristas, devolver la vida a los muertos o sanar a los heridos; pero sí darán comienzo al proceso de curación interna de los supervivientes y reducirán de esta forma nuestra ira, lo cual nos permitirá empezar a averiguar cuál es la razón de que otros nos odien y qué podemos hacer (aparte de tirar bombas) para hacerles cambiar de idea. GEOFFREY PARKER

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