El día en que temblaron los museos: Tres famosos robos de arte en las mismas fechas
La Gioconda desapareció del Louvre un 21 de agosto, el día en que robaron un Goya en la National Gallery un siglo después. También en agosto, un 22, asaltaron el Museo Munch de Oslo

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En estos días de agosto los museos de todo el mundo deben extremar sus precauciones, revisando minuciosamente todas las alarmas, las puertas y los sistemas de seguridad. Más aún si cabe que en cualquier otra fecha. O deberían. Porque está visto que la historia acostumbra a repetirse. Un 21 de agosto, de 1911, Francia enmudeció al conocerse el más famoso robo de la historia. Alguien se había llevado del Louvre la Gioconda de Leonardo da Vinci, que si ya era conocida, tras este sonado hurto se convirtió en archifamosa. Un 21 de agosto, de 1961, la National Gallery de Londres se quedó sin el valioso retrato del Duque de Wellington de Goya que había adquirido hacía solo tres meses por 140.000 libras esterlinas.
Y un 22 de agosto, de 2004, tres encapuchados irrumpieron pistola en mano en el Museo Munch de Oslo a plena luz del día y ante la mirada atónita de los visitantes y se llevaron una versión de «El Grito» y una «Madonna» del pintor noruego.
«Robo sensacional» tituló ABC la noticia que tanta sensación causó en 1911. Un despacho de agencia fechado el 22 de agosto por la noche informaba de que se había descubierto el robo de uno de los mejores cuadros de Leonardo da Vinci en el Museo del Louvre. El marco de la Gioconda había sido hallado en una escalera interior del edificio. «No se explica que el ladrón haya podido salir con un lienzo de 50 centímetros de anchura y 70 de longitud sin llamar la atención de los vigilantes», decía la crónica. En los primeros momentos se sospechó que el robo «se trataba de un reportaje audaz para demostrar la insuficiencia de la vigilancia en el Louvre, pero se abandonó esta hipótesis, poco lógica, y se cree que algún coleccionista maniático sea el autor del delito, que no puede corresponder a móviles de lucro, puesto que es imposible la venta de un cuadro de inestimable valor, cuya propiedad es universalmente conocida».
«Blanco y Negro» relataba el 27 de agosto que «se cometió el robo con tal habilidad, que las pesquisas de los guardianes del Museo y de la Policía resultaron infructuosas. Díjose primero que había sido robado el cuadro durante la noche; pero en las declaraciones prestadas por un pintor y varios albañiles que trabajaban en salas inmediatas a la del suceso quedó afirmado que el día 21 (en que se advirtió el robo) estaba el cuadro en su sitio a las siete de la mañana, y a las ocho y media ya había desaparecido». El cronista apuntaba a continuación las distintas hipótesis que contemplaba la Policía. «Sospecha que los ladrones entraron el domingo por la tarde en el Museo, que se ocultaron en los retretes y que, disfrazados de albañiles, salieron el lunes, cometida ya la fechoría. El marco de la admirable obra maestra fue encontrado en una escalera interior del edificio. Aun habiéndose desembarazado de él, nadie acierta á explicarse que pudiera salir el ladrón con el lienzo, que mide 90 centímetros de altura por 70 de ancho, sin llamar la atención de los vigilantes».
+ infoEl museo no abrió hasta el 29 de agosto, día en el que batió el récord de visitas. La pared vacía del Louvre se convirtió en una gran atracción turística. Ya lo apuntaba el cronista de ABC: «Este último episodio del robo ha venido a añadir una nota más de interés á la historia del famoso cuadro, ya que no a su celebridad, harto consagrada a través de los siglos».
La Gioconda fue recuperada en diciembre de 1913 en Italia después de que el ladrón, Vincenzo Peruggia, intentara venderla a un anticuario de Florencia. Según su declaración ante la Policía, que reprodujo ABC, «el 11 de agosto de 1911 se hallaba trabajando en el Museo del Louvre, y que el 21 del mismo mes, día en que el Museo estaba cerrado al público, arrancó el lienzo de su marco aprovechando un momento de descuido, salió á la calle con él, escondiéndolo bajo su blusa, y marchó a su casa, donde lo ha tenido encerrado dos años».
Sobre el motivo del robo, Peruggia afirmó que «habiendo notado, mientras estaba trabajando, la gran cantidad de cuadros italianos que había traído Napoleón para enriquecer los Museos franceses, pensó apoderarse de alguno para que volviera a Italia, y escogió la "Gioconda" por tratarse de uno de los más renombrados pintores del país».
Desaparece el Duque de Wellington
Medio siglo después, en las mismas fechas de agosto, «empleados de la Galería Nacional descubrieron que el retrato del duque de Wellington, obra de Goya, había sido robado». El ladrón se llevó el lienzo con el marco. En su primera nota redactada con urgencia, el corresponsal de ABC en Londres Alfonso Barra informaba de que el cuadro apenas llevaba tres meses expuesto en la primera pinacoteca de Inglaterra, en la escalera principal del edificio. La pintura había sido vendida en pública subasta al estadounidense Charles B. Wrightman, pero una gran campaña de protesta hizo que las autoridades inglesas adquirieran de nuevo el lienzo para evitar que saliera del país. «Pagaron por el 140.000 libras esterlinas (unos 24 millones de pesetas) y no ha sido asegurado», recordaba Barra. Los ladrones no lo habían robado para pedir a las compañías aseguradoras un precio por su devolución.
+ infoAl día siguiente, el periodista contaba que la Policía estaba desorientada. «El cleptómano que intervino en la ratería ejecutó una obra maestra dentro del género, tan artística casi como la tabla robada. Hasta ahora sigue la búsqueda, sin haberse descubierto ningún indicio que guíe los pasos hacia el paradero del ladrón o del cuadro. Es el "golpe" de pinacotecas mejor conseguido y puesto en práctica desde que el 21 de agosto de 1911 el italiano Peruggia distrajo del Louvre el retrato de Monna Lisa», decía. No es de extrañar que apareciera en la trama del primer filme de James Bond, «Agente 007 contra el doctor No», de 1962.
+ infoLa famosa obra de Goya fue recuperada en mayo de 1965 en la consigna de una estación ferroviaria de Birmingham, después de que el misterioso ladrón enviase la contraseña de consigna y una nota a la redacción del periódico londinense «Daily Mirror». En su anónimo, manifestaba «que no se había llevado el cuadro con ánimo de robarlo, sino únicamente para protegerlo». Quería que el lienzo devuelto fuera expuesto al público para sacar dinero con fines caritativos.
Kempton Bunton, un taxista de 61 años, confesó haberse colado por la ventana de los baños del museo, descolgado el cuadro y habérselo llevado tranquilamente por el mismo sitio por el que entró, aunque en 2012 se supo que fue su hijo de 20 años quien robó el cuadro. «Se lo di a mi padre para que lo utilizara en su campaña por los pensionistas pero al final lo íbamos a devolver a la National Gallery. Me dijo que no confesara, me lo ordenó. Era su deseo», reconoció Bunton hijo a la policía, que no tuvo suficientes pruebas y no pudo imputarle.
Golpe en el Museo Munch
Cuatro décadas después, el 22 de agosto de 2004, era robada a plena luz del día y ante la mirada de los visitantes del Museo Munch de Oslo, una versión de «El Grito» y una «Madonna» del pintor noruego. Tres encapuchados irrumpieron pistola en mano en el museo en pleno horario de visitas y, tras amenazar de muerte a quien no se tirara al suelo, arrancaron los lienzos y en apenas 30 segundos huyeron.
La pinoteca recuperó las obras en 2006 gracias al soplo de uno de los ladrones que ofreció a las autoridades su devolución a cambio de reducir su condena, tras constatar que los cuadros eran invendibles. Estaban seriamente dañados. Björn Hoen, cerebro del golpe, Petter Tharaldsen y Stians Skjöld fueron condenados a entre 6 y 10 años y medio de cárcel por el Tribunal Supremo noruego.
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