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'Spetsnaz': el oscuro y letal pasado de los soldados de Putin que sembrarían de terror Ucrania

De misterioso origen, estas fuerzas especiales iban a ser usadas en los años ochenta para secuestrar a la familia real sueca y destruir las redes de comunicaciones de Gran Bretaña

Rusia y China proclaman el comienzo de una nueva era

Miembro del 'spetsnaz'
Miembro del 'spetsnaz'
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Por muy comunista que se proclamara, la Unión Soviética nunca destacó por su mano izquierda. El 27 de diciembre de 1979, más de medio millar de soldados rusos asaltaron el palacio Tajbeg, en las cercanías de Kabul, a golpe de AK-47 y granadas de fragmentación. «Las tropas participaron directamente en la lucha. Lo que siguió fue expedito: fue juzgado, encontrado culpable de crímenes contra el pueblo y ejecutado». El muerto en cuestión era el dictador afgano Hafizullah Amín, según el KGB, cada vez más cercano a los placeres del capitalismo norteamericano. Ante la duda, el gobierno de Leonid Brézhnev cortó de un solo tijeretazo sus pretensiones.

En su momento, los medios de comunicación europeos repitieron hasta quedarse roncos que aquel golpe de mano lo habían protagonizado tropas aerotransportadas.

No fue hasta tiempo después que se supo que la mayor parte de los militares pertenecían a los 'spetsnaz', las unidades especiales de la policía y el ejército ruso; aquellas que ABC definió en los años ochenta como una «organización militar secreta con más de 30.000 soldados especializados a sus órdenes» y equipados con «cuatro submarinos» para internarse en territorio enemigo.

La unidad, según una serie de noticias publicadas en los meses siguientes, estaba preparada incluso para internarse en Gran Bretaña y Suecia con los objetivos, respectivamente, de generar el caos y secuestrar a la familia real. Algo similar –o equivalente– a lo que podrían hacer hoy en Ucrania.

Misterioso origen

Poco se sabe a nivel oficial sobre el origen de los 'spetsnaz'. Según desveló ABC hace casi cuatro décadas, su existencia no se conoció hasta bien entrados los ochenta: «La organización era desconocida hasta 1983, cuando un alto mando militar soviético buscó asilo político en el Oeste y descubrió su existencia». La noticia recalcaba que estaba a las órdenes del GRU o Departamento Central de Inteligencia ruso. Y hasta aquí se puede leer. A la postre, se barruntó que había sido alumbrada en los años setenta, en plena Guerra Fría; pero lo cierto es que, al menos en la actualidad, está admitido que su padre fue Iósif Stalin.

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Al parecer, el Camarada Supremo, obsesionado como estaba con tener tropas capaces de responder de forma rauda y sabotear las armas nucleares norteamericanas ubicadas en territorio enemigo, aceptó su formación allá por 1952. Los 'spetsnaz' ('Spetsialnoye nazranie', que poca traducción necesita) fueron intermitentes hasta una década después, cuando la Unión Soviética formó un total de diez brigadas. Más allá del lugar exacto en el que fueran alumbradas, cada una de ellas –y de las otras cuatro que se establecieron en 1979– respondían de forma directa ante Moscú y, llegadas las bofetadas, debían recibir el apoyo del ejército regular.

Gonzalo Javier Rubio Piñeiro, especialista en política internacional, ha afirmado en 'Capacidades del sistema de inteligencia ruso' que, en la actualidad, las fuerzas especiales del país están estrechamente relacionadas «con la necesidad de exploración militar e inteligencia», que «se han dedicado al reconocimiento, la guerra de partisanos, la interrupción de las líneas de comunicación y suministro del enemigo» y que tienen «como objetivo las fuerzas nucleares de la OTAN». En la práctica son consideradas fuerzas de infantería ligera centradas en la «contrainsurgencia y proyección del poder» que han sido desplegadas «de forma encubierta en el extranjero» desde hace tres décadas.

Mark Galeotti, experto en crimen transnacional y autor de varios libros sobre los 'spetsnaz', es de la misma opinión. En 'Spetsnaz: Russia's Special Forces' afirma que, en virtud de flexibilidad y capacidad para desplegarse de forma rápida y profunda, estos soldados son todavía la 'punta de lanza' que reconoce el terreno antes de que arriben sus camaradas más pesados. Aunque admite también que su cometido último es atacar posiciones de manera quirúrgica. «Como cualquier fuerza especial, pueden atacar con fuerza, pero son peligrosamente frágiles cuando no pueden confiar en sus actividades de velocidad, sigilo y sorpresa. En Crimea, por ejemplo, fueron rápidamente complementados y, en algunas áreas, reemplazadas por fuerzas mecanizadas regulares», añade.

Sembrar el terror en Gran Bretaña

El lado más desconocido de los 'spetsnaz', una unidad ya de por sí rodeada de misterio, se dio a conocer en 1984 en ABC bajo el titular 'Peligro de terrorismo soviético en caso de guerra con Inglaterra'. En palabras del corresponsal Alfonso Barra, el almirante de la Flota y ex jefe del Estado Mayor de la Defensa inglés, Lord Hillnorton, desveló en un seminario para parlamentarios británicos en Londres el curioso plan de Rusia en caso de que se sucediera una guerra con Gran Bretaña: internarse en su territorio y desarticular los servicios del país, así como sus previsiones logísticas, en un intento de impedir los movimientos de refuerzo y aprovisionamiento procedentes de EEUU.

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Así lo especificaba el mismo Barra: «En el supuesto de una guerra, la Unión Soviética neutralizaría a Gran Bretaña con sus unidades de servicios especiales, los 'spetsnaz', dedicadas al asesinato, la destrucción de objetivos militares y civiles y a la siembra del caos. En una palabra: al terrorismo». Además, especificaba que el mando soviético no barajaba la invasión de las islas por considerarlo algo imposible. De hecho, el almirante en cuestión insistió en que los repetidos intentos de acabar por mar con la Corona habían derivado en desastre, como demostró la calamitosa 'Operación Barbarroja' de Adolf Hitler. Y no le faltaba razón, pues los esfuerzos dedicados al Canal de la Mancha impidieron a los nazis reforzar el frente oriental.

Según recogió ABC, el almirante insistió durante la conferencia en que el primer objetivo de los 'spetsnaz' sería el Centro de Control Aéreo ubicado en West Dryton. «Los especialistas soviéticos harían muy difícil a Gran Bretaña operar con eficacia y lograr el envío de refuerzos a Alemania Occidental. Y más aún ordenar el tráfico marítimo», explicó Lord Hillnorton. También dejó constancia de que, llegado el caso, los servicios secretos ingleses se esforzarían en proteger las centrales de producción de energía, las líneas de ferrocarriles, los oleoductos y de que pondrían policías en alerta para evitar golpes de mano en supermercados e instalaciones subterráneas. «Viejo es el dicho de que una espada deja a otra en la vaina», añadió.

Locura sueca

Dos años después volvió a salir a la luz un plan similar; el enésimo precedente de lo que podría acontecer en Ucrania. El 2 de junio de 1986, la corresponsal de ABC en Estocolmo, Carmen Villar Mir, recogió un informe secreto publicado en medios de comunicación norteamericanos. Este afirmaba que, en caso de guerra, los comandos 'spetsnaz' cruzarían las fronteras para secuestrar a la familia real y garantizar la neutralidad del país. Los planes fueron desvelados por Jack Anderson, periodista estadounidense especializado en la materia. «En el caso de Suecia, los submarinos rusos han reconocido el terreno y efectuado operaciones de reconocimiento y entrenamiento», explicó el reportero.

Anderson escribió que varios minisubmarinos soviéticos habían estado a menos de cien metros del palacio real y que el secuestro tendría como objetivos secundarios provocar el caos en Suecia y «evitar por medio de chantaje que el Gobierno se pusiera del lado de las fuerzas militares de la OTAN». Algo equivalente a lo que había sucedido con el dictador afgano Hafizullah Amín. Y no fue lo único. También incidió en que, por «algún motivo misterioso», la Unión Soviética había escogido este país para efectuar operaciones de espionaje y como base de entrenamiento para sus 'spetsnaz' una vez comenzara el conflicto. «Para ello, los submarinos han visitado la nación más de cien veces durante los últimos cinco años».

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