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Renacer tras el infierno del 'GULAG' soviético: el regreso en 1954 de los últimos de la División Azul

A finales de marzo de 1954, ABC informó de que 286 españoles habían salido del puerto de Odesa –en Ucrania– a bordo del navío 'Semíramis', fletado por la Cruz Roja

Un centinela dando parte para el oficial de la compañía de la División Azul+ info
Un centinela dando parte para el oficial de la compañía de la División Azul - ABC
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«Saludamos con júbilo a ese grupo de 286 españoles que, en la noche de ayer, recalaron a un puerto libre de Europa, y desde Estambul emprendieron esta madrugada el viaje a España». Las palabras del enviado especial a Turquía, don Torcuato Luca de Tena, relumbraban en las hojas de ABC el 28 de marzo de 1954. Brillaban empapadas con la emoción de una nación que casi había perdido la esperanza de volver a ver a sus hijos, hermanos y padres. Muchos de ellos, antiguos soldados de la División Azul que habían padecido las barbaridades de los campos de concentración; otros tantos, republicanos y comunistas atrapados en la Unión Soviética por mala fortuna.

Eran otros tiempos, y hay que entenderlos. España vivía inmersa en el franquismo y la Segunda Guerra Mundial hacía años que había tocado a su fin para ser sustituída por un nuevo orden mundial en el que el comunismo era el enemigo a batir.

En mitad de esa vorágine, que la Unión Soviética llegara a un acuerdo con la Cruz Roja para liberar a casi tres centenares de españoles –muchos de ellos, supervivientes de los campos de concentración de Stalin– suponía todo un evento. Y como tal fue narrado: «La gran noticia tantos años esperada; la que más hondamente podía conmover los corazones españoles; por la que han luchado sin desfallecer y sin ostentación las autoridades de la patria».

Preparar el regreso

La llegada a Berlín del Ejército Rojo supuso el final de los últimos reductos de la División Azul y de su heredera, la Legión Española de Voluntarios, defensora del búnker de la Cancillería hasta el mismo instante en el que Adolf Hitler terminó con su vida a golpe de cianuro y pistola. Los combatientes que no pudieron escapar de la capital se unieron a otros tantos –un número que cuesta perseguir– capturados en batallas como la de Krasny Bor. En palabras de Carlos Caballero Jurado, entre los mayores expertos en esta unidad, una buena parte de ellos dio con sus huesos en los campos de concentración soviéticos que dependían de la GUPVI, la Administración General para los Asuntos de los Prisioneros de Guerra y los Internados.

Divisionarios saludan desde la cubierta del Semiramís+ info
Divisionarios saludan desde la cubierta del Semiramís - ABC

Los españoles pasaron casi una década internados. «Se sabe que los prisioneros estuvieron dispersos en pequeños grupos y mezclados con cautivos de otras nacionalidades en los campos de concentración y de trabajo», explicaba ABC. En palabras del diario, a lo largo de los años de encierro dieron muestras de «entereza y elevada moral». Según explica a ABC Gustavo Morales, coautor de 'División Azul, las fotografías de una historia', el periplo de estos reos por la Rusia soviética continuó hasta que el dictador Iósif Stalin abandonó este mundo. Tras su muerte, en marzo de 1953, comenzó el deshielo y las negociaciones entre España y la URSS.

Tal y como recogió ABC, el encargado de orquestar el regreso fue el presidente de la Cruz Roja Francesa, Georges Brouardel. Este recibió un llamada a finales de diciembre de 1953 en la que «se le consultó extraoficialmente sobre si accedería a recibir cierto número de prisioneros españoles». Él se encargó de engrasar la maquinaria. Llamó a sus colegas en España, a sus equivalentes en la URSS, y puso en marcha el regreso. En principio iban a ser devueltos 253 reos, pero, tras diferentes presiones, el número se elevó hasta 286. «Esto da esperanzas no solo a España, sino a todos los países que aún tienen prisioneros de guerra en Rusia», explicó a este diario.

A Ucrania

La Oficina de Información Diplomática del ministerio de Asuntos Exteriores español desveló, a través de un informe replicado también por ABC, cómo se habían producido los acuerdos entre ambas naciones a pesar de sus evidentes diferencias.

«El Gobierno español, durante todo el tiempo de su cautividad, ha realizado incesantes gestiones encaminadas a obtener su rescate a través de la Cruz Roja Internacional de las Naciones Unidas y de los países amigos. Asímismo, en diversas ocasiones se ha hecho llegar a los internados españoles en Rusia paquetes y cartas a través de la Cruz Roja. Tan pronto como, por mediación de la Cruz Roja Francesa, el Gobierno soviético anunció el propósito de liberar este primer cotingente de españoles, el Gobierno español acometió rápidamente los preparativos necesarios para efectuar su evacuación. El Gobierno se complace de hacer pública esta grata noticia».

Una muchedumbre se reunió en el puerto para darles la bienvenida en Barcelona+ info
Una muchedumbre se reunió en el puerto para darles la bienvenida en Barcelona - ABC

Los españoles fueron trasladados en tren hasta el puerto de Odessa, en Ucrania. En total eran –atendiendo a las fuentes a las que se acuda– 229 veteranos de la División Azul, 4 niños, 15 alumnos de la aviación republicana enviados a la URSS durante la Guerra Civil, 19 marinos mercantes y 19 combatientes que habían desertado del Ejército Rojo. Muchos de ellos habían sido olvidados por sus familias. Sus esposas les habían dado por muertos tras años sin verles; hasta tal punto, que en no pocos casos habían vuelto a contraer matrimonio. ABC dejó constancia de ese olvido en sus páginas allá por 1954:

«Muchos se adelantarán para estrecharles contra sí. Ellos, como nadie, llevarán ante los que retornan la verdadera representación del país: la de los padres envejecidos en el dolor de la ausencia del hijo: la de la esposa, antes vencida por el dolor que por la desesperanza; la de los hijos, crecidos sin la mirada de quien les dio la vida y aliento, y también, y sobre todo, la de los que se fueron para siempre sin la dicha de poder decir, como Simeón: 'Ya puedo morir tranquilo, Señor y Dios mío, porque le he visto».

Regreso final

El 26 de marzo de 1954, los repatriados españoles salieron de Odesa a bordo del 'Semiramís', navío con nombre de reina asiria, pero tripulación griega. Dejaron atrás cinco jornadas de duro viaje en tren, subieron al bajel en fila de a uno, y se dieron palmadas en la espalda por escapar de la URSS. El navío arribó al día siguiente hasta su primera escala, Estambul. «A las nueve y diez de la noche entró en el puerto turco y ello dio lugar a escenas de frenético entusiasmo por parte de los españoles repatriados y de los que esperaban», narraba don Torcuato Luca de Tena en las páginas de ABC.

El escaso tiempo que el 'Semiramís' pasó en Estambul, lo hizo aupado por las loas y los vítores. Había una delegación española con el Ministro de Asuntos Exteriores al frente, varias familias que no habían podido esperar a que el navío llegase a Barcelona y, por descontado, una gran cantidad de reporteros. «Los representantes del 'Creciente Rojo' turco (la Cruz Roja Turca), con el jefe de la Oficina de Estambul, Dr. Sagut al frente, estuvieron en el barco cuarenta y cinco minutos, y al regresar a tierra manifestaron con cuánta alegría habían recibido los repatriados a sus compatriotas y a ellos mismos», completaba ABC.

Un destacamento de la División Azul abasteciendo de munición+ info
Un destacamento de la División Azul abasteciendo de munición - ABC

Con todo, el periodista recalcó también que todavía no se conocían las condiciones físicas en las que se encontraban. «Por eso, se están adoptando las medidas oportunas y las ayudas necesarias para que, después de su restablecimiento, puedan reanudar plenamente una vida que quedó prácticamente rota hace una década», confirmaba el diario. A eso de las tres y cuarto de la madrugada zarparon de nuevo. En este caso, hacia Barcelona. Durante la última parte del trayecto, los españoles del 'Semiramís' recibieron emotivos mensajes de sus familiares. A la par, la radio comunicaba a la Península la identidad de aquellos que volvían. El 2 de abril, al fin, pisaron territorio patrio.

De regreso en España, los divisionarios no fueron bien tratados por el gobierno de Francisco Franco. Este prefirió olvidarse de ellos. «Las autoridades hicieron que desde Barcelona fueran dispersados a sus lugares de origen los excombatientes de la División 250 porque, en aquellos años, España comenzaba a alinearse con las potencias occidentales vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Había terminado un cautiverio de doce años, a treinta bajo cero en invierno, con una comida escasa y un trabajo en régimen de esclavitud y bajo la brutalidad de los guardianes de los campos de concentración comunistas», finaliza Morales.

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