El olvidado discurso en el que Reagan elogió a España: «La herencia hispana debe hacernos sentir orgullosos»

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Estados Unidos tiene en sus venas la cultura española por partida doble. Por un lado debido a la población nativa que ya habitaba en estados como Nuevo México o Florida cuando se integraron en la unión, y por otro por la cantidad de inmigrantes hispanos que han elegido el país de las barras y estrellas para comenzar una nueva vida. Hoy, hay más hispanos en Estados Unidos que españoles en España y se estima que casi 60 millones de hispanohablantes viven en el país norteamericano.

El legado español es importante, pero no siempre fue bien cuidado por las autoridades anglosajonas de EE.UU. No fue hasta finales de los años sesenta cuando el presidente Lyndon B. Johnson instauró la Semana de la Herencia Hispana a modo de reconocimiento de la importancia creciente que estaba ganando esta comunidad.

Para estimular la participación, el presidente Gerald R. Ford emitió una proclama en 1974 que instaba a las escuelas y a las organizaciones de derechos humanos a participar de lleno en esa semana. Sin embargo, fue durante el mandato de Ronald Reagan cuando la semana se convirtió en un mes de celebraciones con actividades sociales y culturales pensadas para reivindicar la identidad hispana y su contribución al desarrollo del país.

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Reagan, que había sido gobernador de California, un estado con gran esencia española, se vio en la necesidad de congraciar al máximo con la comunidad hispánica, uno de los grupos que le habían aupado a la Casa Blanca. Tradicionalmente los estadounidenses de origen cubano tendían a votar republicano, mientras el resto lo hacía demócrata, pero con Reagan el 35 por 100 de ellos votó a su candidatura en 1980. Como minoría no privilegiada, esta comunidad se hallaba más cerca de los demócratas en aspectos económicos y sociales, pero ideológicamente se sentían atraídos por los valores tradicionales, especialmente la religión y la familia, que los republicanos predicaban. Reagan se encargó de recordárselo.

Contra Fidel Castro

Para terminar de consolidar sus apoyos hispanos, Reagan realizó durante sus mandatos una serie de declaraciones positivas a la importancia del legado español en Norteamérica, una asignatura pendiente en unos EE.UU. tradicionalmente controlados por las élites anglosajonas. «La gesta del Descubrimiento fue solo la primera de las muchas contribuciones culturales y económicas de España al Nuevo Mundo», afirmó el presidente en unas declaraciones recogidas por ABC el 16 de octubre de 1984. Además, ese mismo día aseguró que «compartimos con nuestros países vecinos de habla española esta herencia y nuestra deuda de gratitud hacia España». Las declaraciones de Reagan iban en parte dirigidas al dictador Fidel Castro, que unos meses antes había calificado de «crimen histórico» la llegada de los españoles.

El presidente de los Estados Unidos repitió el mensaje en apoyo de la Hispanidad con motivo, en septiembre de 1987, de la visita del Rey Juan Carlos a la Casa Blanca. Reagan reconoció la obviedad, no tanto en un país que considera a Colón patrimonio de los italianos, que, sin el apoyo de España, el navegante no hubiera podido realizar su viaje del descubrimiento de América. En la posterior proclamación del 12 octubre como Día de Colón en los Estados Unidos, el californiano señaló que la contribución de España al Nuevo Mundo y a su herencia cultural y económica llegó incluso más allá del Descubrimiento, «tal como nos ha recordado —dijo— la reciente visita al suroeste de Estados Unidos de sus Majestades los Reyes de España».

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Discurso íntegro pronunciado por Ronald Reagan para inaugurar en 1984 el Mes de la Herencia Hispana:

«Hoy reconocemos a los antepasados de muchos americanos de origen hispano ya que fueron los EE.UU. los que llegaron a ellos y no al revés. Así fue en Puerto Rico, y por todo el suroeste. Nosotros los californianos tenemos un gran aprecio por la avanzada cultura hispánica, que ya existía en nuestro estado antes de que fuéramos parte de los Estados Unidos. Así como en otros estados del suroeste que contaban con pujantes ciudades hispánicas, con gobernanza, ranchos y negocios. Existía también un gran sistema de misiones, construído por el extraordinario padre franciscano Junípero Serra. Hoy con esta proclamación, le recordamos a nuestros conciudadanos que nuestra herencia hispana debería hacernos sentir orgullosos a todos los americanos.

Honramos a todos, a esos varios millones de ciudadanos cuya sola existencia ejemplifica los valores de la familia, el trabajo, el respeto hacia Dios y amor por el país. Cuando se trata de estos bloques fundadores del carácter individual, vemos que ningún otro grupo de ciudadanos debería estar más orgulloso que los americanos de ascendencia hispana. A lo largo de los años, las contribuciones que han hecho al país estos buenos ciudadanos han tenido un enorme impacto en nuestra forma de vida. Con trabajo duro construyeron grandes corporaciones, y consiguieron grandes logros. Y cuando buscamos ejemplos a seguir, individuos que han sufrido y superado toda clase de dificultades, en esta comunidad encontramos a montones. Pero el éxito no puede medirse solo en el ámbito comercial o en logros económicos, hay que reconocer también esos millones de heroicos padres que son parte de la comunidad hispana, quienes aún con dificultades para que el dinero alcance para todo, logran criar a sus hijos con dignidad y con orgullo, asegurándose de que reciban no solo buena educación sino buenos valores, valores que son muy importantes para los hispanoamericanos.

Esos mismos valores que han ayudado a forjar esta nación. Este es el carácter de esa gente a la que aplaudimos en esta semana de la herencia hispana, a la vez que reconocemos ese amor por el país, que subyace siempre, demostrado en tantos actos de coraje y de valor. En la comunidad hispana hay muchos héroes con quienes este país tiene una deuda que jamás podremos pagar».