Maradona, en una de sus revanchas con la vida: «No soy Supermán, pero no van a poder conmigo»
Enrique Ortego entrevistó al astro del fútbol argentino en 1992 tras su fichaje por el Sevilla
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Sobre Maradona se habían escrito muchas cosas en aquel otoño de 1992 en que el Sevilla le había abierto sus puertas para volver a jugar. «Bastó con frotar la lámpara y apareció el genio», «Volvió, vio y venció», «Diego sigue siendo mágico»... La «maradomanía» seguía funcionando a la perfección a pesar del año y medio que había pasado vigilado por la Justicia en Argentina. Hasta en Estados Unidos se habían hecho eco de su regreso. Y es que, según subrayaba Enrique Ortego en «Blanco y Negro», Maradona era el fútbol. Lo había sido en el pasado y en aquel año de las Olimpiadas de Barcelona y de la «Expo» de Sevilla estaba empeñado en seguir siéndolo, hasta que su cuerpo, ya algo rollizo, aguantara.
+ infoQuería borrar de su memoria su batalla perdida contra la droga, que fue suspendido durante quince meses por dar positivo en un control «antidoping» o que en abril de 1991 había sido detenido en Buenos Aires y pasó treinta horas en prisión. Prefería recordar el título de campeón del Mundo con Argentina en México 86, la Liga que ganó con Boca en el 81, las dos Ligas que dio al Nápoles, además de una Copa y la Copa de la UEFA...
Enrique Ortego había logrado robarle unos minutos, encerrándose con él en un salón del hotel Andalusy Park, su refugio de lujo en Sevilla. «Es la única forma de centrarle», destacó el periodista. Con las puertas cerradas. A su lado, su esposa Claudia abría la correspondencia y sus hijas ponían la música. «Diego, como decía Antonio Machado, todo pasa y todo queda...», comenzó diciendo el enviado de «Blanco y Negro».
«Sí, todo pasa y todo queda. Afortunadamente la vida te da revanchas. Nunca se para. La vida sería muy aburrida si no tuviera cosas feas que te den oportunidad para levantarte. Y yo me voy a levantar», aseguró Maradona.
+ infoHacía solo unos meses que había llegado a jurar que se retiraba y que no quería saber nada del fútbol, ni de sus gentes. Hablaba de todos con resquemor y Ortego se lo recordó. «En aquel tiempo -replicó el futbolista argentino- tenía que cumplir una sanción ridícula y era yo mismo quien me negaba la posibilidad de volver. ¿Para qué iba a entrenarme? No me dejaban ser libre, trabajar en lo único que sé. Era entrenarme toda la semana para nada, para el domingo estar en casa con mis nenas y con Claudia. Por eso me quería convencer a mí mismo de que no iba a volver. Pero con el final de la sanción todo cambió. Ahora me entreno y juego. Soy libre. Para Maradona comienza una nueva vida».
«¿Por qué vuelve realmente?», inquirió Ortego. Hay quien decía que era por dinero, por revanchismo... Maradona lo negó: «No, por favor, por dinero, no. Digan lo que digan los que no me conocen y hablan para hacer daño, con lo que he ganado en el fútbol podría vivir cómodamente el resto de mis días. Yo y todos los míos... Vuelvo porque sólo sé jugar al fútbol. Toda mi vida he hecho lo mismo y además vuelvo porque quiero desenmascarar a mucha gente; meter un gol a la mafia del fútbol que también existe. Quiero que el aficionado se dé cuenta de que en el deporte hay personas que solo están para hacer daño y que no han tocado un balón en su vida ni con la mano».
+ info«Entonces, ¿reconoce que vuelve por revanchismo, vuelve para reivindicarse ante una sociedad que le ha señalado con el dedo?», le preguntó el periodista. Y Maradona lo admitió. «Sí, para qué lo voy a negar. Vuelvo para borrar una imagen. Les voy a explicar a todos quién es más hombre y es más honesto dentro y fuera de la cancha. Por eso vuelvo. Es mi revancha con la vida, con la sociedad. Me quisieron matar y no pudieron. No soy Supermán, pero no van a poder conmigo. Voy a desenmascararles y demostrarles que justo los que más daño hacen, son los más débiles cuando se les planta cara».
Maradona había confesado a sus íntimos que cayó en la droga a causa del estrés al que estaba sometido en Italia. «Sí y es que es así -confesó-. Por eso yo quería escapar del fútbol italiano. Yo decía, a mi manera, que no se podía vivir la semana. Los domingos eran preciosos. Era lindo ver las gradas llenas dos horas antes de comenzar un partido. Y el colorido. En esto no hay quien mejore al fútbol italiano, pero durante la semana era imposible y en Nápoles más. Era la guerra del Norte contra el Sur y Maradona era la bandera del Sur, de Nápoles. Había gente que se inventaba cosas para que los del Sur les contestaran con otras. Pero no sólo era la Prensa. Los "tifossi" aprietan más que en ningún otro lugar. Yo no podía comer en un restaurante, me espiaban por las ventanas, ni salir con las nenas a ningún sitio...».
+ info«¿Y esa fue la única razón que le llevó a un terreno tan peligroso como el de la droga?», insistió Ortego.
«No, fue mi forma de explotar. Otros explotan por otro lado, cometiendo locuras... Yo exploté así. Cada uno tiene su manera de descargar esa presión. Yo cometí un error, pero ya pagué. Y quiero vivir una nueva vida. ¡Déjenme! Por eso me quería ir de Nápoles. Yo lo veía venir, me daba cuenta de todo, de todo... Por eso hace cuatro años me quise ir al Marsella. No quería seguir. Era otra forma de escapar de lo que yo veía que se me venía encima. Pero no me dejaron marchar. Siguieron machacándome».
+ infoEl periodista le preguntó entonces por sus recuerdos de aquel Maradona que llegó a España en 1982 para fichar por el Barcelona. «¿Qué recuerdo?... ¡Ufff! Aquel Maradona era muy veloz. Muy veloz en todos los sentidos. Dentro de la cancha y fuera. Quería alcanzar todo muy rápido. No tenía tiempo ni para enfermar. Quería vivir todas las sensaciones de golpe. Ahora soy otra persona, diría que ahora soy un hombre y entonces era un "pibe". Todo lo que me ha sucedido me ha servido para tranquilizarme. Mi mujer, mis nenas. Ahora a Sevilla llega un hombre que ha vivido muy deprisa y que recuerda al Maradona del Barcelona como un "pibito" que venía a descubrir Europa, una Europa en la que he pasado diez años y ya conozco tan bien como mi país».
Maradona siempre había reconocido que llegó muy joven a Barcelona y que, quizá, si hubiera llegado unos años después todo hubiera sido muy distinto. «Sí, lo digo porque es así -insistía-. En el Barcelona no pude jugar un campeonato completo. Tengo una deuda pendiente con el fútbol español y la voy a saldar con el Sevilla. No me podía retirar sin hacerlo, por eso elegí este club, porque me gustó su predisposición a defenderme contra Ferlano, el presidente del Nápoles. Luis Cuervas, el presidente sevillista, me dijo que él era más cabezón que su colega napolitano y lo ha demostrado. Muchos clubes decían que me querían, pero ninguno quería luchar por mí. Solo el Sevilla. Este equipo, sus gentes, han luchado por el hombre y por el jugador. Por eso estoy aquí».
+ infoMaradona decía ser feliz en Sevilla. «Estoy muy tranquilo y, como soy tan cabezón como Cuervas, yo también quiero demostrar que no estoy acabado. Acepto que se dude de mí, se tiene el derecho de dudar, de pensar que soy un vago que vengo a robarle la plata al Sevilla. Pero yo también tengo el derecho de sentir otra cosa. Me molesta sobremanera que no den oportunidades a las personas. Me molesta, me ha molestado y me molestará siempre que se hable de democracia, de derechos humanos, pero cuando tenemos que dar la mano a alguien que lo necesita, cada uno tira para un lado y nadie le ayuda. Sé que tendré que convencer a todos de que no vengo ni a robar, ni a ver la "Expo" de turista, pero que me den un margen prudencial, que no me "tiren" antes de tiempo. Yo respeto, que me respeten también. Y si me ven paseando por Sevilla, que no digan que es que no hago otra cosa porque no sería verdad. He venido aquí a trabajar duro», aseguró.
Aunque en la entrevista dejó la puerta abierta a una renovación, Maradona solo jugó una temporada en el Sevilla. Fue su última experiencia en Europa.