El macabro secuestro del cadáver de Charlot
Dos ladrones robaron el ataúd del genial cómico y exigieron medio millón de francos por su rescate, pero la viuda de Chaplin se negó a pagar: «Charlie lo hubiera encontrado ridículo»
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«La tumba está vacía, el ataúd ha desaparecido». En el cementerio suizo de Corsier-sur-Vevey estaban consternados. Alguien había robado el cadáver de Charlie Chaplin. «Por el estado en que se encuentra el suelo alrededor de la tumba es posible que se lo llevaran la noche pasada», informó el jueves 2 de marzo de 1978 un funcionario de la Policía de Vevey.

«Charlot» había fallecido a los 88 años en esta localidad suiza próxima a Lausana en la noche de Navidad de 1977. El genial cómico fue enterrado tres días después en este camposanto que domina el lago Leman. Aún no se había colocado su lápida cuando los ladrones profanaron la tumba en la madrugada del 1 al 2 de marzo.
Su hija Geraldine Chaplin, que por entonces mantenía una relación con el director de cine Carlos Saura, se encontraba en Suiza visitando a la familia cuando se enteró del suceso por la prensa.
+ infoLa Policía de Lausana abrió inmediatamente una investigación mientras los medios especulaban con quién podría estar detrás de aquel macabro robo. Se creyó que sus autores pedirían un elevado rescate por los restos de Chaplin a su viuda, Oona O'Neill, cuya fortuna se calculaba en más de 25 millones de dólares (unos 2.000 millones de pesetas de entonces). Sin embargo, en cuanto se enteró del robo Oona dejó bien claro que nunca pagaría nada. «Charlie lo hubiera encontrado ridículo», dijo.
Otra de las hipótesis que se barajó en aquellos días era que había sido sustraído por admiradores británicos, ya que el famoso cómico, que vivió sus últimos años en Corsier-sur-Vevey, siempre deseó ser enterrado en su patria. En Hollywood también se decía que había sido extraído de su tumba porque era judío y había sido enterrado entre gentiles.
+ infoEl 17 de mayo la Policía suiza detenía a los dos ladrones y recuperaba el ataúd de Charlot a pocos kilómetros de distancia del cementerio de Corsier. Roman Joseph Wardas, de 24 años y nacionalidad polaca, y el búlgaro Gandscho Ganev, de 38 años, confesaron haber robado el ataúd, que pesaba más de 120 kilos, y haberlo llevado en su coche hasta la población de Noville, donde lo volvieron a sepultar en un campo de maíz.
Habían intentado extorsionar a la viuda del famoso cineasta británico exigiendo medio millón de francos suizos (20.865.000 pesetas) por los restos de su difunto esposo. Pero pincharon en hueso. La viuda de Charlot había autorizado a la Policía a interceptar su teléfono tras el robo y dos agentes lograron detener a Roman Joseph Wardas cuando telefoneó a la familia Chaplin desde una cabina de Lausana. Su cómplice cayó poco después, delatado por su compañero.
Desde el primer momento Oona se mantuvo firme en no pagar ni un céntimo de rescate. «Para ella, su esposo estaba en el cielo y en su corazón y en ningún otro sitio», dijo un funcionario de Policía.
Los restos de Chaplin fueron enterrados de nuevo en el mismo cementerio suizo, aunque en una tumba de hormigón para disuadir a posibles imitadores. Fue la última «película» que protagonizó Charlot.
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