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Las inocentadas más memorables de ABC: Del viaducto hundido a la multa a Arias Navarro o el amor de Jesulín y Mar Flores

El periódico hizo desaparecer uno de los leones del Congreso o aterrizar un zepelín en San Sebastián durante la Primera Guerra Mundial, entre otras muchas bromas

Primera inocentada de ABC: el hundimiento del viaducto de la calle Segovia+ info
Primera inocentada de ABC: el hundimiento del viaducto de la calle Segovia
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«Al salir hoy a la calle, todo español despabilado llevará una fuerte preocupación entre una y otra ceja. Hoy es el día de los Santos Inocentes… ¡Por Dios, que no nos engañen!», reivindicaba José María Salaverría en ABC el 28 de diciembre de 1908.

Tal día como hoy, 28 de diciembre, la Iglesia Católica conmemora el asesinato de los varones de menos de dos años de Belén por orden del rey Herodes, que intentó así acabar con el Mesías. El origen de celebrar el día de los Santos Inocentes con bromas es confuso. Lo más probable es que esta costumbre naciera en la Edad Media. Existía en muchos lugares del centro de Europa la tradición de elegir a un niño, el «obispillo», entre los miembros de los coros de las catedrales, con un mandato que llegaba hasta el día de los Santos Inocentes.

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Todo ello se enmarcaba en las fiestas que, herederas de las Saturnales romanas –del 17 de diciembre-, se celebraban con la idea de subvertir el orden social durante unos días. Sobre todo entre el día de Navidad y Año Nuevo, las conmemoraciones, como «la fiesta de los locos» o la «fiesta del asno» se proponían mofarse de las autoridades durante unos días. En el siglo XV se prohibió, aunque se había arraigado tanto que se convirtió en una celebración de los Santos Inocentes. En España comenzó bajo el reinado de Felipe II y se exportó a América, donde se sigue celebrando. En los países anglosajones se celebra algo similar el 1 de abril, el «April fools' day».

En la prensa es una costumbre que viene muy de lejos. ABC lo celebró por primera vez un 28 de diciembre de 1905, cuando publicó una noticia, en la que se anunciaba la destrucción del Viaducto de la calle de Segovia de Madrid. «La catástrofe de esta madrugada», se titulaba y comenzaba así: «A las cuatro y media, cuando nuestro número estaba para entrar en máquina, recibimos aviso telefónico de que el Viaducto de la calle de Segovia se ha hundido. Salen inmediatamente para el lugar de la catástrofe nuestros redactores y fotógrafos. Los primeros nos envían los datos que publicamos a continuación, y los segundos varias fotografías, de las cuales sólo publicamos una por los apremios del tiempo. Es la que, sin embargo, da idea más aproximada de la magnitud de la catástrofe...»

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Se trataba de un fotomontaje que hoy nos puede resultar algo ingenuo, pero que por aquel entonces fue el «no va más» e hizo que muchos lo creyeran. El autor del trucaje fue el dibujante Medina Vera, y aunque la copia que nos ha llegado no es de mucha calidad, sí que es un testimonio interesante. Al día siguiente, ABC explicaba en una nota que « la broma fue bien acogida y celebrada y en honor a la verdad, deberíamos decir que el único culpable de la catástrofe fue nuestro compañero Sr. Medina Vera, que compuso la fotografía».

Un año después, ABC aprovechó las obras de desmontaje del Obelisco de la Castellana para anunciar el hallazgo de un nuevo premio Gordo. «Ayer a última hora de la tarde levantaron los operarios unas losas del basamento y observaron que bajo ellas había, recubierta de tierra, un arca de madera como de un metro de larga y medio de ancha, con herraje y aplicaciones que aparecían medio destruidas por el óxido y la humedad. Procedieron a extrar lo que ellos consideraron una cada sin importancia. Algunos transeúntes que advirtieron la maniobra se aproximaron al sitio del hallazgo. Al apoyar una palanca de hierro entre la piedra y el arca, saltó uno de los tableros y entonces pudo observarse que dentro había monedas de oro y bastantes papeles manuscritos».

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En 1907, el periódico informaba de un inaudito suceso ocurrido durante la madrugada: «uno de los leones de bronce que eran gala del Congreso y testimonio de nuestras glorias en África ha desaparecido». En la imagen que publicó ABC sobre estas líneas se apreciaba la ausencia del león, aunque en la nota se indicaba, para calmar a los más crédulos, que la figura había aparecido abandonada en un rincón del Retiro.

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Siguiendo con su especialidad, las inocentadas con fotografías trucadas, ABC reunió en 1912 en portada a los líderes políticos de la época, algunos de ellos, enemigos irreconciliables. El conde de Romanones, Alejandro Lerroux, Gumersindo de Azcárate, Rafael Salillas, Pablo Iglesias, Rodrigo Soriano, Melquíades Álvarez y Emiliano Iglesias aparecían juntos en un supuesto banquete en la casa de Romanones.

Durante la Primera Guerra Mundial, ABC publicó una imagen de un zepelín posado en San Sebastián+ info
Durante la Primera Guerra Mundial, ABC publicó una imagen de un zepelín posado en San Sebastián - ABC

En 1914, en plena Primera Guerra Mundial, apareció la imagen de un zepelín posado frente al Casino de San Sebastián, en una fotografía firmada por un inexistente Enríquez. Una imagen increíble en plena contienda y que volvía a incidir en la broma fotográfica, habitual hoy en día, pero extraordinaria en aquellos años. Lo que se veía no podía ser falso, o al menos era mucho más creíble.

El acoso de la censura

Durante los años treinta y cuarenta, con el acoso de la censura, republicana primero, franquista después, las bromas prácticamente desaparecieron. Avanzamos mucho, hasta 1971, cuando se publicó una portada simpática del entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, siendo multado por un Policía municipal. La curiosa imagen, un montaje de la sección de Huecograbado del periódico, fue explicada al día siguiente: «Él ni conduce ni ha conducido nunca automóvil».

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En 1994, se anunció que el juez Baltasar Garzón se presentaría como «número 2» del PP por Madrid, en las listas justo detrás de José María Aznar, quien le habría prometido «el Ministerio de Justicia e Interior en un futuro Gobierno». Era la misma oferta que había recibido del PSOE un año antes, y que nunca vio cumplida.

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Dos años después, el periódico sorprendió con una «primicia» en su sección de Gente que vinculaba sentimentalmente a la modelo Mar Flores con el popular torero Jesulín de Ubrique. «Por fin triunfó el amor», rezaba el titular bajo una imagen de la pareja y en el texto se ponían en boca de Mar Flores estas palabras: «Estoy loca de amor por Jesulín».

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Hoy no son tan habituales este tipo de bromas. Tal vez porque estemos perdiendo el humor, porque sería mucho más difícil encontrar la verdadera inocentada en la prensa o porque las tradiciones, igual que vienen, se van. Quizá, como decía Camilo José Cela, porque «las inocentadas de los periódicos tenían más gracia, o hacían más gracia, antes que ahora, que los lectores están más escamados y maleados; la explicación quizá estribe en que la gente era más crédula e ingenua y estaba deseando pasmarse ante lo desusado e insólito, ese ingrediente que ahora sobra en el mundo entero. Con poner una foto con un barco encallado ante la estatua de la Cibeles, por ejemplo, o con un avión de pasajeros aterrizado en la Puerta del Sol, por fortuna sin desgracias personales, era increíble, sí, pero jamás faltaba quien se llegase a comprobar que la noticia no era cierta».

El periodismo fue abandonando esta costumbre a finales de los años 90 en nombre de la credibilidad y la deontología profesional. Pero es una pérdida que a algunos nos produce una cierta melancolía, la de unos tiempos en los éramos capaces por unas horas de reírnos con la inocencia de un niño. En fin, la verdadera inocentada nunca se sabe por dónde vendrá. Tal vez este artículo no sea más que una enorme noticia inventada. ¡Quién sabe!

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