El héroe nazi de las SS que murió plácidamente en España a cara descubierta
Otto Skozerny, jefe de comandos, se hizo famoso por la liberación de Mussolini en el Gran Sasso

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Otto Skorzeny nunca renegó de su pasado nazi. Fue este coronel austriaco de las SS quien liberó a Benito Mussolini de un hotel del Gran Sasso en un espectacular golpe de mano. Fue este jefe de los comandos de la Wehrmacht quien logró infiltrarse entre las filas enemigas durante la ofensiva de las Ardenas para sembrar la confusión en la retaguardia aliada, haciendo pensar en un plan para asesinar al general Eisenhower. Fue él el más audaz héroe militar del Tercer Reich, admirado y condecorado por Adolf Hitler. Fue él quien estuvo durante 36 horas al mando de la Wehrmacht en 1944 tras el fracaso de la operación Walkiria. Y sin embargo, este hombre, a quien el Alto Mando aliado calificó en aquellas fechas como «el más peligroso de Europa», logró vivir plácidamente en España hasta su muerte en 1975 a consecuencia de un cáncer de pulmón.
+ info«Tenga en cuenta y quiero que así lo haga constar que yo no soy refugiado político; estoy en España simplemente porque me gusta y no por obligación. Con mi pasaporte puedo desplazarme prácticamente a donde desee», le dijo a Antonio Alférez mientras le tendía su enorme mano que era casi como una maza durante una entrevista que concedió a este periódico en 1970. Skorzeny medía 1,95 metros y debía pesar un centenar de kilos, estimó el periodista, aunque era difícil encontrar algo de grasa en su cuerpo atlético. Por entonces tenía 62 años y decía practicar todos los deportes, «especialmente la natación, el submarinismo, atletismo y esquí».
El «libertador del Duce» había citado a Alférez en su oficina de trabajo, a un paso de la Puerta del Sol de Madrid. Por entonces había publicado sus memorias y seguía escribiendo. «Sepa que mis artículos y reportajes son disputados por grandes periódicos de países como Estados Unidos, Inglaterra y Francia, por citarle unos ejemplos. Escribo de temas paramilitares: Vietnam, Oriente Medio, OTAN, etc. Mis artículos ofrecen una información de primera mano, ya que cuento con amigos por todo el mundo y ellos me comunican todas las novedades importantes que acontecen en el escenario donde ellos actúan», le contó. El hombre, a quien llamaban «Caracortada» por la gran cicatriz que surcaba su mejilla izquierda, entendía y hablaba rápido en español, aunque con algunos errores de dicción.
Al término de la contienda fue hecho prisionero por el ejército estadounidense y en 1947 se sentó ante un tribunal aliado en Núremberg para responder por la matanza de prisioneros estadounidenses en la localidad belga de Malmedy que cometieron las tropas que él dirigía en la batalla de las Ardenas, entre otras acusaciones, pero de todos los cargos resultó absuelto en 1947. Fue internado en un campo de concentración, donde esperaba a comparecer ante un tribunal de desnazificación alemán, pero escapó meses después y se estableció en Madrid, con el nombre de Robert Steinhauer. Aquí sería bien tratado por el régimen franquista y recobraría con el tiempo su auténtica identidad. «España es mi segunda patria y terminaré mi vida aquí. Conozco españoles de todas clases y esferas. Me gusta el carácter español», afirmaba en 1970.
Su nombre estuvo unido a rumores de participaciones en golpes y contragolpes, en operaciones de venta de armas, de rapto de políticos. ¿Qué había de verdad en todo eso?, le preguntó Alférez. Y Skorzeny respondió algo colérico: «La única verdad existente sobre esto es que mi nombre es fuente de ingresos para los periodistas de corte sensacionalista o tendencioso. El noventa por ciento de las cosas que se publican sobre mí son completamente falsas. Mire, amigo, la guerra es algo que para mí acabó en 1945; ahora sólo me ocupo de ella para escribir. Le voy a dar una prueba de las fantasías que se publican sobre mi persona: cuando la guerra 'de los seis días' un periódico de Moscú afirmó que yo había sido el consejero militar de Israel, y ahondando en este mismo absurdo, un diario polaco señaló que yo había suplantado al general Dayan y me hacía pasar por él engañando a todo el mundo».
+ infoSkorzeny se convirtió en una figura legendaria de la Segunda Guerra Mundial tras el célebre rescate de Mussolini en los Apeninos. El 'Duce' se hallaba confinado en un hotel del Gran Sasso y Hitler le encargó la difícil misión de liberarlo.
«Con la ayuda de una docena de paracaidistas, armados con fusiles ametralladores, el avión de Skorzeny logró durante una madrugada un aterrizaje perfecto en medio de una espesa niebla y a escasos veinte metros de la escalinata principal del hotel Gran Sasso. Rápidamente - resumió ABC- sus hombres desarmaron a los italianos, que dormían confiados en el cuerpo de guardia. Skorzeny penetró en la habitación donde se hallaba confinado el 'Duce' y, en italiano, le dijo que estaba allí para rescatarle por orden del Führer. Mussolini, entre incrédulo y asombrado, preguntó a su vez: «¿Qué es esto?». Pero ya más calmado, al ver uniformes alemanes a su alrededor, dijo: «Estaba seguro que Hitler no me olvidaría en estas montañas. Vamos». Y poco después Mussolini volaba a bordo de una 'cigüeña' -el pequeño aparato que pilotaba Skorzeny- hacia su reencuentro con Hitler, aunque más tarde, al regresar a Italia, le esperara el trágico fin de todos conocido».
+ infoTras esta exitosa misión, Skorzeny se convirtió en un héroe popular del Tercer Reich. Hitler le condecoró y lo ascendió a comandante.
Después de ésta y otras míticas operaciones especiales durante la guerra, en las que demostró su audacia, no es de extrañar que en la posguerra se le relacionara con diversos asuntos en la sombra. El historiador Paul Preston recordaba en este periódico que en España «dirigió un fructífero negocio de importación y exportación y estuvo mezclado con ultraderechistas españoles hasta los años 70». También fue una de las principales figuras de Odessa en España, la red secreta que ayudaba a los nazis a escapar a Sudamérica. Se dijo que había sido guardaespaldas de Eva Perón, que asesoró o participó en casos de espionaje y sabotaje con gobiernos occidentales, pero la revelación que sorprendió a todos fue que realizó 'trabajos' para el Mossad en los años sesenta.
Trabajó para el Mossad
«Otto Skorzeny, el legendario coronel de las fuerzas del comando paracaidista de Hitler, fallecido en 1975 en la capital de España, colaboró con los servicios secretos de Israel y provocó el fracaso de un programa de misiles balísticos en Egipto», publicó en 1989 este periódico haciéndose eco de la información de la revista israelí 'Matara' (Objetivo), especializada en asuntos militares y de espionaje.
+ infoSegún dicha publicación, los agentes del Mossad reclutaron a Skorzeny para la 'Operación Damocles' en 1963, después de entablar amistad con su segunda mujer y ser invitados a cenar en su residencia madrileña.
La única condición que impuso Skorzeny, según reveló años después el director del Mossad entre los años 1962 y 1968, Meir Amit, fue que sus memorias pudieran ser traducidas al hebreo y vendidas en Israel, para demostrar al pueblo judío que él no fue un criminal nazi.«Los enemigos de la raza aria, que diría su antiguo 'führer', le ofrecen una misión muy especial: colaborar en la caza de varios científicos nazis contratados por el presidente egipcio Nasser para crear una fábrica de aviones y de misiles con las que reforzar su ejército ante un conflicto con Israel», escribió Pedro Corral en 1995.
El 11 de septiembre de 1962, el alemán Heinz Krug fue secuestrado en Múnich y nunca más se supo de él. Rosalía Sánchez, corresponsal en Berlín, contó que era un secreto a voces que Krug había estado reclutando científicos alemanes que trabajaron en el desarrollo de cohetes durante el Tercer Reich y los sacaba del país a través de la red de Odessa. Las sospechas de que el Mossad estaba detrás de aquella desaparición se confirmaron en 2016, cuando el diario israelí 'Haaretz' publicó transcripciones de conversaciones entre Krug y miembros de los servicios de inteligencia de su país que no solo demostraron que cayó en manos de los servicios secretos israelíes, sino que Skorzeny fue el encargado de eliminarle.
El Mossad sabía desde 1961 de la existencia de la Fábrica 333, en la que trabajaban científicos alemanes. Krug, su reclutador, había contactado con el doctor austríaco Otto Yoklek en Viena con una buena oferta, pero éste informó al Mossad. Según narraba Rosalía Sánchez, el director de la agencia israelí, el general Isser Harel, obtuvo permiso del Gobierno de Ben Gurion para acabar de raíz con el peligro, pero sin incomodar a Alemania pues esperaba recibir de este país armamento para su programa de Defensa. Así fue como se puso en marcha la 'operación Damocles' y se fichó a Skorzeny para acabar con Krug sin comprometer al Gobierno de Israel.
«¿Qué se le prometió a cambio a Skorzeny?», se preguntaba el historiador y periodista alemán Robert Probst. «Dinero tenía suficiente, según él mismo dice en esas conversaciones transcritas, pero tenía mucho interés en que su nombre fuese tachado de la Lista del famoso cazador de nazis Simon Wiesenthal». La corresponsal del periódico apuntaba que la lista Wiesenthal no fue modificada, «pero Skorzeny pudo seguir tranquilamente con su vida, gracias a su inmunidad».
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