«Albert Uderzo, el padre que escogió Astérix»

«En su persona se juntan dos características físicas, que no dejan de causar curiosidad, sobre todo teniendo en cuenta que se gana la vida como dibujante. La primera es que Uderzo es daltónico; su madre se dio cuenta al comprobar la contumacia con que el pequeño Albert, una y otra vez, pintaba de color rojo el césped de las casitas que dibujaba en su cuaderno escolar. Ahora, Uderzo utiliza a su esposa de lazarillo cromático cuando tiene alguna duda. La otra curiosidad es que nació con seis dedos en cada mano; de los apéndices adicionales, los únicos rastros perceptibles hoy son sendas leves cicatrices en los lugares oportunos» nos desvelaba nuestro compañero Juan Ignacio García Garzón en una charla publicada en ABC el 28 de junio de 1986

, con el dibujante galo fallecido este martes a los 92 años.

Uderzo (1927-2020) fue completamente autodidacta y pronto comenzó a dibujar y pronto también a publicar: «Fue en 1941, en una revista mensual tipo almanaque, de cuyo nombre no me acuerdo. Cuando tenía dieciocho años entré a trabajar en un estudio de dibujos animados y, más tarde, ya en 1951, conocí a René Goscinny, que ha sido una de las personas decisivas en mi vida». Con él y con Charlier fundó en 1959 la célebre revista «Pilote», fundamental en el desarrollo de la historieta francesa.

«Astérix nació para Pilote. Para contrarrestar el diluvio de superhéroes norteamericanos. Se nos pidió que creáramos un personaje típicamente francés, y la primera lección de la Historia de Francia que se estudia en las escuelas es, precisamente, "Nuestros antepasados, los galos"». Así confesaba Uderzo el nacimiento de la «aldea poblada por irreductibles galos que resiste todavía y siempre al invasor». Rememoraba Uderzo el nacimiento durante agosto de 1959, con un calor espantoso. Uderzo lo contó en un artículo publicado en ABC en 2001 Goscinny quería que el personaje fuera pequeño, quería un antihéroe. Pero Uderzo pensaba en un tipo grande y fuerte. Por ello se creó Obelix, el compañero inseparable de Asterix.

«-¿Cuál era su método de trabajo con Goscinny?

-Desde el principio simpatizamos y comprendimos que profesionalmente teníamos muchas ideas parecidas. él venía de trabajar en «Mad» y venía lleno de influencias anglosajonas. A los dos nos parecía que entonces, al principio de los cincuenta, la historieta humorística francesa no era nada divertida, siempre repetía bromas infantiles, como la de la tarta en la cara y cosas así. Enseguida nos pusimos de acuerdo para trabajar juntos, él ocupándose de los guiones y yo del dibujo. Desde el punto de vista profesional, nunca tuvimos disputas, casi siempre coincidíamos. Nos reuníamos para confrontar ideas alrededor de un vaso, que siempre ayudaba; cuando encontrábamos el camino, él se ponía a escribir el guion y enseguida me lo entregaba. Con él siempre sabía a dónde iba y podía prever la evolución de los personajes. Fue un compañero irrepetible». Sin embargo, Goscinny desapareció pronto, en 1977. Ante las presiones decidió seguir la serie.

Uderzo no entendía bien el éxito de su creación: «No me lo explico. Cayó sin pensarlo encima de nuestras cabezas. Comenzamos con un proyecto histórico dirigido a los niños franceses porque no había publicaciones para ellos. Creamos un cómic bajo la inspiración de los diseñadores americanos».

El caso es que el éxito ha sido imparable. Astérix y Obélix han acompañado a millones de niños -y no menos adultos- desde su aparición hace ya 51 años. Y su influencia en la historieta gráfica es fundamental, muy cercana a la de su gran rival, el belga Tintín. En 2007, con motivo del 80 aniversario de Uderzo, los mejores ilustradores de todo el mundo le homenajearon con un álbum titulado «Astérix y sus amigos», entre ellos Frank Lloyd, Forges, François Boucq, Milo Manara,Vicar, Juanjo Guarnido y Zep, entre muchos otros.

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Los homenajes también llegaron a Goscinny, a quien se homenajeó a los 30 años de su fallecimiento con un álbum en 2007. Leopoldo Calvo-Sotelo Ibáñez Martín prologó el libro y publicó en ABC el 9 de noviembre de 2007 un pequeño artículo en el que comenzaba: «Como toda obra clásica, las aventuras de Astérix han resistido bien el paso del tiempo; pero, por supuesto, al margen de los clásicos, el tiempo ni se para ni tropieza».

Desde 2013 ha seguido de la mano del guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad, designados por el propio Uderzo como sus sucesores. Han introducido algunos cambios y personajes nuevos, que, según Ferri, «no obedecen a más voluntad que la de seguir abriendo plano y enriqueciendo la serie». Ni hablar, pues, de intentar pescar público juvenil en viñeta revuelta. O por lo menos no de manera consciente y voluntaria. «No creo que podamos atraer a nuevos lectores de forma artificial. Nosotros creamos una historia y luego ya se verá», defendía Ferri. Al final, añadía Conrad, se trata de una suerte de proceso de ensayo-error, un ir probando hasta que lo nuevo y lo viejo se alinean en plena armonía. «Voy introduciendo cambios y veo si hay rechazo o no», explicaba el dibujante. El trabajo, añadía, puede llegar a ser agotador. «Es cansado porque tienes que responder a expectativas a veces contradictorias. Si trabajas en tus propias obras, inventas todo el universo, pero con Astérix es imposible, hay un estándar de excelencia», zanjaba.

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Al menos Astérix y Obélix, Julio César, los irreductibles galos, los piratas, Idéfix y compañía seguirán acompañándonos durante muchos años más, temiendo sólo que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.