La Agencia Internacional de la Energía asegura que el país asiático registra la demanda más alta a nivel mundial, centrada sobre todo en la industria.

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Que China escala posiciones para convertirse en la primera potencia mundial es algo que nadie desconoce. De hecho el escaso efecto que ha tenido la crisis financiera global en el gigante asiático la ha colocado como uno de los motores de la recuperación y las compañías internacionales han puesto sus ojos en ella como potencia capaz de reactivar la economía mundial.
Su situación como principal acreedor, sobre todo de Estados Unidos, es un aspecto decisivo a la hora de otorgar a China influencia diplomática y para que pueda marcar los parámetros de los acuerdos internacionales y los marcos regulatorios en materia energética.
Según Paul Isbell, experto del Real Instituto Elcano, Estados Unidos y China mantienen una relación simbiótica en materia política y económica aunque, desde hace unos años, la posición fuerte recae en el país liderado por Hu Jintao. Esta escalada de poder en el ámbito internacional se refleja en el crecimiento económico y en el consumo de energía de ambos países. Una prueba de ello es que, desde el año 2000, la demanda enérgetica de China se ha duplicado. Este incremento se ha producido antes de lo previsto por la Agencia Internacional de la Energía, que lo achaca precisamente a la crisis económica. En 2010, el consumo energético per cápita sigue siendo un tercio de la media de la OCDE, por lo que el fuerte impulso vendría dado por la industria pesada y la construcción de grandes infraestructuras.
Conflicto de intereses
La alerta de la Agencia Internacional de la Energía ha sido clara: China supera a Estados Unidos en consumo energético. Sin embargo, el país asiático lo ha desmentido rápidamente. Uno de los motivos para parar el anuncio puede ser que el Gobierno chino no quiera colocar a su país en el centro de las críticas por ser la mayor fuente de gases invernadero en el mundo. Pese a que China ha prometido reducir el crecimiento de estas emisiones, siempre se ha negado a adoptar los controles obligatorios que marca el Protocolo de Kioto.
El hecho de que sea el primer consumidor mundial puede volver a colocarlo en el punto de mira de la lucha contra el cambio climático. Y esto, según Paul Isbell, lo situaría en una coyuntura complicada de cara a las relaciones diplomáticas con su competidor directo: «Con este desmentido, China quiere mitigar los posibles efectos negativos que este anuncio podría generar en sus relaciones con Estados Unidos y en su imagen de cara a los “votantes” norteamericanos».
En palabras del experto del Real Instituto Elcano en relaciones internacionales y energía, China avanza por delante de otros países en cuanto a inversión tecnológica destinada a las renovables. Todavía no es la primera potencia económica mundial, pero se sitúa sólo por detrás de Estados Unidos.
El color de la energía
Con una población que supera los 1.200 millones de habitantes y una industria incipiente por sus bajos costes y multitud de oportunidades para la expansión, nadie duda de que China seguirá creciendo y, por tanto, su demanda energética también. La cuestión es qué tipo de energía será la elegida para acoger el crecimiento chino. Desde Repsol aseguran que está muy por detrás de Estados Unidos en el consumo de petróleo (mientras que el país norteamericano ronda los 20 millones de barriles diarios, China consume cerca de 8 millones). La fuente de energía tradicional en el gigante asiático ha sido tradicionalmente el carbón mineral, aunque desde hace unos años se ha propuesto liderar el desarrollo de las renovables (con una inversión de más de 30.000 millones de dólares).
En estos momento, China dispone de más capacidad que Estados Unidos para estimular el sector de las energías limpias y, por ahora, ha sido el estado que más medios ha destinado a tal efecto. La energía eólica y la solar son sus principales apuestas para liderar su desarrollo sostenible, sin olvidar a la nuclear. El país asiático ha proyectado una fuerte inversión en reactores nucleares que podrían entrar en funcionamiento en 2013 para cubrir la creciente demanda energética de la segunda potencia mundial.