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Las comisiones falleras, un año más, tirarán del mix de bombillas tradicionales y de bajo consumo para ahorrar energía.
Fallas sostenibles, a la par que luminosas
La calle Sueca (Valencia) es siempre una de las más iluminada|ABC
Ya han comenzado las fallas. Del 15 al 19 de marzo la ciudad de la luz será Valencia, no París. Es tradición que cada comisión fallera decore las calles que circundan a su ninot. Y Sueca es casi siempre una de las más premiadas. El año pasado, por ejemplo, quien se acercó hasta ella perdió la cuenta del número de bombillas que la engalanaban cuando llegó a 999.999. Más de un millón de luces empleó la compañía italiana contratada para la ocasión. La mezcla de faroles tradicionales y de bajo consumo en nada desmereció la alegoría preparada: la veneciana Plaza de San Marcos trasladada a pleno centro valenciano.
Trescientos sesenta y cinco días después, la Falla Sueca repite concienciación ecológica: utilizará 350.000 LED. Estos diodos, junto al uso de otras fuentes renovables, reducirían hasta un 80% el consumo energético de las fallas, apuntan expertos del Instituto Tecnológico de la Energía (ITE). La Falla Cuba-Literato Azorín superará a su competidora en iluminación «verde»: invertirá 600.000 microbombillas y 250.000 LED. Más ahorro de energía, también de euros; menos calor y mismo color.
La falla del Ayuntamiento de Valencia también se valdrá de este tipo de luces, además de rentabilizar la electricidad almacenada en los acumuladores de una instalación solar. «Se trata de un proyecto pionero mediante el cual el Consistorio podrá iluminar los monumentos falleros de un modo gratuito y respetuoso con el medio ambiente», declaran desde la Asociación de Empresas del Sector de la Energía (Avaesen). Vía el «limpio» wi-fi se enviarán, además, videos del encendido de los ninots a móviles y ordenadores particulares.
Cáscaras de naranja
Sobre la conveniencia del poliestireno, el corcho blanco que sirve para crear las figuras, también se viene hablando desde hace algunos años. En 2007, en un Foro organizado por la Asociación de Estudios Falleros saltó el nombre de un posible sustituto, el carbonato de polilimoneno, que se obtiene de la cáscara de las naranjas. «Es una opción muy sostenible para el medio ambiente», opina el químico Joan Francesc Álvarez. Pero la alternativa más económica sigue siendo la tradicional: «El poliestireno es muy maleable, permite hacer fallas de gran envergadura y su precio es razonable», comenta Alejandro Santaeulalia, artista fallero. El corcho blanco tiene una combustión muy calórica, explica el documentalista de Fallas Manuel Sanchis Ambrós. Sin embargo, «el resto de los componentes habituales que se emplean en la realización de una falla, como el cartón, la madera y las pinturas son mucho más contaminantes», matiza.
El taller de Santaeulalia participó hace tres años en una experiencia piloto. La Universidad Politécnica de Valencia, en colaboración con una empresa británica, desarrolló un plástico, a priori más ecológico, a partir de alcoholes, pero de aplicación «inviable en esta industria local». El material no se podía fabricar a gran escala. «Volver a los materiales convencionales reduciría la figura una quinta parte. Y el artista que optara por ello estaría fuera del mercado», sentencia el artista.
El catedrático Eduardo Peris Mora lo tiene claro: «A diario contaminamos mucho más que con una cremà de una falla, por ejemplo, con los humos de los coches».