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Un nuevo modelo de soporte flotante abre la vía para instalar parques eólicos en aguas profundas en nuestras costas. Hoy es sólo un mástil meteorológico que flota en el Cantábrico, pero en unos meses tendrá aspas y motor.
Un prototipo de turbina flotante en Cantabria
Un momento durante el transporte del mástil. (FOTOS: IDERMAR)
De momento, no tiene las aspas ni el motor de un aerogenerador. Es una torre de 60 metros que se alza sobre una boya que flota a tres millas frente a la Virgen del Mar (Santander). Desde el pasado mes de julio se está encargando de recoger datos relativos a la climatología e hidrodinámica de la zona: viento, oleaje, temperatura, caudal, velocidad, fuerza y peso del agua. También está analizando cómo se comportan los materiales metálicos de su estructura en un ambiente agresivo. Y en breve ofrecerá respuestas acerca de la posibilidad de obtener energía eólica marina en aguas profundas.
La sociedad mixta público privada Idermar ha desarrollado un nuevo modelo de soporte flotante: aguanta la carga de un mástil meteorológico encargado de medir el recurso eólico disponible. Una experiencia pionera en España y casi en el mundo. Idermar está constituida por el Gobierno de Cantabria a través de Sodercan, Actium, empresa de inversiones del Grupo Apia XXI, el Instituto de Hidráulica de la Universidad de Cantabria y la compañía Helium.
La boya experimental diseñada supone un importante avance tecnológico con respecto a las soluciones cimentadas actuales. A diferencia de éstas, no se ubica sobre el fondo marino, sino que flota anclada a tres pesos muertos de 300 toneladas cada uno. Unas gruesas cadenas unen los lastres a la estructura, que posee una longitud total de 100 metros y un peso aproximado de 70 toneladas. «Puede fondearse a profundidades de 50 metros, y deberá soportar olas de hasta 26 metros, condición imprescindible para que sea viable la producción de energía», comenta Marcos Pantaleón, presidente de Apia XXI. Los resultados obtenidos, en especial los recibidos durante el invierno, dadas las condiciones ambientales extremas de la costa cántabra, serán validados durante al menos un año.
Olas de once metros
Hasta ahora el mástil está comportándose de manera excelente frente a olas de 11 metros y rachas de viento de más de 70 kilómetros por hora, señala Iñigo Losada, director del Instituto de Hidráulica. Dentro de unos meses habrá una segunda torre en Santillana del Mar (Santander). Se localizará a una distancia mayor que su predecesora, a diez millas y 200 metros de profundidad. También gozará de una mayor envergadura: unas 200 toneladas de peso y una longitud de 120 metros, de los cuales 80 se elevarán por encima del nivel del mar. Y presentará mejoras constructivas y de instrumentación, pero, de igual modo, contará con paneles solares y anemómetros.
El carácter innovador de los prototipos radica en dos aspectos. Por un lado, son elementos fáciles de transportar, instalar y reparar. Se adaptan a diferentes profundidades y situaciones atmosféricas. Y reducen los costes operativos y ecológicos que provocan los parques eólicos marinos basados en la cimentación. Por otra parte, llenan las lagunas de conocimiento existente en torno al medio marino.
El proyecto de Idermar, valorado en 15 millones de euros, culminará en el verano de 2010, cuando se asienten sobre una tercera torre las primeras aspas y un motor. El prototipo tendrá una potencia de medio megavatio, pero no suministrará energía. Chequeará que el viento sopla a favor en la costa de Ubiarco (Santander), lugar elegido para establecer el parque experimental de aerogeneradores flotantes. Si funciona, se colocarán, dentro de los 5.000 metros cuadrados contemplados, las otras dos torres. Más tarde, las tres se conectarán a la red. Se estima que puedan generar entre tres y cinco megavatios.
Noruega fijó recientemente la primera turbina eólica flotante. Otro vecino europeo, Alemania,tambiénestádestinando un importante volumen de fondosa la creación de parques cimentados a gran distancia de la costa, así el tráfico marítimo, los emplazamientos militares o las zonas de interés natural no se ven afectadas. En España, en cambio, la legislación no autoriza la existencia de emplazamientos eólicos marinos antes de 2016, y los promotores se quejan de que apenas reciben incentivos de la Administración.
Además, «fijarse en la tecnología de noruegos, alemanes y daneses sólo beneficiaría a sus empresas y no permitiría a España generar más de 4.000 megavatios, justo los que prevé el Ministerio de Industria para 2020», opina Francisco Royano, Director General Adjunto de Sodercan.
En España la plataforma continental cae de forma muy abrupta: a cuatro kilómetros de la costa ya hay más de 50 metros. «Deberíamos potenciar la investigación de las empresas españolas en el aprovechamiento del recurso energético en aguas profundas y liderar internacionalmente el segmento de mercado de los aerogeneradores flotantes», concluye Royano. Los países del Pacífico, Estados Unidos y Japón, por ejemplo, ya trabajan en ello. Hay nicho para todos: el viento en el mar esmás intenso, constante y predecible.