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Gerhard Schröder Excanciller alemán y alto cargo de Nord-Stream «¿De verdad serviría de algo distanciarme en lo personal de Putin?»

Desde que dejó de ser canciller en 2005, Gerhard Schröder trabaja para la industria gasista y petrolera rusa y hoy, tras la invasión de Ucrania, sigue considerando a Putin su amigo personal. El socialdemócrata tiene una visión 'privilegiada' de la actual crisis energética y la guerra en Ucrania y, ante las duras críticas que recibe, también una secreta esperanza: «Quizá pueda volver a ser útil». Hablamos con él.

Sábado, 27 de Agosto 2022

Tiempo de lectura: 12 min

Schröder está de excelente humor, solo tiene un problema: ¿qué puede ofrecernos para cenar? ¿Sashimi quizá? Al final resultará que el restaurante japonés preferido de Schröder está cerrado, pero unas pizzas son una buena opción. El personal de seguridad se encarga de pedirlas.

En mayo, el Parlamento alemán le retiró algunos de sus privilegios como excanciller, como los gastos de su oficina, 419.000 euros el año pasado. Schröder ha presentado una demanda contra esa decisión. El SPD, el partido socialdemócrata al que pertenece, también lo ha invitado a irse. Pero, hasta ahora, lo único que ha dejado es el consejo de administración del consorcio petrolero ruso Rosneft, que presidía, con un sueldo oficial de 600.000 euros al año. También ha rechazado un puesto similar en Gazprom, la empresa gasista rusa, pero sigue en el consejo de Nord Stream AG.

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Puertas giratorias. Como canciller, Schröder trató a Putin de aliado y amigo. La alianza más relevante fue la del gasoducto germano-ruso Nord Stream, construido en 2005, poco antes de perder ante Merkel. Y, como 'puerta giratoria' sin precedentes, Schröder se convirtió ese mismo año en presidente de la Junta de Accionistas de Nord Stream. En 2017 añadió la presidencia del consejo de la petrolera rusa Rosneft.

El excanciller tiene un regalo para sus invitados: una taza con su perfil. Guarda un montón de ellas en el sótano. Cuenta que cuando el SPD las retiró de la tienda del partido, su mujer las compró todas. A pesar de todo, seguirá votando al SPD lo que le queda de vida, asegura Schröder con una sonrisa.


XLSemanal. Ha estado usted de visita en Moscú. Cuando un periodista lo descubrió allí, le dijo que estaba de vacaciones. ¿Iba en serio?

Gerhard Schröder. Por la forma en la que lo dije, hasta un periodista tendría que saber que era broma. Estaba en Moscú interesándome por la política energética.

XL. ¿En su condición de presidente del comité de accionistas de Nord Stream?

G.S. En realidad, las sanciones no afectan al gasoducto Nord Stream 1, y nuestra empresa tampoco tiene ninguna relación con la polémica de las turbinas y el suministro de gas a Alemania, solo somos proveedor de servicios de Gazprom. Pese a ello, quería informarme personalmente sobre el estado de la cuestión. En resumen, las turbinas que hacen falta para introducir el gas en la tubería son de Siemens y hay que someterlas a revisión periódicamente. La turbina de la que tanto se está hablando, la que se revisó en Canadá, Siemens la ha llevado a su planta en Mülheim. No entiendo por qué está en Alemania y no en Rusia.    

XL. Si nos pudiera explicar el tema de las turbinas con más detalle…

G.S. Con mucho gusto. Para que el gasoducto funcione a pleno rendimiento hacen falta cinco turbinas. Una de ellas tiene que estar siempre en reserva por si ocurriera algo. La turbina número dos se encuentra en Mülheim. La número tres está averiada y hay que arreglarla. La número cuatro hubo que pararla para comprobaciones rutinarias. La turbina número cinco está operativa y bombea 30 millones de metros cúbicos de gas al día. Esa es la causa de que el gasoducto solo esté transportando el 20 por ciento de la cantidad habitual. Si la turbina número dos estuviera disponible, serían 60 millones. Tal y como yo lo veo, la responsabilidad última recae en Siemens.

«Si no se quiere usar el Nord Stream 2, habrá que atenerse a las consecuencias. Y en Alemania serán enormes. ¿Revueltas populares? ¡Qué tontería! Los alemanes no son así»

XL. Me temo que a nosotros los aspectos técnicos nos los han contado de otra manera. Lo que muchos creen es que el presidente ruso ha cerrado el grifo del gas para presionar a Alemania.

G.S. Como es natural, planteé esa cuestión durante mi visita a Moscú. Y la respuesta fue clara: no hay ninguna indicación por parte del Kremlin para reducir el flujo de gas. Estamos ante un problema puramente técnico y burocrático, de las dos partes, por mucho que una de ellas le esté cargando toda la culpa a la otra.

XL. ¿Con quién habló en Moscú?

G.S. Con el responsable de la industria energética del país.

XL. Ese señor podría llevar a Alemania a una situación muy complicada… 

G.S. Debemos ser conscientes del escenario que podríamos tener en Alemania dentro de poco. Porque no va a ser solo cuestión de ducharse menos, como dice el ministro de Economía. Toda persona razonable está intentando ahorrar gas. Yo también. Por cierto, mi gas no viene directamente del Kremlin. Y lo pago al precio normal.

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Una vieja amistad. Putin con el director ejecutivo de Gazprom, Alexei Miller (segundo a la izquierda), y Schroeder en septiembre de 2011 durante la inauguración del soporte informático del Proyecto Nord Stream en la estación compresora de gas Portovaya, en las afueras de Vyborg. Putin inauguró el gasoducto Nord Stream, diseñado para llevar gas natural a Alemania a través del lecho del mar Báltico y evitar envíos a través de Europa central. |ALEXEY NIKOLSKY/AFP a través de Getty Images

XL. En su opinión, ¿qué podría hacer el Gobierno alemán?

G.S. La solución más sencilla sería poner en marcha el gasoducto Nord Stream 2. Está terminado y listo para entrar en servicio. Si al final las cosas acaban poniéndose realmente difíciles, tenemos ese gasoducto ahí, recordémoslo, y con los dos Nord Stream en activo ni la industria ni los hogares alemanes tendrían problemas de suministro.

XL. El Gobierno descartó categóricamente la puesta en marcha del Nord Stream 2 cuando se produjo la invasión rusa de Ucrania. 

G.S. Si no se quiere usar el Nord Stream 2, habrá que atenerse a las consecuencias. Y serán enormes aquí, en Alemania. Todos los que utilizan gas en sus casas lo van a notar.

XL. ¿Por la subida de las facturas?  

G.S. Así es. Para todas esas personas obligadas a mirar el céntimo va a ser muy duro. Y los alemanes se preguntarán: ¿por qué estamos renunciando al gas de Nord Stream 2? Hay un principio económico muy claro: cuando se reduce la oferta, los precios suben.

«Esta guerra es un error del Gobierno ruso. Pero no por ello tengo que hacerme constantemente el indignado»

XL. Suena a chantaje, ¿no le parece? Y la situación es preocupante. Hay quien vaticina revueltas populares si hay escasez de gas. 

G.S. Revueltas populares, ¡qué tontería! Los alemanes no son así. Pero sí que podríamos entrar en una dimensión nueva de la lucha por el reparto de la riqueza. Si llegamos a ese punto, no me gustaría estar en la piel de los responsables.

XL. La Comisión Europea ha propuesto que otros países de la Unión reduzcan su consumo de gas para ayudar a Alemania.

G.S. En fin, muchos dicen lo mismo que nosotros les dijimos a los países del sur durante la crisis del euro: habéis vivido por encima de vuestras posibilidades. En mis tiempos de canciller, Alemania solo dependía del gas ruso en un 35 por ciento. Al final de la era Merkel, nuestra dependencia era mucho mayor.

XL. ¿Por eso Alemania tiene una responsabilidad especial a la hora de contribuir a ponerle fin a la guerra?

G.S. Por supuesto que Alemania tiene una responsabilidad especial, junto con Francia. Y no se está haciendo lo suficiente, esa es mi impresión. Porque si hay algo claro es que hay que hablar. No pretendo quitarle el trabajo de mediador a nadie del Gobierno, pero ¿por qué tendría que dejar de mantener unas conversaciones que las leyes permiten y que no me ponen en dificultades ni a mí ni a nadie de mi familia?

XL. ¿Con eso quiere decir que en Moscú volvió a reunirse con Vladímir Putin?

G.S. Sí.

XL. ¿Y cuál es su conclusión?

G.S. La buena noticia es que el Kremlin quiere una solución negociada. Este enfoque ya se ha puesto en práctica, por ejemplo, con las conversaciones que tuvieron lugar en Estambul en marzo. La mediación turca fue de gran ayuda.

XL. Putin podría poner fin a la guerra en cuanto quisiera. Porque estará de acuerdo en que Rusia ha invadido Ucrania, ¿no?

G.S. En mi opinión, esta guerra es un error del Gobierno ruso. Lo he dicho en público y en privado. Pero no por ello tengo que hacerme constantemente el indignado, ese papel se lo dejo a otros.

«Este conflicto es parte de uno mayor. EE.UU. compite con China por la hegemonía global. Pekín actúa de una forma racional. Europa comete el error de apoyarse demasiado en EE.UU.»

XL. ¿Y en segundo lugar?

G.S. La pertenencia de Ucrania a la OTAN. ¿Y quiénes la impidieron durante la cumbre de la Alianza de 2008, afortunadamente? Pues Angela Merkel y su ministro de Exteriores. Fue una decisión inteligente, y el propio señor Zelenski ha dicho que hay alternativas a la entrada de su país en la OTAN, por ejemplo, una neutralidad armada, como la de Austria. Lo del Dombás ya es más complicado. Según los Acuerdos de Minsk, el Dombás debe seguir integrado en Ucrania, pero al mismo tiempo se le reconocen amplios derechos a la minoría rusa. Los ucranianos no han cumplido, incluso han abolido el bilingüismo en la región. Va a haber que buscar una solución en la línea del modelo cantonal suizo.

XL. ¿Un 'error'? También se podría definir de otra manera…

G.S. Es posible, pero ¿de qué serviría? Si se analizan los problemas verdaderamente relevantes, se ve que tienen solución. En primer lugar, Crimea. La idea de que el presidente Zelenski pueda reconquistarla militarmente carece de sentido. Salvo por la minoría tártara, la región es rusa. El líder soviético Nikita Jrushchov decidió entregársela a Ucrania, por aquel entonces parte de la URSS. Lo hizo pensando que la Unión Soviética duraría tanto como la Iglesia católica, lo que por suerte no fue así. Es una cuestión que podría resolverse con tiempo, quizá no en los 99 años del caso de Hong Kong, pero sí de cara a la próxima generación.

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La quinta mujer de Schröder... y van cinco. La surcoreana So-Yeon Kim, de 51 años, es la quinta mujer de Schröder. Se casaron en 2018, pero iniciaron su relación en 2015, cuando ambos estaban casados y ella trabajaba como intérprete. El exmarido de ella demandó a Schröder por 'deshonrarlo' y este fue condenado a una multa de 22.000 euros en Corea del Sur. La cuarta exmujer del mandatario, con quien estuvo 20 años y tienen dos hijos adoptados en Rusia, se limitó a decir que ella se enteró por la prensa. |Getty Images

XL. La duda es si de verdad Putin quiere la paz. 

G.S. Lo que acabo de esbozarles sería una salida factible al conflicto. Pero no está en la mano de una persona particular, por mucho que esa persona tenga la posibilidad de compartir algunas ideas con actores implicados en el proceso. Por eso, me pareció tan positivo que el presidente turco intentara mediar. Pero sin el 'sí' de Washington no vamos a ningún sitio.

XL. ¿Putin aceptaría volver a la «línea de contacto» previa al inicio de la guerra?

G.S. Ya se verá. Pero la pregunta es otra: ¿hay una voluntad real de resolver el conflicto? Si es así, debe haber concesiones por ambas partes.

XL. ¿Negociar la paz saltándose a los ucranianos? Sin duda, eso sería del agrado de Putin, por fin podría volver a tratar con Estados Unidos de tú a tú.

G.S. Sin la participación de los ucranianos no saldrá adelante, eso es obvio. Pero una cosa está clara: tampoco habrá una solución negociada sin el respaldo de los norteamericanos.

«Hoy nos dicen lo que dijimos a los del sur: habéis vivido por encima de vuestras posibilidades. Cuando fui canciller, Alemania dependía del gas ruso en un 35 por ciento. Con Merkel, mucho más»

XL. Insistimos: Putin podría poner fin a la guerra en cuanto quisiera. 

G.S. Desde mi punto de vista, este conflicto es parte de un enfrentamiento geopolítico mayor. Pero creo que Occidente, si es que se puede seguir hablando de un Occidente, también está cometiendo un error grave apoyándose demasiado en Estados Unidos.

XL. ¿En quién si no?

G.S. Los norteamericanos tienen muchas dudas sobre si siguen siendo la única potencia mundial. Y, cuando una potencia de este tipo se siente insegura de puertas adentro, acaban surgiendo problemas de política exterior. En realidad, Estados Unidos está embarcado en una competición con China por la hegemonía global. Con China, no con Rusia, que no es rival en el plano económico.

XL. Los más críticos se burlan de Rusia diciendo que en el fondo solo es una gasolinera con armas nucleares.

G.S. Al despreciar a Rusia, lo que se hace es empujarla hacia China. ¿Qué están haciendo los rusos con su petróleo y su gas? Pues mandárselo a los chinos. Pekín está actuando en este conflicto de una forma extraordinariamente racional. Los europeos, por su parte, corren el riesgo de renunciar a su autonomía si se echan en brazos de Estados Unidos.

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La amiga Ángela. La excanciller alemana Angela Merkel con Schröder en la presentación de la biografía de él en 2015 en Berlín. La biografía, titulada Gerhard Schroeder - The Biography, detalla el ascenso de Schröder desde un origen muy modesto hasta el cargo político más importante de Alemania. Merkel presentó el libro. |Foto de Sean Gallup/Getty Images

XL. ¿No cree que la actual disputa en torno al gas pueda acentuar la división en Europa?

G.S. No, en realidad no. La Unión Europea no está en peligro. El riesgo lo veo más bien en la posibilidad de que unos miedos históricos comprensibles adquieran una relevancia nueva, como está ocurriendo en Polonia.

XL. Volvamos a Ucrania. ¿Cree que el presidente ruso ya se ha dado cuenta del error que ha cometido?

G.S. Mi impresión es que en Rusia hay un miedo real, alimentado por la historia, a verse cercada. Por desgracia, en parte son temores justificados.

XL. Pero precisamente en ese punto, el del supuesto cerco, el resultado de la guerra está siendo muy negativo para Rusia. La incorporación de Finlandia y Suecia a la Alianza... 

G.S. Me parece perfecto que Suecia y Finlandia se conviertan en miembros de la OTAN. Me ha sorprendido, eso sí, pero es un paso positivo. No va en contra de nadie, tampoco de Rusia.

XL. ¿Por qué no se distancia usted más claramente de su amigo Putin? Hay acusaciones fundadas de crímenes de guerra...

G.S. He condenado la guerra en multitud de ocasiones. ¿Pero distanciarse en lo personal de Putin de verdad serviría de algo?

XL. Al menos se sabría dónde se sitúa usted desde un punto de vista moral…

G.S. Esto ya empieza a ser de locos. Miren, soy miembro de un club de golf aquí en Hannover, y parece ser que un socio se ha quejado porque no le gusta tener que verme por las instalaciones... Aunque también me llegan muchas cartas en las que me dicen: es bueno que haya alguien que mantenga abiertos canales de diálogo con Rusia.

XL. Pero seguro que todo esto le duele. Es excanciller de Alemania. Podría disfrutar de un legado bastante exitoso. ¿Por qué no quiere cambiar la situación distanciándose de Putin?

G.S. ¿Tengo que dejarme arrastrar, cambiar de postura cada vez que me critican? No, yo no soy de esos. He tomado decisiones y las mantengo. Y lo he dicho con toda claridad: quizá pueda volver a ser útil. ¿Por qué tendría que disculparme?

«¿Si Putin aceptaría volver a la 'línea' previa a la guerra? Ya se verá. La pregunta es otra: ¿hay una voluntad real de resolver esto? Debe haber concesiones por ambas partes»

XL. La periodista británica  Catherine Belton, una de las mayores expertas mundiales en la política rusa, ha afirmado que el Kremlin lo tiene a usted en sus manos. ¿Le asusta el aparato de poder ruso?

G.S. No conozco a esa señora. ¿Qué ha dicho, que tengo miedo de Vladímir Putin? Es absurdo. ¿Qué medidas tomadas por los rusos deberían asustarme?

XL. Hay informaciones que apuntan claramente a asesinatos cometidos por encargo de Rusia, también en Occidente…

G.S. Vamos, no creerán en serio que debería tener miedo…

XL. ¿La amenaza de sanciones afectará a su actividad económica? 

G.S. No lo sé. Mis únicas cuentas bancarias las tengo aquí, en una caja de ahorros de Hannover, y mis finanzas no son nada complejas...

XL. Ha renunciado a la presidencia del consejo de administración del consorcio energético ruso Rosneft y no ha aceptado el lucrativo puesto que le ofrecía Gazprom. 

G.S. Así es. Quería proteger a mi familia. Es imposible saber hasta dónde están dispuestos a llegar algunos en su afán sancionador.


© STERN


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