En el último siglo y medio, más de la mitad de los años en España fueron secos o muy secos. Y los científicos advierten de que empeorará con el calentamiento global. Aun así, somos el país con más regadío (un tercio del total) de la
Embalse de la Rambla de Algeciras (Murcia). Al 14% de su capacidad.
Unión Europea. La Región de Murcia, una de las más secas del país, es la que mayor superficie de estos cultivos reúne con respecto a su extensión. De hecho, la generación de riqueza por agua de riego en esta comunidad triplica la media nacional.
Embalse de La Fuensanta (Albacete). Al 32% de su capacidad.
El 80% del agua en España se dedica a la agricultura. Según el Ministerio, la mayor parte del riego es eficiente –«genera riqueza, ilusión y emprendimiento en el medio rural», dice el ministro Luis Planas–, pero el riego ilegal está descontrolado. Acuíferos como Daimiel, Doñana, mar Menor y Los Arenales (el mayor del país, contaminado por arsénico) riegan de forma ilegal más de 88.000 hectáreas, denuncia WWF. Más de 60.000 en la cuenca del Segura, añade Greenpeace.
Embalse de El Vicario (Ciudad Real). Al 3,13% de su capacidad.
Nuestros pantanos están al 44 por ciento, con un quinto menos de agua que hace un año. La cuenca del Guadiana, con más de 100 presas (incluida la mayor de Europa), baja del 30 por ciento. Los célebres 'Ojos' del Guadiana, de hecho, hace tiempo que dejaron de ser tales. La sobreexplotación del acuífero del que manaba los secó hace años y hoy apenas lleva caudal hasta llegar al Bullaque, afluente convertido ahora en su principal tributario, unos 100 kilómetros cauce abajo.
Embalse de La Fernandina (Jaén). Al 31% de su capacidad.
La cuenca del Guadalquivir lleva desde noviembre en situación de «sequía extraordinaria» y los pantanos están hoy al 28 por ciento. Joaquín Páez, presidente de su confederación hidrográfica, dice que la región lleva 25 años sufriendo «los efectos del cambio climático, con una reducción de lluvias del 7 por ciento». A lo que Julio Barea –hidrogeólogo de Greenpeace– contrapone que, «sí, hay escasez, pero cultivos de secano como el olivo han multiplicado por ocho su superficie en 30 años con variedades de regadío, mucho más rentables, que consumen ingentes cantidades de agua cada año».
Embalse de Alfonso XIII (Murcia). Al 31% de su capacidad.
España es uno de los países con mayor número de grandes presas –más de 1200, capaces de almacenar 56.000 hectómetros cúbicos de agua– y el que más tiene por habitante. Muchas de ellas, sin embargo, han visto mermada su capacidad por procesos de colmatación (acumulación de tierra, arena, piedras...) a lo largo de los años. Los expertos estiman una reducción del volumen medio disponible del 5 por ciento por este motivo.
Presa de Lindoso (Ourense).
La escasez de lluvias ha provocado un drástico descenso del nivel del agua en los embalses gallegos. En el de Lindoso vierte sus aguas el Limia, un río cuyo cauce, además, ha sido cuarteado por presas hidroeléctricas y empresas agropecuarias. Como resultado, el pueblo de Aceredo –anegado en 1992 por la eléctrica portuguesa propietaria de este pantano transfronterizo– ha vuelto a la superficie. En Galicia ha llovido en cuatro meses casi un 40 por ciento menos de lo habitual para estas fechas. Belesar, el embalse más grande de la región, tiene un tercio menos de agua que hace un año.
Embalse de Guadalén (Jaén). Al 18% de su capacidad.
El precio del agua en España está entre los más bajos de toda la Unión Europea, algo que, según los expertos, no contribuye a generar una cultura responsable del agua. España es, de hecho, líder europeo en infracciones medioambientales abiertas. Entre ellas, una por regadíos ilegales en Doñana. Aun así, el Parlamento andaluz tramita una norma para 'amnistiar' 1461 hectáreas de cultivos en este parque nacional.
Embalse de Siles (Jaén). Al 50% de su capacidad.
En cuatro meses en España ha llovido un 36 por ciento menos de lo habitual en esta época, la de más precipitaciones. Y los pronósticos anuncian que seguirá así en los meses venideros. «Es urgente mejorar la gestión del agua –señala el hidrogeólogo Julio Barea–. Llevamos 20 años pidiendo controlar el regadío, pero seguimos igual. El cambio climático va a poner todo más difícil y las vamos a pasar canutas esperando a que la solución nos caiga del cielo».