Hace 18 meses, una manada de 16 elefantes abandonó su santuario en el sur de China, para sorpresa de zoólogos e investigadores. Los animales han recorrido más de mil kilómetros atravesando campos, pueblos y ciudades. Ahora, de regreso a la reserva natural, su aventura termina. Pero la dramática situación que ocasionó su odisea continúa.
En marzo de 2020, un grupo de 16 elefantes asiáticos abandonó la Reserva Natural de Xishuangbanna, cerca de la frontera de Laos, donde viven protegidos por ser una especie en extinción, y partieron hacia el norte. Su singular comportamiento llamó la atención de sus cuidadores, que
los dejaron avanzar, y eso que para hacerlo de forma segura ha habido que evacuar a 150.000 personas, levantar barricadas y asumir pérdidas millonarias. Los dos machos regresaron a los pocos meses y una hembra parió en el camino, pero nada detuvo a la manada.
Los investigadores no pueden asegurar qué hizo que los animales emprendieran su viaje, pero hay datos determinantes. Su hábitat, la Reserva de Xishuangbanna, se ha reducido un 40 por ciento en los últimos 20 años, en favor de los campos de té y de caucho aledaños. Además, desde mediados de la década de los noventa, la temperatura en la región ha aumentado 1,6 grados, mientras que las precipitaciones han disminuido. En marzo de 2020, cuando los elefantes abandonaron su territorio, la vegetación se encontraba en un estado particularmente precario debido a la sequía.
Al principio, los elefantes dañaron casas, coches y graneros, por no hablar de los miles de hectáreas de tierras agrícolas devoradas en la región de Yunnan. Un paquidermo adulto necesita hasta 150 kilos de alimento diario. Afortunadamente, cuando la manada se acercó a la ciudad de Kunming –de 6,7 millones de habitantes–, se logró alejar a los animales con la ayuda de toneladas de piña, caña de azúcar y maíz. Con todo, los daños a lo largo del periplo superan el millón de euros.
El Gobierno chino vio pronto en los elefantes una herramienta útil para la propaganda. Distraía la atención de la filtración del coronavirus en Wuhan o de la represión en Hong Kong, así que destinó a su seguimiento a un 'ejército' de 25.000 personas y un millar de drones que han difundido espectaculares imágenes. Los elefantes se viralizaron en China y fuera del país, especialmente un vídeo en que los animales comían granos fermentados y se emborracharon o las entrañables imágenes de las crías intentando superar los obstáculos del camino.
La imagen de los elefantes durmiendo juntos es algo bastante inusual. «Normalmente los bebés duermen en el suelo y los más grandes se apoyan en un árbol o en un montículo de termiteros. Son tan grandes que si hay algún tipo de amenaza les lleva demasiado tiempo levantarse y acostarse pone mucha presión sobre su corazón y sus pulmones», explicaba Lisa Olivier de Game Rangers International. «El hecho de que estuvieran acostados sugiere que estaban exhaustos, totalmente aniquilados, todo debía ser tan nuevo para ellos».
A principios de agosto, el Gobierno chino decide 'ayudar' a los elefantes a regresar. Encargan a cientos de camioneros que rastreen a la manada y la empujen hacia el sur. Para los habitantes de Yunnan, la presencia de estos animales no es tan rara. De 2013 a 2019, 41 personas murieron por su causa, según las autoridades provinciales. Lo extraño es que haya sido un viaje tan organizado y monitorizado. A largo plazo, los científicos dicen que la única forma de prevenir un futuro éxodo de elefantes es restaurar su hábitat.
Es el desplazamiento de esta manada de elefantes es el más lejano conocido en China, según los expertos. Y lo que transmite no es nada bueno. Su territorio en la reserva natural es muy reducido y el desarrollo del país hará que se reduzca aún más. Lo mismo pasa con las reservas naturales de los tigres y otros animales en peligro de extinción. Aunque el gobierno chino ha promocionado este 'experimento' de los elefantes vagabundos, lo cierto es que es responsable del descontrol en la emisión de gases de efecto invernadero y el consecuente cambio climático, de la depredación industrial e incluso del tráfico ilegal de marfil.
El elefante asiático, el animal de mayor tamaño que habita actualmente en el continente, está catalogado como una especie en peligro de extinción en la Lista Roja de especies que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). China ha dedicado un considerable esfuerzo en los últimos años a su conservación y la población de elefantes salvajes ha aumentado de 193 en la década de los noventa a 300 en la actualidad.