Hace 110.000 años, en el último periodo interglaciar, este listísimo cazador se adaptó como pocos a temperaturas imposibles para la vida. A sus condiciones físicas de resistencia al medio agregó aptitudes claves para su supervivencia. Una: volverse 'invisible', mimetizándose con el paisaje. La otra: desarrollar técnicas de caza propias del Lazarillo de Tormes. Para lo que no estaba preparado era para el cambio climático.
Un punto negro se movía suavemente en un mundo blanco. La nieve cubría el suelo, y las nubes negaban el horizonte. El viento levantaba partículas de hielo haciendo aún más dolorosos los 40 grados bajo cero.