Hilda Isabel Serantes, 101 años, viuda y madre de dos hijas
Se contagió de COVID-19 en julio de 2021 tras haber recibido dos dosis de la vacuna. «Tengo cuatro nietos y un bisnieto, y mi vida transcurre lentamente... Mi secreto es llevar una vida saludable. Nunca he bebido ni fumado. Mi único vicio es el chocolate y una copa de vino con la comida.Cuando me contagié de COVID, lo pasé malísimamente; me dolía todo el cuerpo. Era una sensación que nunca había tenido. No podía tenerme de pie ni andar. Sabe Dios lo que me habría pasado si no hubiese estado vacunada, sabe Dios...».
Raquel Nogueiras, 103 años, soltera sin hijos.
Se contagió de COVID-19 en marzo de 2021, ya vacunada. «No me casé, no tuve hijos. Estudiaba, trabajaba y, en vacaciones, ayudaba en casa y a los vecinos. Tengo una sobrina que es azafata de avión. A mí me gusta viajar en avión. Me gusta la política. Me gusta leer el periódico todos los días para saber lo que pasa en el mundo. Mi vida está escrita, la tengo escrita toda.Me da pena esta peste que ha habido. Yo la pasé y pensé que moría. Rezaba por todos».
Josefa Fernández, 101 años. Soltera sin hijos.
Se contagió de COVID-19 el 20 de agosto de 2020 y lo superó el 5 de octubre. «Siempre he sido una apasionada de la lectura y el ganchillo. Y rompía los zapatos de tanto bailar. No me he casado ni he tenido hijos. Con 40 años me fui a Bilbao, donde vivía mi sobrina. Allí me dio un ictus y perdí el habla, pero no las ganas de luchar. Unos vecinos me dijeron que en Madrid había unas terapias que me podían ayudar y no dudé: me fui a Madrid y allí volví a hablar. Cuando la COVID, estuve muy malita, apenas podía moverme y me costaba mucho respirar. Pasé mucho miedo, pero poco a poco fui mejorando. Soy muy creyente y llevo siempre mi rosario y mis estampas con mis santos».
Leonor Devesa Vázquez, 103 años. Separada y con una hija.
Se contagió de COVID-19 en enero de 2021 y, después de estar 20 días confinada, recibió el alta tras haber superado el virus sin ninguna sintomatología. «Siempre ha tenido un carácter fuerte y una gran fortaleza para salir adelante ante cualquier adversidad. Para mí es todo un modelo: su independencia y la mentalidad abierta para adaptarse a los nuevos escenarios que se le han presentado en la vida», cuenta su nieta Beatriz.
Mari Paz Crespo, 100 años. Viuda y madre de seis hijos.
«No me di cuenta del contagio del coronavirus, no me pasó nada. No tengo secretos, me hizo Dios así. No tuve nunca enfermedades, más que un encharcamiento de pulmones hace años. Siempre fui muy fuerte y gocé de una salud de hierro. Tuve seis hijos. Los recuerdos más bonitos de mi vida son los de mi niñez con mis abuelos».
Estrella Almeida, 100 años. viuda, sobrevive a tres hijos.
Ha vivido siempre en su aldea. Tuvo tres hijos que fallecieron muy jóvenes. Se contagió de COVID-19 en marzo de 2020. «Le tengo miedo a los cementerios. La vida fue dura, pero yo fui tirando. No me gusta el 'bicho' porque no podemos salir. Pero a mí lo que me mata es el dolor de piernas. Si viene la muerte, hay que ir porque otra cosa no tenemos. Nacer y morir: es así la vida».