Al caer la tarde del 24 de diciembre, los soldados germanos instalaron abetos en lo alto de sus trincheras y prepararon grandes tableros para disfrutar de una cena que les hiciera olvidar que estaban lejos de casa y en guerra. Poco después empezaron a oírse los primeros villancicos. Al otro lado del frente los británicos escuchaban atónitos. ¿Sería una trampa?