Tener empleados felices es rentable. Presumen de ello cada vez más empresas y lo confirman estudios de universidades como Oxford y Harvard o el MIT. Aseguran que proporcionar 'felicidad laboral' a los trabajadores repercute positivamente en las cuentas de resultados, la productividad, la captación
y retención de los mejores profesionales, el absentismo, la salud del personal, el compromiso, la motivación...
Las 'empresas felices' se extienden por el mundo liderando desde hace años los rankings de 'mejores lugares donde trabajar' en publicaciones como Fortune, Forbes o Business Insider. Un mero detalle ornamental, replicaría socarrón un empresario rival. Pero nada más lejos.
Según un estudio del Journal of Financial Economics, estas empresas suelen presentar mayores retornos para los accionistas que sus pares. Lo confirma incluso Larry Fink, CEO de BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo: «Las empresas que forjaron fuertes lazos con sus empleados han tenido mayores rendimientos durante la pandemia». Subrayando que son también las que mejor retienen a sus trabajadores.
Las tecnológicas siguen siendo la referencia de este modelo –Google, Microsoft, Zoom…–, pero la fórmula se extiende cada año a más sectores (medicina, comunicación, maquinaria, servicios financieros, bienes de consumo, hostelería, textil...). Ahora bien, que nadie se confunda. Felicidad laboral no consiste solo en poner futbolines, videojuegos, mesas de pimpón, clases de mindfulness... (las llamadas despectivamente 'zanahorias corporativas') mientras mantienes viejas prácticas. El concepto define, en realidad, una nueva cultura en la que el bienestar de los empleados (ya no se habla de 'Recursos Humanos', sino de 'Personas') es la prioridad.
Las compañías de Estados Unidos son la punta de lanza de un fenómeno que se ha acelerado tras la pandemia. Unos 40 millones de trabajadores han dejado allí sus empleos –la 'gran dimisión' lo denominan– en los dos últimos años. La razón principal: no estaban a gusto. La gente se sentía 'quemada', maltratada, desmotivada... Incluso tener un buen salario puede no ser suficiente ya. Dicho de otro modo: falta felicidad laboral. Y las empresas tienen que ponerse las pilas.
La psicóloga y consultora británica Jessica Pryce-Jones ya lo advirtió en 2010. En Happiness at work, libro fundacional del asunto, formuló la idea de la felicidad en el trabajo tras constatar que términos como 'motivación', 'confianza', 'contribución', 'compromiso' o 'propósito' cotizaban a la baja en el mercado laboral.
«Los que nos dedicamos a esto llevamos años diciendo a las empresas que, si no tienen empleados comprometidos, les costará más retenerlos. Sobre todo a los jóvenes, que exigen que la empresa donde trabajan tenga un propósito socialmente estimulante». Es la advertencia de Manu Romero, uno de los españoles que más saben del tema. Su consultora, Departamento de Felicidad, lleva cinco años ayudando a compañías diversas a convertirse en 'empresas felices'.
«Muchas adoptan el modelo por convicción, empresas maduras que lo llevan impreso en su ADN –señala–. Otras, por necesidad: no acaban de asimilar esta idea, pero necesitan buscar el modo de atraer y retener talento». Pero ya sea por convicción o por necesidad, el ejemplo se va extendiendo. «Pronto las compañías que no se preocupan por esto serán la excepción –añade–, porque la gente quiere trabajar donde se sienta a gusto, valorada y con un incentivo emocional».
A este incentivo emocional, incluido por Jessica Pryce-Jones entre sus cinco claves de la felicidad laboral, se lo conoce como 'propósito' (o labor significativa) y supone otro cambio revolucionario en la cultura empresarial. Dominada durante décadas por los postulados de Milton Friedman, premio Nobel de Economía y padre del monetarismo –«las empresas están al servicio de la rentabilidad de los accionistas»–, hoy se abre paso una visión impulsada como nadie por –sí, de nuevo– Larry Fink, CEO de BlackRock.
«El propósito no es un simple eslogan o una campaña de marketing, es el fundamento de la existencia de una compañía; lo que esta hace todos los días con el fin de crear valor para sus stakeholders (empleados, accionistas, clientes, proveedores, gobiernos, comunidades…) –escribió Fink en 2019 en su carta anual a los ejecutivos de su cartera de inversiones–. El propósito no es solo buscar la rentabilidad, sino la fuerza que nos impulsa a lograrla».
Este respaldo de Fink, todo un símbolo del vigente sistema, marcó un hito en el impulso a los conceptos de 'propósito' y 'felicidad laboral'. Un empujón que celebran pioneros como Romero o Lidia Nicolau, directora de Felicidad en Habitissimo, una empresa con varios premios de bienestar laboral en su haber.
Nicolau revolucionó su empresa en la prehistoria de todo esto, 2013, al crear un Departamento de Personas, Felicidad y Cultura, que enterraba al de Recursos Humanos. «A nuestro CEO le encantaron mis ideas, pero la mayoría no lo acababa de entender –rememora Nicolau–. Les sonaba pretencioso o a manual de autoayuda, pero 'felicidad' es la palabra adecuada, la que te ayuda a poner el foco en el sitio preciso».
Romero, por su parte, recuerda que lo llamaban «loco» por mezclar las palabras 'felicidad' y 'trabajo'. «Me decían que era un contrasentido, pero, mira –subraya–, hoy ayudamos a decenas de empresas: grandes, medianas y pequeñas, de diversos sectores y de cualquier punto de España, Estados Unidos y América Latina; nos invitan a congresos, publicamos libros…».
Esta evolución ascendente, sin embargo, no ha desterrado el escepticismo. La periodista norteamericana Sarah Jaffe ejerce como portavoz de estos recelos gracias a Work won't love you back ('Tu amor al trabajo nunca será correspondido'), libro que alerta contra las empresas que presumen de realizar una labor significativa y dicen cultivar una relación emocional con sus empleados cuando, en realidad, solo buscan elevar sus beneficios.
«Las empresas no nos quieren –proclama Jaffe–. No importa cuánto repita tu jefe que se enfoca en tu felicidad, solo quiere ganar más pasta». De hecho, muchas empresas, subraya Jaffe, gastan enormes sumas en 'asesores de felicidad' y actividades en lugar de dar a sus trabajadores lo que realmente necesitan: opciones de conciliación, salarios razonables, confianza...
Los recelos de Jaffe son comprensibles, admite Nicolau. «La felicidad laboral, sin embargo, es posible, existe –sostiene–. La clave, como en tantos ámbitos de la vida, es la sinceridad». Proporcionar felicidad a tus empleados es, al fin y al cabo, como llevar a tu empresa al psicólogo. Es decir, lo primero de todo es descubrir cuál es el problema: «evaluar el grado de felicidad laboral». Y como ocurre en psicología, si de verdad quieres abordar la cuestión, no puedes autoengañarte.
«El trabajo inicial es conocer a fondo la situación entre tus empleados –señala Nicolau–. Debes medir lo que sienten y piensan con respecto a sus atribuciones, entorno, motivaciones, compañeros, salario y, sobre todo, sus jefes. Y para ello necesitas formas de preguntar y de medir que sean sinceras, no vanidosas. No se trata de cuidar la imagen que proyectas, sino de saber cómo puedes mejorar».
En empresas pequeñas, esto se puede gestionar mediante entrevistas personales, pero en las de cierto tamaño se usan encuestas con cuestionarios bien afinados. Las que utiliza Departamento de Felicidad, por ejemplo, permiten identificar más de 15 factores de felicidad laboral en una empresa. «Y a partir de los resultados –subraya su CEO y fundador– diagnosticas y diseñas estrategias y soluciones».
La clave de la transformación, es evidente, debe venir de arriba. Así lo explica Nicolau: «En una estructura piramidal como la de las empresas, las soluciones y los problemas empiezan por la última planta. Por eso, muchas veces, lo primero es ayudar a los jefes a ser mejores líderes. Con formación».
Al fin y al cabo, de ellos depende que los empleados se sientan valorados, perciban confianza o se les permita conciliar en entornos colaborativos. «Así es como se forman los equipos más eficientes y se conquista el compromiso de los empleados», subraya Nicolau
01. Las bases, primero: el salario
La base para ser feliz en el trabajo es recibir un salario justo y competitivo. Es difícil ser feliz si no consigues llegar a fin de mes o te sientes explotado. A partir de ahí, el primer paso es averiguar cómo se sienten y qué piensan de la empresa y de sus jefes los empleados. Hay que empezar a hacer preguntas y a valorar las respuestas.
02. Escuchar a los empleados
Los empleados necesitan sentir que contribuyen, que son parte de la empresa. Para ello conviene tener objetivos claros, avanzar al ritmo idóneo para ellos, plantear los problemas que puedan surgir y sentirse escuchado por sus jefes al hacerlo. Es decir, no se trata solo de entregar tu trabajo bien y a tiempo, se trata de hacerlo mediante un proceso fluido y colaborativo.
03. Propósito: el incentivo emocional
Un propósito fuerte –que exprese con claridad la suma de todos los esfuerzos– genera compromiso. «Existimos para acelerar la transición al transporte sostenible», es el de Tesla. Los millennials lo tienen muy en cuenta, por eso es hoy tan determinante para atraer y retener talento.
04. Formación: clave de la promoción
Fomenta el crecimiento personal y la capacitación de tus profesionales. Así se refuerza el sentimiento de que la empresa se preocupa por ellos y de que son útiles. La formación fomenta, además, la confianza personal y permite cambiar de actividad y la promoción interna.
05. Confianza: fomenta la innovación
Si no confías en tus empleados, ¿por qué sigues trabajando con ellos? Delega, escucha sus ideas y permite que desarrollen su potencial. La confianza fomenta la productividad y la innovación. Por otro lado, sentir que ocupas el puesto correcto es fundamental para mantener la motivación y la energía cuando surgen los retos.
Lidia Nicolau | Habitissimo
En 2013 creó en esta start-up el Departamento de Personas, Felicidad y Cultura. Hoy, la empresa ha crecido y atrae talento con facilidad. Su estrategia: mejorar el ambiente laboral, la percepción corporativa interna y externa, el liderazgo, comunicación colaboración, formación...
Tony Hsieh | Zappos
Hoy difunto, el fundador de Zappos.com –plataforma de venta de calzado y ropa on-line– creó un modelo sin jerarquías (u holocracia: las decisiones se toman de forma horizontal) cuyo eje era crear un buen clima laboral y cuidar a los empleados como camino hacia el beneficio económico.
Alexander Kjerulf | Woohoo
La empresa que fundó este danés en 2003 es un gigante mundial que ayuda a otras a alcanzar la felicidad. Entre sus clientes: Ikea, Microsoft, Shell, IBM, HP... Define 'felicidad laboral' como la medida en que las personas experimentan emociones positivas en el trabajo.
Chade-Meng Tan | Google
Acuñó el nombre de chief happines officer, al que sumó el título de jefe de Crecimiento Personal. Su programa Busca en tu interior forma en atención plena para ayudar a los empleados a encontrar la paz interior y despejar sus mentes para manejar el estrés y la negatividad.
Manu Romero | Departamento de Felicidad
Su empresa lleva cinco años extendiendo felicidad laboral por el mundo mediante consultorías en las que miden el grado de felicidad de los empleados, analizan los resultados y ayudan a implantar iniciativas para atraer talento y potenciar el que ya tiene cada compañía. Además, han creado la Future of People Academy, para formar en felicidad laboral a profesionales de recursos humanos.