Un estudiado protocolo se pondría en marcha en caso de que los dirigenes que tienen acceso a un botón nuclear quisieran pulsarlo. Cada mandatario debe seguir las instrucciones de su país. Cada nación tiene las suyas.
El maletín nuclear del Presidente
Biden pesa 20 kilos, es negro y de cuero y, desde la Guerra Fría, siempre acompaña al presidente de Estados Unidos. Nunca está a más de tres metros de distancia del presidente
El líder norcoreano Kim Jong-un se ha jactado de que «todo el territorio estadounidense está en el rango de nuestras armas atómicas, y tengo un botón nuclear siempre en el escritorio de mi oficina».
Vladímir Putin tiene un maletín similar al de Joe Biden. Es el ‘cheguet’. En 1995 fue abierto para responder al lanzamiento de un cohete noruego, que al final resultó ser de uso científico.
La orden corresponde al primer ministro, pero pueden vetarla el jefe del Estado Mayor o el monarca. Cada primer ministro escribe de su puño y letra una carta con las instrucciones secretas que seguir a cada uno de los cuatro comandantes de los submarinos nucleares. Las misivas se destruyen al acabar el mandato.
El presidente tiene un pin de verificación de identidad. El centro de control, llamado Júpiter, está el sótano del Palacio del Elíseo. Cuando el presidente no está en su despacho, lleva un maletín de comunicaciones, pero sin capacidad para dar la orden de ataque.
La supuesta estrategia de disuasión israelí, mediante ataque preventivo, contra países que amenacen su seguridad, se conoce como la Opción de Sansón. La autoridad final recaería en el primer ministro.
Ante el riesgo de atentados y golpes de Estado usan el protocolo de los ‘dos hombres’, una doble autorización tanto para el montaje de las cabezas nucleares en las lanzaderas como para ordenar el disparo.
Su procedimiento de verificación exige el contacto cara a cara de los responsables. La autoridad recae en el presidente del Comité Militar del Partido Comunista, cargo que ocupa el presidente del Gobierno.
El control depende de la Autoridad de Mando Nuclear, del que solo se conocen algunos miembros; entre ellos, el presidente de la nación. No hay maletín, pero sí un teléfono rojo siempre abierto con el Ejecutivo de Pakistán.