Con su fallecimiento Palestina quedó huérfana de liderazgo. Yaser Arafat atrajo la mirada del mundo sobre la causa de su pueblo y convenció a los palestinos de que la unidad era el único camino hacia su liberación. Hoy se cumple una década de su muerte y la tensión con Israel está en plena ebullición. Casi 20 años tuvieron que transcurrir desde que fundó Al Fatá, entró a formar parte de Organización para la Liberación de Palestina y Naciones Unidas la reconoció como representantes legítimo del pueblo palestino. Eso ocurrió en 1974. Entonces, Arafat pronunció ante la Asamblea de la ONU una de sus frases más recordadas: "Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano". En noviembre de 1988 la ONU reconoció la proclamación del Estado de Palestina. Apenas un mes después estalló en Gaza y Cisjordania la primera Intifada. Arafat recuperó fuerza con la celebración en Madrid de la Conferencia de Paz para Oriente Próximo (1991) que desembocó en los acuerdos de paz firmados en la Casa Blanca, por los que Arafat, Isaac Rabin y Simon Peres fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz. El 11 de noviembre de 2004 moría en un Hospital de París. Una decada ninguna de las autopsias que le han realizado ha logrado despejar las dudas sobre si el "Rais", fue envenado. -Redacción-

