Un pasajero voló con una bomba en su equipaje entre Eslovaquia y Dublín sin saber que tenía ese artefacto. Lo detuvieron al llegar. Las autoridades descubrieron que fue la policía eslovaca quien colocó los explosivos para poner a prueba sus mecanismos de seguridad.Todo comenzaba el pasado 2 de enero en un control de seguridad del equipaje en el aeropuerto eslovaco de Bratislava. La policía elegía al azar dos maletas de dos pasajeros distintos para introducir explosivos con los que entrenar a su unidad canina. Una práctica aparentemente controlada que pronto se volvería en contra. El perro no conseguía localizar uno de esos dos equipajes que acabaría subiendo a la bodega del avión en un despiste de uno de los agentes. Una vez en Dublín, el cúmulo de errores se multiplicaba. La aduana irlandesa ordenaba la detención del pasajero. La policía eslovaca, que había llegado a avisar al piloto, olvidaba el caso hasta este martes. Dublín recibía el aviso del fallo tres días después del vuelo. El resultado: enfado y tensión diplomático eso sí ya con el pasajero implicado en libertad sin cargos.