Zihuatanejo e Ixtapa: el último paraíso mexicano
El estado de Guerrero propone al viajero una de las costas más salvajes del país y un interior que recuerda el pasado colonial español
El destino africano que compite en playas y exotismo con el Caribe

Acapulco fue siempre el destino internacional más famoso de Guerrero, pero este estado enclavado en el sur de la Sierra Madre de México propone ahora otros destinos exclusivos como Ixtapa, Zihuatanejo y la ciudad colonial de Taxco de Alarcón, un triángulo dorado ... lleno de atractivos y tradiciones.
Ixtapa es el destino favorito de estadounidenses y canadienses. A partir de 1974 se desarrolló un nuevo centro turístico con exclusivos hoteles, villas de lujo y resorts de cadenas internacionales que ha acabado imponiéndose en la costa de Guerrero a Acapulco, el destino que alcanzó fama mundial en los años 50 con la llegada de las estrellas de Hollywood. Tanto es así que su aeropuerto mantiene muchos más vuelos internacionales que la ciudad favorita de Luis Miguel en México y atrae a miles de turistas norteamericanos y canadienses que buscan el sol de sus playas y la tranquilidad de la isla de Ixtapa, a la que se puede acceder en barca desde Playa Linda.
En este entorno se pueden realizar excursiones en catamarán practicando el esnorquel en las aguas cristalinas de playa Manzanillo o en barca desde la Barra de Potosí y su laguna poblada por cientos de aves hasta los Ocho Morros que emergen en el océano, todo un paraíso de peces tropicales, ballenas, delfines y tortugas marinas que llegan a estas tierras a desovar. Tras la excursión es recomendable acercarse a Playa Larga para probar las populares tiritas de pez vela y barrilete en alguno de los restaurantes llamados enramadas, o visitar las ruinas arqueológicas de Xihuacan, una ciudad tan importante como Teotihuacán, en la que se descubrió en 2009 un escenario de juego de pelota que podría ser el más grande de Mesoamérica.
Un pueblo pesquero
A solo 5 kilómetros de Ixtapa está Zihuatanejo, que hasta hace muy poco tiempo era un tranquilo pueblo pesquero al noroeste de Acapulco. Aferrado a sus raíces auténticas, se hizo popular por ser el sueño idílico de Tim Robbins (el preso Andy Dufresne) en la película 'Cadena perpetua', pero poco a poco se ha transformado en una animada ciudad de tiendas, galerías artesanales, restaurantes sofisticados y hoteles de cinco estrellas donde los músicos de todo el país deleitan a los visitantes.
Con las montañas de la Sierra a sus espaldas y el Océano Pacífico al frente, sus 125.000 habitantes se deleitan en sus arenales, con la playa La Ropa a la cabeza, llamada así porque un galeón español naufragó aquí con un cargamento de seda de Filipinas, y el reciente paseo del Capricho del Rey de 2024, que luce la escultura del rey purépecha Caltzontzin, importante en la historia prehispánica debido a que protegió con un rompeolas a su población de los tiburones.

Cerca del puerto, el olor a las capturas pesqueras, desde los peces vela a los dorados, pasando por los guachinangos y los cuchés, un pez con cara de cerdito que abunda en el entorno de Ixtapa, invade la playa principal de Zihuatanejo en las primeras horas de las mañana. Los pescadores llegan aquí muy temprano con la pesca del día que comenzaron en la madrugada y venden su producto muy barato directamente a partir de las siete entre sus barcas.
A solo unos pasos, en el paseo del Pescador, la primera calle que se abrió en el pueblo, un artesano llamado Magdaleno Flores, de 67 años, ha alcanzado fama por su tienda artesanal en la que vende desde 1982 canoas de madera de cedro pintadas a mano (2.500 pesos MXN, unos 115 euros) y máscaras indígenas que cubren las paredes. Magdaleno no quiere que Zihuatanejo pierda su vieja esencia, aquella que protegían sus 2.000 habitantes en los años 60 del pasado siglo, algo que casi ya solo se puede apreciar en el mercado El Campesino, donde los pequeños agricultores locales venden delicias culinarias como el guamúchil, el arrayán, los brotes de calabaza y el maíz. Toda una estampa que contrasta con el Partenón, la última novedad turística del pueblo. Se trata de la antigua casa de vacaciones de Arturo Durazo Moreno, el Negro Durazo, jefe de la policía de la Ciudad de México en los años 70 y 80 que institucionalizó la corrupción gubernamental del país. Desde noviembre de 2024 es un nuevo centro cultural y de exposiciones donde se puede tomar un café en su mirador con la hermosa vista de la bahía especialmente al atardecer.
Entre surfistas y hippies
A 20 minutos en coche, en dirección a Ciudad Lázaro Cárdenas y el estado limítrofe de Michoacán, Troncones y La Unión proponen playas a mar abierto con una comunidad de surfistas que valora el tamaño y la longitud de las olas en este rincón del Pacífico. Una de ellas es La Saladita, que cuenta con tres secciones en su arenal para toda clase de niveles.
Uno de los que las disfruta todo el año es Mauricio Núñez Sánchez, tres veces campeón de surf en México, ya que «gozamos de una de las olas más grandes del mundo para enfrentarnos con la tabla, mejor incluso que las de Hawai, y es constante durante todas las estaciones», explica. A su juicio, la ola por la que se dejan llevar puede durar hasta un minuto cincuenta segundos. La comunidad, una de las 200 existentes en este área poblada por 26.000 habitantes, respira una cierta atmósfera hippy entre chalés, casas de verano, hoteles eco-chic, sencillos restaurantes de mariscos, árboles de mango y palmeras bañadas por el sol tropical entre una vegetación virgen donde sorprende también el iguanario cuidado por Rosario Villegas Tavares con más de 250 ejemplares.
De camino al interior de Guerrero, cruzando la majestuosa Sierra Madre, espera Ixcateopan, uno de los tres pueblos mágicos del Estado con Taxco y Zihuatanejo. Se trata de una encantadora población empedrada de mármol con solo dos hoteles, pero guarda los restos del último gran emperador azteca, Tlatoani Cuauhtémoc ('el águila que desciende'), capturado por Hernán Cortés.
Todos los años se celebra, entre el 23 y el 28 de febrero, una fiesta que conmemora el nacimiento y la muerte de este rey-sacerdote y jefe militar y los vecinos lo consideran la cumbre de la mexicanidad. Todo el pueblo destaca por su ambiente espiritual y el olor a copal, especialmente en el Museo de Santa María de Asunción junto a la tumba milenaria y los huesos de Cuauhtémoc. Se visita también su popular mercado todos los domingos y las ruinas arqueológicas en las afueras de la población, donde se supone que se levantó el palacio familiar del emperador.
Taxco, la ciudad más española de Guerrero
En las escarpadas laderas del Monte Atachi, a una hora en coche de Ixcateopan, la villa colonial de Taxco de Alarcón, conocida como 'la ciudad de la plata', asombra al estar colgada de esta montaña que escondía en sus entrañas un gran yacimiento argentífero. Buscando estaño para sus cañones, los españoles la descubrieron en 1522 y crearon un campamento minero que fue muy importante para la Corona. Actualmente ya no se extrae este mineral, aunque se sigue trabajando la plata de manera artesanal procedente de Zacatecas, pero se puede admirar un conjunto arquitectónico muy bien conservado junto a a una fascinante naturaleza.
Pistas:
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Cómo llegar: Aeroméxico (www.aeromexico.com) conecta las ciudades Madrid y Acapulco haciendo escala en Ciudad de México.
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Dónde dormir: En Ixtapa, hotel Azul Ixtapa Grand (azulixtapa.com y azul-ixtapa-grand); en Acapulco, hoteles Pierre y Palacio (www.mundoimperial.com); en Troncones, Lo Sereno (www.losereno.com), y en Taxco, Posada de la Misión (posadamision.mx) y Hotel William (www.hotelwilliam.mx).
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Dónde comer: En Ixtapa, Hao (www.hotelesixtapazihuatanejo.com); en Acapulco, Zibu (www.zibu.mx), el templo gastronómico de Susana Palazuelos, y en Taxco, El Adobe (www.eladoberestaurante.info).
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Más información: en la web visitmexico.com.
Impresionan las calles empedradas y empinadas que trepan por un laberinto de cuestas que discurren entre casas encaladas con balcones forjados y techos de tejas rojas muy al estilo español. Por estas vías, que tienen una anchura media de 4,5 metros, circulan los populares Vochos, escarabajos de la casa Volkswagen, otro símbolo ya de la ciudad muy útil por su versatilidad. Con ellos se alcanza con más facilidad el Cerro del Huixteco con su famoso Cristo de 18 metros de altura, el mirador más espectacular de Taxco a unos 2.300 metros, o en las afueras las Pozas Azules, un hermoso paraje de cascadas donde es posible el baño a pesar de la baja temperatura de sus aguas.
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