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El viñedo español que está situado sobre una mina de oro romana

Las 30 hectáreas de vides de Fuentes del Silencio, al sur de León, hunden sus raíces en un terreno sobre yacimientos auríferos romanos

Viñedos de Fuentes del Silencio, en Herreros de Jamuz

Rosa Álvarez

En Herreros de Jamuz, al sur de la provincia de León, se encuentra la bodega Fuentes del Silencio. Sus 30 hectáreas de viñedo se sitúan a ambos lados del río Jamuz y sobre un terreno excepcional, con una personalidad única. Destacan en él sedimentos auríferos que fueron explotados por los romanos en su momento y que a día de hoy imprimen carácter a sus vinos. Un aspecto que en la bodega tienen muy en cuenta y que recogen de hecho en una de las modalidades de visita a sus instalaciones que ofrecen al público. Esta propuesta la han titulado «Descubriendo nuestro Terroir y pasado romano» y en ella invitan a conocer sus suelos, así como el conjunto de características que dan identidad a sus elaboraciones. Además, la especial singularidad de sus parajes comparte protagonismo en esta actividad con un recorrido por una pequeña exposición de objetos romanos que permite echar la vista atrás, a una época que consideran que marcó un antes y un después en la historia del valle y sus viñedos.

La composición y la estructura del terreno en el que se asientan las cepas de Fuentes del Silencio ha sido analizada también por la compañía californiana Biome Makers, que concluye que su biodiversidad es única y está en equilibrio, lo que supone un claro factor diferenciador y tiene su reflejo en sus vinos. El informe valora la singular microbiología del terreno , con 959 especies identificadas, «la mayor en relación a más de 600 suelos de España, Italia y Estados Unidos», así como su asentamiento en sedimentos auríferos. «Incluso si todavía coges un bateador y te vas al río –Jamuz– puedes llegar a encontrar pequeñas pepitas de oro en el agua», algo que para el vino «es espectacular» porque ofrece una levadura especial que aporta sabores mucho más frutales.

Quienes hablan son Miguel Ángel Alonso y María José Galera, un matrimonio que hace seis años apostó por que la tradición vitivinícola de la zona no se perdiera -pese a estar aislado del resto de regiones vinícolas de la provincia de León, el Valle de Jamuz se caracterizó hasta hace muy pocos años por estar lleno de explotaciones en las que los vecinos cultivaban su propia uva–: «Es un valle especial, está a gran altura entre 800 y 900 metros, y tiene unos viñedos muy diferentes a los del resto de León , al tener sobre todo mencía y garnacha tintorera, unas uvas completamente diferentes», ubicadas en unas 23 hectáreas.

Herreros de Jamuz

Además de la visita «Descubriendo nuestro Terroir y pasado romano», esta bodega familiar abre sus puertas a quienes deseen conocer los secretos de sus vinos mediante dos experiencias personalizadas más: «Maridaje de vino y chocolate» , en la que invitan a combinar ambos productos, y «Descubriendo Fuentes del Silencio» , que incluye un paseo por los viñedos, conocer cómo se han recuperado muchas cepas, el proceso de la vendimia y la entrada de la uva a la bodega, la fermentación, la crianza y, por último, una cata. También preparan «Deleite de los sentidos» para amantes del vino y la gastronomía que busquen una experiencia más completa.

Su suelo y sus cepas, en su mayoría centenarias y situadas a gran altura –entre los 800 y los 1.000 metros– , son la base de unos vinos de calidad reconocida, pero en el resultado final influyen muchos más elementos. Las técnicas de recuperación del viñedo, la viticultura o los métodos de elaboración se cuidan al detalle por parte de un equipo movido por el entusiasmo de conseguir elaborar caldos excepcionales, de limitada producción, pero que supongan una experiencia única para el paladar.

Producción ecológica

En la producción de sus vinos, Fuentes del Silencio no utiliza productos químicos, lo que permite que su viñedo se encuentre en proceso de certificación para ser reconocido como ecológico. La salud de las cepas se cuida con el trabajo de suelo, una poda minuciosa en invierno y "desnietados" en verano para mejorar la aireación, lo que permite reducir los tratamientos.

También se limita la producción a una cantidad que no supere los dos o tres kilos por planta y los 3.000 o 4.000 kilos por hectárea con el fin de obtener la mejor expresión de las uvas. Por último, la vendimia se realiza de forma manual, seleccionando los racimos de cada parcela en función de su maduración y recogiéndolos en cajas en las que caben un máximo de 15 kilos, de forma que se puedan preservar mejor. Todo ello suma y se convierte en el sello de Fuentes del Silencio, en calidad en cada copa.

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