El mejor txakolí que he probado

No sé si existe esponja que pueda borrar el horizonte, aunque Nietzsche creía que sí. Sé que no existe un chacolí de tal calidad como Itsasmendi Artízar , o al menos que haya probado hasta la fecha. Y sí equivaldría para el resto de ... los vinos blancos de la especie como ese horizonte al que siempre quisieras atrapar. O borrar. Eso es una quimera. Pongamos el horizonte en el Golfo de Vizcaya, y las viñas entre el mar y la montaña. Pongamos una bodega llamada Itsasmendi, que anheló primero, y sostiene ahora, «la magia del txakolí» . Pongamos un Artízar en los labios, un vino bien criado, con tiempo asaz en reposo, que vive envuelto por notas cítricas y una madurez reluciente. Incluso elegante en su finura, en ese carácter que se antoja fruto del terruño y un transcurso en botella, medidos momentos que le permiten sobresalir no por esa impactante sensación de acidez, sí por su eterna longitud y equilibrio. Más allá de sus virtudes, todo es categoría en un chacolí elaborado con sentido y sensibilidad, esa esencia superior de la uva y la impresión de que los grandes vinos blancos sólo nacen a partir del reposo. Y del cariño en la viña. Y del reposo.