MEDINA DEL CAMPO
La villa que alumbró las procesiones
La localidad despliega sus actos alrededor de la plaza Mayor más grande de España
Medina del Campo (Valladolid) celebra durante diez días una singular Semana Santa por calles y plazas llenas de vida, por los alrededores de su castillo y por sus barrios. Casi 3.000 cofrades de nueve hermandades diferentes, cerca de veinte desfiles procesionales y una ... treintena de imágenes, la mayoría de estilo renacentista, dan forma a una Pasión, declarada de Interés Turístico Internacional, que se despliega en un escenario en el que la historia fluye a borbotones, como sus procesiones de disciplina, las más antiguas del mundo, instituidas por San Vicente Ferrer en 1411. Cada desfile procesional es una oportunidad para la fe y el arte, pero también para echar un vistazo al pasado y al presente de la villa.
Uno de los momentos más queridos por los medinenses y por los miles de turistas que visitan la localidad es el Encuentro del Viernes Santo entre el Nazareno y la Soledad en la plaza Mayor. Los cofrades que portan a Cristo se inclinan ante la Virgen pareciendo que cae arrodillado ante ella. Pero antes, al despuntar el día, alrededor del imponente Castillo de la Mota, los hermanos del Descendimiento portan una imagen gótica del Crucificado hasta llegar al Convento de las Clarisas, donde esperan su llegada.
Son dos muestras de los diez días de celebraciones en los que Medina del Campo no abandona su condición de villa comercial, epicentro de una comarca a la que provee de servicios públicos y de una floreciente iniciativa privada que la convierte en una referencia obligada entre Madrid y buena parte del norte y noroeste de España. Pero este municipio vallisoletano es también historia, la que vuelve a los siglos XV y XVI por sus célebres ferias, centro principal de contratación y comercio de la Nueva España a las que concurrían mercaderes de todo el mundo. Esta actividad se puede rememorar actualmente en el Museo de las Ferias.
Otra efeméride relevante fue la muerte de la Reina Isabel la Católica en su Palacio Real. Testigos de su pasado arquitectónico de esplendor son el casco antiguo -declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1978-, el Castillo de la Mota, la iglesia colegiata de San Antolín, el Palacio de los Dueñas, el Hospital de Simón Ruiz o las Reales Carnicerías, entre otros.
Pasear por las calles de Medina del Campo, con epicentro en su plaza de la Hispanidad, la plaza mayor -presumen los medinenses- más grande de España (14.000 metros cuadrados), es adentrarse en un casco antiguo declarado conjunto histórico-artístico en 1978. Antes, ya habremos visitado el Castillo de la Mota. Y desde allí, guiados por la estela de Isabel la Católica, auténtico icono en la villa, los visitantes bajarán al centro urbano, derechos al Palacio Testamentario (el nombre lo dice todo), las Reales Carnicerías, la Torre de la Iglesia Colegiata de San Antolín y el Museo de las Ferias.
Desde abajo, el viajero volverá la vista al castillo que, sobre una atalaya, presenta una imagen exterior impecable, propia de uno de los enclaves más importantes de Europa durante la Edad Media y Moderna. Se trata de una fortaleza defensiva y un edificio innovador para su época levantado por los Reyes Católicos. Destaca la torre del homenaje que, en su momento, albergó parte del archivo general, que actualmente se encuentra en Simancas, y fue también prisión de nobles. La morada de los Reyes Católicos no era el propio castillo, sino el Palacio Real Testamentario. En esta residencia, la Reina Isabel la Católica murió tras firmar testamento en 1504. Actualmente se puede disfrutar de un facsímil y de la recreación de la cámara que albergó tal hito histórico.
Y para relajarse, nada mejor que su Villa Termal, en el Palacio Balneario de las Salinas, a cuatro kilómetros del centro.
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