También es importante darle una oportunidad a los panes de jenjibre, muy populares en toda Polonia, aunque los genuinos se preparan en Torun, otra ciudad. No olvidar comer pretzel, los panes que tanto hay en Alemania, aunque los polacos dicen que no son realmente alemanes. Pero bueno, no sólo de comida vive Varsovia.
Aparte de hartarnos de comer (y beber cerveza) en Varsovia, también hicimos un poco el turistilla. El centro histórico, la Stare Miasto, fue destruido por completo durante la Segunda Guerra Mundial, aunque posteriormente ha sido reconstruido con esmero, casi piedra a piedra, y el resultado es estupendo. Las casas de distintos colores, rodeadas por murallas, torres y el castillo real, justo en el meollo del centro, resultan muy fotogénicas. Encontramos un albergue baratito en un pasaje transversal muy recomendable.
REINVENCIÓN TRAS LOS BOMBARDEOS
Me gustaron especialmente los coches de caballos, dirigidos por unos tipos perfectamente trajeados en plan época. Supongo que debe ser lo suyo darse un paseo en ellos, pero la economía mandó y lo dejamos correr. El centro en sí es pequeñito y se pasea rápido, aunque se puede uno tomar su tiempo para echar un vistazo en algún museo, como el Historyczne Warszawa. La catedral, del siglo XIV, también tiene una visita. Está edificada en honor a San Juan y lo curioso es que nunca se concibió para ser el mayor templo de la ciudad. Arrancó como una humilde parroquia y los sucesivos reyes la fueron embelleciendo y ampliando. Y sí, como todo lo demás, también sucumbió a las bombas de la IIGM y volvió a surgir, esta vez en estilo gótico.
No es difícil echar a volar la imaginación y retroceder en el tiempo hasta la época en que este conglomerado de calles peatonales cobró forma resguardado por las murallas medievales. El origen de todo es el Castillo de los Príncipes de Mazovia, devastado por los alemanes en 1944 y vuelto a levantar en 1975. Los regios salones, la sala de Canaletto, la famosa escultura de Cronos... La cantidad de tesoros que encierra es realmente sorprendente, casi al nivel de lo que cada día ofrece la Plaza del Mercado. Aquí es donde se congrega multitud de artistas que ofrecen sus cuadros en una suerte de galería al aire libre, siempre escoltados por la estatua de la Sirenita, símbolo de Varsovia y mucho más agresiva en sus formas aquí que en Copenhague.
EL CUARTEL DE LA GESTAPO DA EL TEMBLEQUE
Quizás uno de los puntos que más nos gustaron fueron los cementerios judíos, custodiados por ancianos muy amables que no dudan en sentarse un rato a fumar una pipa y contar sus historias. Se aprende mucho de ellos. También nos dimos una vuelta por un antiguo cuartel general de la Gestapo, perfectamente conservado y que te mete un poco de miedo en el cuerpo por lo lúgubre que es. Mejor no imaginar lo que se hacía allí dentro.
A la hora de admirar algún vestigio de la época de influencia soviética, me decanto por el imponente bajorrelieve de un herrero en la Plac Konstytucji (Plaza de la Constitución), así como el inmenso Palacio de la Cultura y la Ciencia, perfecto ejemplo de la arquitectura realista rusa. En su momento fue un ¿regalo? del dictador Stalin al pueblo polaco y llegó a ejercer como el segundo rascacielos mayor de la ciudad.
Es Varsovia un lugar señorial por mucho que sus animadas noches traten de demostrar lo contrario. Les propongo algo: den un paseo con aire marcial por la Krakowskie Przedmie?cie, una majestuosa calle flanqueada por edificaciones notables como el Convento de los Bernardinos, los palacios Presidencial, Kazanowski y Potocki, la Iglesia de la Asunción de la Virgen María y de San José... Probablemente acaben desfilando. Por supuesto no está de más cuadrarse a la altura de la estatua que honra la memoria de Nicolás Copérnico, un polaco para la historia.
PD: si lo que desean es desmelenarse por las noches, también Varsovia es el sitio indicado. Valgan algunos ejemplos y dense por bienvenidos 'a la jungla'. Está el Club 70, en ulica Walicow 9, el Piekarnia (opción para música electrónica), en ulica Mlocinska 11, Luztro (ambiente gay) en aleje Jerozolimskie 6 y muy de moda Le Madame, en ulica Kozla 12.



















