Diez playas que hacen «marca España»
Es el momento de elegir destino para gozar el verano. He aquí diez playas en la península y en las islas que reflejan la calidad de nuestra costa
Actualizado:Es el momento de elegir destino para gozar el verano. He aquí diez playas en la península y en las islas que reflejan la calidad de nuestra costa
12345678910Cofete, Papagayo y Maspalomas (Islas Canarias): sal, pimienta y mojo picón en tu toalla
Corralejo, en Fuerteventura, un playa donde se combina el paisaje de arenisca y el paseo en camello - andy mitchell Canarias es, de sol a sol, destino de playa por excelencia. Sus cambiantes pero por igual idílicos parajes entre islas hacen de una visita al archipiélago una experiencia que bailotea entre la aridez del Sáhara profundo y la calidez bizarra de agua en pleno Atlántico. Las dunas de Corralejo y Sotavento y Cofete de Jandía, en Pájara (todas en Fuerteventura) son a las playas lo que un diamante en un joyero. Relucen en medio del privilegio cromático que muestran las islas orientales canarias, cuna del «windsurf» y «kiteboard» para los aficionados, por otra parte. En sus tramos ondea la bandera azul y los usuarios las reconocen como «lugares alejados de todo y de una belleza salvaje y turbadora».
Quien va a Gran Canaria se queda con muchos detalles, pero quien no se da un baño en Maspalomas, entonces no sabe lo que es bueno. Es un arenal con temperamento propio, que acaba de cumplir 50 años como marca reconocida. En Gran Canaria también sacan la cabeza por encima de las demás la playa de Güí Güí (en La Aldea de San Nicolás), que resulta ser las playa más remota de España y, por supuesto, el enclave urbano de excepción: las Canteras, lleno en cualquier época del año y «barra» libre de arrecifes y arenisca.
Por último, nos quedamos con los bellos arenales de Papagayo en Lanzarote, y Las Conchas de Teguise, sito en la isla de La Graciosa, por su contraste volcánico la primera y su calcáreo manto, la segunda. Son paisajes de ensueño en los que hasta se puede uno montar en camello, así que devienen a la postre en experiencias peculiares sobre todo para la gente de la Meseta interna.
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En Fuerteventura , dos noches de apartamento de un dormitorio desde 46 euros.
Rodas (Pontevedra, Galicia): las Islas Cíes, el ADN del Atlántico
Playa de Rodas, en las Islas Cíes, un paraíso siempre bendecido por el turismo interno y externo - ABC En todo listado de playas que dan empaque a la «marca España» dentro y fuera de nuestras fronteras, nunca adolece un nombre: Islas Cíes y sus Figueiras o Rodas natales como playas naturales de agua fina y blanca, que se asemejan al Caribe más ensoñado y cuyas aguas tampoco tienen que envidiar en nada a aquellas que riegan el centro de las Américas. Rodas es, por su extensión, su calidez y su confort uno de esos arenales donde el bañista no puede irse desencantado. Llegar, tumbarse junto a un reguero de gaviotas, en un terreno protegido de los malos humos humanos y urbanos, es una gozada solo trastornada por las gélidas aguas del Atlántico. Con el catamarán de vuelta a Vigo, el transeúnte viaja, si lo desea, hasta la masificada Lanzada (en O Grove), donde aire y mar se funden para deleite del windsurfista o escala hacia el norte por la temeraria Costa da Morte. Carnota merece una parada prescriptiva. En el periplo por el litoral gallego a uno no le falta de nada: desde la defensa más enconada del nudismo clásico en Cangas de Morrazo, hasta el chapoteo en un arenal salvaje aderezado de siglos de historia con una joya arqueológica como el Castro de Baroña como acompañante. Puedes hacer una visita a una isla declarada parque nacional como Melide Isla de Ons, en Bueu, pasando por los óleos del cuadro compuesto en Muros (La Coruña) a base de un cordón dunar de 14 metros de altura que se insinúan desde Área Maior. Aunque, sin resquicio a la duda, si hay una playa icono del magnetismo gallego ésa es la de Las Catedrales, en el lucense Ribadeo. Sus arbotantes, cuevas y delirios de la naturaleza al incorporarse terreno sólido son la singularidad personificada. Una estancia y una vista de ésas que no se olvidan, y que si agregas a un arroz con bogavante de cualquiera de los pequeños pero hospitalarios restaurantes que jalonan el litoral en primera línea de playa entre Ribadeo y Foz, entonces has asegurado la mezcla de mar y tierra perfecta. El remojón, eso sí, solo tiene que ser hasta la cintura, medio cuerpo y para fuera.
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Calblanque, en Cartagena (Murcia): Mediterráneo bravo
Cala Negrete Calblanque, en Cartagena (Murcia) - diotime1/FLICKR Decir Murcia es decir zonas costeras de postín como La Manga del Mar menor (Cartagena y San Javier), Lorca o Águilas. Si vas, podrás elegir el baño en Calnegre o Cala Blanca (Lorca), las aguileñas de La Carolina y Playa Amarilla o la Cala Negrete Calblanque cartagenera. Esta última es la cala más occidental dentro de las de Calblanque, de raíz naturista. ¿Lo malo? Hay que acceder en autocar a partir de las 11.00 horas, debido a que se restringe el paso durante el día al vehículo privado. ¿Lo mejor? Contempla de frente el mar bravo encajado entre rocas o el soberbio Cabezo de la Fuente, a nuestras espaldas, que se yergue sobre un manto de albaidas.
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S'Alga y Ses Illetes (Formentera): el turquesa es tendencia
Ses Illetes (en la foto) y S'Alga en Formentera. En ellas, desconectar es tan innato como soñar - xavi/FLICKR Salpimentado todo el archipiélago de arenales de revista. Lo complicado en Baleares es no quedarse un rato en una ensenada. Y que no lo tenga todo para embelesarte. Así que la primera labor es discernir entre las calas menorquinas, las de Mallorca, Ibiza o las citadas de Formentera, con el abanico de placeres y sensaciones que ofrecen por igual, porque es como quedarse entre «papá o mamá». Las ibicencas de Cala Salada o San José, la manacorí de Cala Varqués y la de Es Trenc en Campos, o Formentor en Pollença de Mallorca, son tan renombradas que darles mayor bombo sería como perder el tiempo. Solo hay que ir, verlas y en un instante, tu retina ha mudado para siempre. Lo que ocurre también en S'Alga, ubicada en S'Empalmador, con aguas aturquesadas que no se agotan nunca. Para arribar, hay que desplazarse en barca desde la vecina La Savina a la isla de S'Empalmador, por el entorno del parque natural de Las Salinas de Ibiza y Formentera. En Menorca, la cala Macarellereta desciende dese los robustos y blancos acantilados hasta la fina arena de cal, un disfrute multiplicado por mil si te aventuras a recorrer la senda desde Cala Galdana hasta el Mediterráneo que rompe, tendido, tumbado, espumoso contra las rocas. Obsequio geórgico para los mortales.
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Oliva (Valencia): la vida suave
Oliva, en el litoral de la Comunidad Valenciana, es un modelo de «sol y playa» tranquilo - abc A Oliva no se va a bailar la noche, sino a saborear la paz de los días. En la Comunidad valenciana hay muchos y tentadores modelos de «sol y playa», según los gustos, pero el de Oliva es en cierta forma singular, suave, sin edificios altos, sin discotecas por la noche, sin excesivos chiringuitos, sin paseo marítimo. A Oliva se va a pasear la playa al amanecer o al atardecer y a disfrutar del sol con muchos metros libres de arena alrededor, lo que no deja de ser un lujo en el Mediterráneo.
En el litoral del municipio de Oliva, de unos once kilómetros, las playas reciben diferentes nombres, pero en esencia, todas responden al paisaje descrito líneas atrás. Una imagen también explica mejor que mil palabras lo que encontraremos: arenales amplios, playas limpias y un litoral protegido, en el que no faltan algunos camping que incluyen restaurante, unos pocos bares de playa y un buen campo de golf (Oliva Golf).
Quien eche de menos la actividad, las compras o el burbujeo de la noche, deberá saber que muy cerca de Oliva quedan Denia y Gandía, lo que asegura una adecuada mezcla de ambientes. Y quien busque alguna excursión, puede elegir el Parque Natural del Marjal de Pego-Oliva, una zona húmeda entre los términos municipales de Pego y Oliva.
La Comunidad valenciana es uno de los soles de la «marca España». En toda la costa -Valencia, Alicante (con su idolatrada Granadella por bandera) y Castellón- hay opciones para todos los gustos, con la seguridad de una gastronomía de primera fila y una temperatura que no falla.
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Aiguablava (Gerona): senderismo virgen
Aiguablava, en Gerona, una cala construida con pinos y profundidad marina semitransparente - julián guisado De entre todos los valores en alza que conviven en la costa mediterránea hasta saltar el Cabo de Creus y a terreno francés, Cataluña avala nombres de hermosas y, en muchas ocasiones, abarrotadas ensenadas como Cala Fonda en Tarragona, las playas de Rosas y los rincones bohemios henchidos de encanto de Cadaqués, impresionantes al trazo de su Dalí natal, en el Golfo de Rosas. Nos quedamos hoy con una no tan retratada, pero cocinada con la típica gastronomía ampurdanesa, como la que te sirven en bandeja en el Parador de Aiguablaba. Esta cala se construye con pinos y tiene salida directa al fondo del Mediterráneo, irradia (como se traduce su nombre del catalán, agua azul) profundidad marina azulada, casi semitransparente y una arena fina y dorada que palpita a ras de toalla. La Cala de Aiguablava es la última estancia del municipio de Begur, sita al sur por la carretera que une el municipio y Palafrugell, cuenta con numerosos adeptos durante los meses estivales, por lo que no es del todo difícil que sus 75 metros de «eslora» completen el cupo de bañistas. El aliciente añadido a la tumbona es la posibilidad de circundarla por los adecentados senderos cercanos, en un entorno natural casi virgen protegido por la sombra de la frondosa vegetación y que conduce al otro hito de la cala, la Punta des Mut. Allí se ubica el Parador, donde hemos comenzado esta singladura.
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Ballota (Asturias): historia y llanura en una concha
Playas de La Ballota y Andrín - gargomo (josé Luis)/FLICKR Las de Andrín y La Ballota (en la imagen superior) componen las piedras angulares del amplio repertorio de playas próximas a los municipios de Andrín, Cué y Llanes. Son conchas de hasta 250 metros de longitud, como la de Ballota, con un peñón, islote o castro central que actúa de «paraolas» y de refugio de la gaviota partiamarilla y el paíño europeo. Es su elemento más característico, el que la define y como consecuencia del cual se forma un remanso de paz mientras las concha marina invade la tierra, jalonada de hórreos (algunos superan los dos siglos de antigüedad) e historia con una procesión cercana de capillas e iglesias bellísimas que transcurren al paso de la N-634. Si vas hasta estas dos playas, hay que apreciar toda su grandeza dibujando una panorámica desde el mirador de La Boriza, desde donde se divisa el arenal de una forma privilegiada y al cien por cien. Por carretera, vía asfaltada, o a pie por el sendero campestre último, la bajada hasta la arena constituye ya una bella experiencia. Si además el aficionado al golf quiere gozar de su deporte, no está de más pasarse por el campo aledaño de La Garita. En la playa de La Ballota también puede dar rienda suelta a la pesca deportiva, si es el caso, y es idónea para practicar el «snorkeling».
Oficialmente, La Ballota no está considerada una playa nudista, pero si quieres darte un respiro, puedes acercarte a una parte separada por un saliente rocoso. Allí sí puedes desprenderte del traje de baño.
Playas llaniscas y una buena cena en una taberna es el mariaje idóneo para cualquier mortal, nacional o extranjero, así que una muy buena época para una estancia placentera suele ser septiembre, con arenales menos atestados de gente y paseos agradables por el acogedor concejo asturiano de Llanes. Altamente aconsejable ir a uno de la multitud de alojamientos rurales que están diseminados por todas las aldeas y localidades colindantes. ¡No hay que perderse la rama de tonos de color que presentan algunas de las casas!
Oferta de viaje: Habitación doble, hotel de tres estrellas, dos noches, en Llanes, desde 90 euros.
Bolonia y el tridente del Cabo de Gata (Andalucía)
Playa Bolonia, en Tarifa, Cádiz - TURISMO DE CÁDIZ Son lugares de peregrinaje estival casi obligados. ¡Qué no tendrá Andalucía a lo largo de casi 900 kilómetros de litoral! Desértico en Almería, cálido en Granada, heterogéneo en Cádiz... La playa de Bolonia, en Tarifa (en la imagen superior), sigue llevándose los honores en todo ranking que se precie de las mejores de España, aunque siempre se hace acompañar por la de La Barrosa, en Chiclana de la Frontera, Zahara de los Atunes y la propia de Cádiz capital, La Caleta, como destinos vacacionales predilectos.
Iluminadas por una luz incandescente, presentan un llamativo aspecto virginal a pesar de los mil usos que se les dan. Su mejor carta de presentación es, a todas luces, sus distintivos de calidad, con aguas limpias y arena fina. Un lujo. Como lo es también ir a alguna de las localizaciones en la serpenteante línea de mar en el almeriense Cabo de Gata. El tridente de arenales que conforman Mónsul, Los Genoveses y Los Muertos (entre las poblaciones de Carboneras y San José) han hecho las delicias atrezadas en varios videoclips de artistas y rodajes hollywoodienses, si bien ninguno de ellos proporciona la verdadera sensación que destila una visita a alguno de estos recodos: paz.
En la costa granadina, Costa Tropical
La Costa Tropical es un tres en uno, y no hay muchos sitios en España que puedan decirlo. En pocos kilómetros encontramos excelentes playas, una ciudad inolvidable (Granada), pueblos blancos llenos de personalidad y el paraje montañoso de Sierra Nevada. El conjunto da para un verano entero, a veces fresquito, en las cumbres, y a veces caluroso, con una vegetación propia del trópico, en las playas de Almuñécar, Salobreña o Motril.
En ese triángulo mágico hay infinidad de playas para elegir. La de La Herradura (Almuñécar) o Calahonda (Motril) son dos grandes ideas. Esta vez elegimos La Rijana, en Castell de Ferro, una pequeña cala junto a la carretera N-340, apartada y sin equipamientos. Un lugar muchas veces íntimo, con aguas limpias en las que nadar o bucear. El coche se deja en la zona superior de la pequeña elevación que rodea el arenal. Se desciende andando, un trayecto corto y sin complicaciones. En verano suele haber un chiringuito (solo uno) que compone un paisaje idílico, una playa sin aglomeraciones, con un refresco a mano y con aguas cristalinas para «amarrar» nuestros cuerpos durante un día perfecto.
Es fácil desconectar tumbado en un arenal andaluz, pero no conviene olvidar que, recogida la hamaca, hay un mundo de chiringuito, gastronomía y ocio nocturno por alimentar.
Oferta de viaje: dos noches, habitación doble, hotel de tres estrellas, en Chiclana, dsde 108 euros.
Oyambre (Cantabria): icónico rincón y las cuitas se las lleva la corriente
Oyambre, en Cantabria - josé garcía Alega un refrán cántabro que «nordeste duro, vendaval seguro», lo que a veces es una traba para un baño reposado en los preciosos e icónicos rincones de la región con acceso al mar, como el Langre Ribamontán donde pasaba sus jornadas de asueto Félix Rodríguez de la Fuente. No casa el primer dicho con la costumbre arraigada en Cantabria de lanzarse a la arena al primer rayo de sol (y que se sintetiza en otro axioma autonómico -«pasiegos y perros de caza, cuanto menos en casa»-), un hábito ése tan popular en la playa del Sardinero de Santander, o la vecina y muy conocida playa de Covachos, que más que un arenal parece un capricho esmeralda de la naturaleza. A continuación, nos detenemos en otro bloque arenero: el que conforman Oyambre y San Vicente de la Barquera, un tránsito inolvidable por casi dos kilómetros de extensión que es un privilegio para los sentidos. En la costa occidental de la Comunidad, la playa comienza en el Parque Natural de Oyambre defendido a ultranza por los ecologistas que han hecho de él el símbolo de la Cantabria más bonita y cuidada. Separada de la desembocadura de la Ría de la Rabia por un mar de dunas, la playa goza de una ocupación media y oleaje moderado, en resumen, es extensa y aislada, así que resulta idóena para un momento de relajo con la familia.
Oferta de viaje: Dos noche, habitación doble, hotel de tres estrellas en Santander, desde 91 euros.
Laga, en Ibarrangelu (Vizcaya): reserva de la Biosfera
Playa de Laga, en Ibarrangelu, Vizcaya - el correo En lo hondo de la pradera (como se traduce el nombre del término municipal del diminuto Ibarrangelu), el turista del inmensurable Cantábrico baja a pie de mar hasta las dunas y farallones combinados de la estampa de la playa de Laga. Emplazada junto a la Reserva de la Biosfera de Urdibai, este territorio vizcaíno es tan hermoso como desconocido fuera de estos lares. Una visita conjunta a Laga, un arenal bien equipado y completamente accesible, junto a la vecina playa de Laida embriagará los sentidos del viajero ávido de sol mesurado, relax en la toalla y vistas a prueba de teleobjetivos.
Dicen que en Laga se localizan tantos pintores en los alrededores de la carretera de acceso a la ensenada como surfistas cabalgan las olas abajo en el mar y parapentistas intrépidos se lanzan dsede el promontorio peñón de Ogoño (279 metros), atalaya que vigila éste que es sin duda uno de los arenales más bonitos de la costa vizcaína. Hay otros: recomendable es una parada en la muy notoria Concha (San Sebastián) y un chapuzón en la playa verde de Karraspio, en Mendexa.
Oferta de viaje : dos noches, habitación doble, hotel de tres estrellas en San Sebastián desde 215 euros.