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Dos jubilados suizos en un barco en Sanxenxo: «Es más duro estar encerrado en un apartamento»

Historia del despreocupado encierro de dos viajeros en un barco en el que recorrían el Atlántico entre el Algarve y la Bretaña francesa

Los suizos Susanne y Louis Pittet posan para el fotógrafo en el puerto de Sanxenxo, en Galicia EFE/ Salvador Sas

Jorge Morales / Efe

Jamás podían imaginar que un virus procedente de China interrumpiera, solo eso, el sueño de sus vidas, cuando un matrimonio de jubilados suizos emprendió el pasado septiembre una travesía marítima desde la Bretaña francesa hasta el Algarve , en Portugal.

A Susanne y Louis Pittet les cogió la declaración del estado de alarma en el puerto gallego de Sanxenxo , desde donde pretendían seguir su periplo de regreso al norte y dirigirse hacia el Mar Báltico.

Y en la localidad turística pontevedresa aguardan al levantamiento de la restricción de desplazamientos sin el menor atisbo de preocupación.

Antes al contrario, se lo toman con mucha filosofía e incluso se consideran unos «privilegiados», porque como señala a Efe Susanne «es más duro quedarse encerrado en un apartamento» que en un barco.

El suyo, de nombre «Naviot», que se compraron expresamente para realizar este viaje, tiene once metros de eslora y 3,60 de manga.

Pese a las limitaciones de espacio gozan de una ventaja que la mayoría estos días no puede disfrutar: ver, oler y tocar el mar .

No todo es quietud y contemplación en la rutina diaria de los Pittet.

«Hay muchas cosas que hacer en un barco», apunta Susanne, ya sean labores de reparación, limpieza o mantenimiento del «Naviot», de más de 40 años de antigüedad.

El tiempo libre lo consumen en leer, hacer ejercicio, tocar la guitarra e incluso ella a aprender dibujo artístico.

La clave, opina Susanne, que chapurrea el español y se defiende bien en inglés, es dedicarle más tiempo a cada cosa. Y por qué ocultarlo, a hacer más siestas que las habituales .

Su aislamiento no es total porque mantienen contacto telefónico o por internet con sus familiares.

Están al día de la actualidad y de la progresión de la pandemia del coronavirus , pero pese a lo que ven y leen insisten en que no están preocupados y en que se sienten seguros.

Como el resto del mundo, toman sus precauciones cuando salen a dar un paseo a los pantalanes del puerto de Sanxenxo, y las pocas veces que se cruzan con alguien regresan el barco o bien se aseguran de mantener las distancias.

Por nada del mundo quieren que el Covid-19 chafe definitivamente sus ahorros y sus planes , fraguados durante años de trabajo, él como técnico en una empresa de puertas industriales y ella en un laboratorio médico.

Determinación no les falta. Cuando se conocieron «muy jóvenes» se liaron la manta a la cabeza, dejaron sus respectivos trabajos y dedicaron dos años y medio a recorrer el mundo.

Más adelante, cuando tuvieron a sus dos hijos, hicieron otro paréntesis de un año para viajar por Europa .

Ahora, contra viento y marea, coronavirus mediante, no están dispuestos a renunciar al sueño de sus vidas.

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