La isla turística que ha pasado de 6,2 millones de visitantes en 2019 a solo 45 este año

El dato lo aportó la Oficina Central de Estadísticas de Bali . Y hace unos días, se lo confirmó a la CNN Nyoman Gede Gunadika, jefe de la sección de turismo de la provincia de Bali, quien añadió que era «el número más bajo de visitas de turistas extranjeros que jamás hayamos registrado».

El Aeropuerto Internacional Ngurah Rai (DPS), en Denpasar, al sur de la isla, no lejos de la playa de Kuta, ha estado cerrado casi todo el año, de forma que esos 45 turistas internacionales llegaron probablemente en un yate privado . El 14 de octubre, el aeropuerto volvió a abrir, pero por ahora solo operan rutas nacionales procedentes de Yakarta, la capital de Indonesia.

Por supuesto, las restricciones por el Covid tienen que ver con este desplome absoluto de visitantes. Pero además, en el caso de Indonesia las normas de viaje son tan amplias que han desanimado a cientos de turistas que muestran su desaliento en las redes sociales, a la espera de mejor noticias en unas semanas.

En esencia, para viajar hace falta un visado especial que cuesta 300 dólares (266 euros). No se trata de un visado turístico, sino de negocios, que se emite para trabajos esenciales, reuniones de negocios o tripulaciones de empresas de transportes, por ejemplo, aunque es cierto que algunos turistas también pueden conseguirlo. También hay que hacerse pruebas PCR (una antes de salir y otra al aterrizar), contratar un seguro médico y pasar una cuarentena de diez días al llegar a Yakarta (incluso los vacunados).

Bernard van Elmpt -holandés, aunque vivió 26 años en Torrevieja y Murcia-, gerente del hotel Sahaja Sawah Resort , explica a ABC Viajar que «muchos hoteles están cerrados y muchos han cerrado para siempre. Yo tengo un resort y lo he mantenido abierto con mis ahorros. En dos años no hemos tenido un cliente. Ahora hemos tenido suerte/karma porque ha llegado un grupo de 39 alemanes , incluidos niños y teletrabajadores, que ha alquilado el resort entero seis meses porque dicen que quieren una vida mejor. Pero en la isla hay mucho pobreza, la gente no tiene ni para comer, sobre todo por la crisis turística. Nosotros tenemos una fundación que hace muchas cosas, pero es imposible llegar a tanta pobreza».