Un español en un crucero sin puerto que les admita: «Quiero volver para estar con mis hijos»

A Payá, de 58 años, siempre le han gustado los cruceros. En 2010 navegó por Groenlandia y las Feroe, y creyó que aquella era la cumbre de su vida. Pero siempre guardó una última meta: dar la vuelta al mundo . La ha tenido que hacer un poco antes de lo previsto. Le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson y quiso viajar todavía en buena forma, para disfrutarla como en sus sueños. Su esposa, Yolanda, profesora del IES El Clot de Valencia, pidió una excedencia no remunerada, tiraron de las ahorros de una vida e hicieron las maletas hacia una ruta que debía pasar por Barbados, Isla de Pascua, Polinesia, Nueva Zelanda, Australia, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Malasia, Tailandia, India, Dubái, Omán o Jordania.

El Costa Deliziosa es uno de los barcos que aún dan vueltas en busca de un puerto que les admita, en el que puedan bajar. La mayoría de la flota de cruceros está en parada y todas las salidas han sido suspendidas. Sin embargo, en este caso, la nave sigue en alta mar. En los últimos días ha fondeado en Isla Mauricio y en Reunión para cargar carburante y alimentos. Ahora la compañía negocia otras paradas técnicas en Mascate y Salalah (Omán) , camino hacia el canal de Suez y el Mediterráneo para terminar en Italia. El 26 de abril era la fecha prevista del final del viaje. El 27, Yolanda debería reincorporarse al trabajo.

Carlos Payá dice que ha sido feliz en este barco, y que se siente un privilegiado. Se le saltan las lágrimas , que conmueven desde la distancia, cuando habla de los días en Isla de Pascua, en el Canal de Panamá, en Nueva Zelanda. En Bora Bora, su mujer nadó entre rayas, mantas y delfines, y aunque él ya no pudo hacerlo por la enfermedad, nunca olvidará esa imagen. «Pero, como decíamos los periodistas de deportes, en cualquier momento salta la noticia . Cambiaron el itinerario para esquivar los países asiáticos al principio de la crisis y nos dirigimos a Nueva Zelanda y al sur de Australia, y ahí ya supimos que era el final».

El Costa Deliziosa empezó entonces un lento camino de vuelta que aún no tiene un destino confirmado. Una parte de los pasajeros españoles «no ve claro» dirigirse a Italia , y preferiría desembarcar en España cuanto antes. Dice Payá -y confirma Costa Cruceros- que «estamos en un barco limpio». Y explica: «Un grupo de 12 ó 14 personas está ahora en cuarentena (hasta el día 30) porque hicieron una excursión de tres días en Perth (Australia). Se aislaron por precaución, pero están bien. Creemos, por tanto, que los españoles podríamos bajar cuanto antes en cualquier puerto de nuestro país en lugar de que tenga que ir un avión a repatriarnos. En cambio, hay una minoría de viajeros, los más mayores, que creen que cuanto más tiempo en el barco, más seguros estarán . No tienen prisa”.

A Carlos y a Yolanda les esperan sus dos hijos en Valencia, una chica de 24 años que comparte piso y un chico de 21 que está solo, en la casa familiar. «Quiénes somos nosotros para quejarnos de nada -afirma-. Lloramos cada día por lo que pasa en España , y aquí estamos seguros, pero queremos volver para estar con la familia, con nuestros hijos, por humanidad».

El barco es una isla mínima en la que aún funciona una rutina de ocio , «aunque hay gente que se agobia más». A las 7.30, Carlos Payá sube a cubierta a caminar o va al gimnasio. «Aquí se come bastante, y hay que hacer ejercicio», bromea. Tras el desayuno empiezan las actividades de la mañana, clases de idiomas y baile, concursos, manualidades. A las doce escuchamos el mensaje del capitán, Nicolo Alba. «Lo está pasando muy mal, porque todo el viaje ha saltado por los aires» , señala Payá. Luego viene la comida, juegos de cartas, más paseos. A las 19.00, el teatro. «No han podido subir a bordo nuevas compañías, así que vemos actuaciones de la tripulación». Y la cena, que para los españoles es a las 20.30. Al cabo, la noche, con algún baile o un cine de verano en la piscina. Allí vieron Easy Rider.

«Durante 107 días, el Costa Deliziosa será el hogar de 1.900 pasajeros que realizarán uno de los viajes más especiales de sus vidas », rezaba la publicidad de este viaje. Ninguno sospechó hasta qué punto sería especial. Este viernes, un nuevo comunicado de Costa Cruceros explicaba que «la compañía está trabajando con las autoridades italianas para encontrar un puerto final de destino adecuado que pueda garantizar la máxima seguridad y la posibilidad de organizar rápidamente el regreso a casa de los huéspedes y de la tripulación».

Para el matrimonio Payá, empieza un nuevo día. Anoche llovió, pero «amaneció el Índico que conocimos, maravilloso. Ahora, las 12.00 aquí, ballenas a popa», tecleó Payá en Instagram. Un día más no pudieron ver la televisión española . Volvieron a hablar con la familia. «Si pudiera teletransportarme, me iría ahora mismo con mis hijos».