Cara a cara con tiburones por 150.000 euros: turismo de lujo sin jaulas y sin miedo
Karlos Simón, madrileño, uno de los mayores expertos del mundo en buceo entre tiburones, propone una experiencia única en estos tiempos de experiencias caras y extremas
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Iniciar sesiónKarlos Simón (Madrid, 1967) tiene una propuesta que la mayoría de nosotros no podría aceptar. Pretende guiar a buceadores con mucho dinero (la experiencia extrema cuesta entre 100.000 y 150.000 euros) a un encuentro muy cercano con tiburones. Cara a cara, literalmente. ... En realidad, Karlos (la K, que despista, viene de un grupo de amigos vascos cuando era adolescente) lleva treinta años nadando entre tiburones, en muchas ocasiones con turistas, pero nunca había hecho un planteamiento tan atrevido. Lo está contando esta semana en el SUTUS by Les Roches, un encuentro del turismo de lujo que se celebra en Marbella. Durante una semana, en Bahamas, el cliente (son inmersiones individuales) acompañará a Karlos en la caja del cebo, junto a los tiburones, sin jaula de por medio, sin la distancia de los grupos turísticos normales. Se trata de enseñar a quien pueda pagarlo algo de su trabajo, si es que es posible resumir treinta años en una semana.
En el caso de Karlos Simón, su relación con los tiburones empezó después de «una chufa importante» mientras practicaba snow en 1987 en la pista de El Río, en Sierra Nevada. Entonces, era monitor de esquí y practicaba saltos acrobáticos. Meses después, en Semana Santa de 1988, aún no se había recuperado, así que se fue de vacaciones a Cuba. «Allí hice el típico bautizo en el que fuimos a un barco hundido donde había tiburones. Me impactó mucho: meterme debajo del agua y sentir esa sensación de ingravidez y la respiración, el barco y los tiburones. Se te pasan mil cosas por la cabeza. Nos van a comer. Pero los guías empezaron a interactuar con ellos y pensé… qué animales más fascinantes».
En esta conversación, Simón habla de tiburones, de cine y de miedo, de turismo de lujo, de sensaciones que no tienen precio (en realidad, sí lo tienen) y de lugares poco explorados de esos que parece que solo existen en los documentales.
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-¿Antes de la inmersión cubana sabía algo de tiburones?
-Eran tiburones nodriza, uno de los más tranquilos. Suelen estar durante mucho tiempo posados en el fondo posado. Y no, no sabía nada de tiburones, solo que me encantaba la película de Spielberg. Ahí empezó el enganche con el mundo del buceo, al que me dedico desde 1993, y con los barcos hundidos. De hecho, en 2018 hice una serie sobre barcos hundidos en la costa española para TVE.
-Suele decir que Spielberg tiene la culpa de la mala fama de los tiburones.
-Es una afirmación cariñosa. Es un peliculón, pero allí fue cuando la gente empezó a darse cuenta de lo que podía ser un tiburón y más uno de ese calibre. A partir de ahí hubo otras películas en las que siempre se culpaba a los tiburones, eran asesinos, depredadores. Fantasía en un altísimo grado. La fama que le han dado dentro del cine no ha sido la más recomendable.
-¿Cuántas inmersiones ha hecho?
-Puedo llevar alrededor de 10.000, es un número aproximado. Y con tiburones, alrededor de una tercera parte. En 1993 empecé a montar viajes y nuestra especialidad siempre han sido los viajes con tiburones. Podré haber montado alrededor de 250 en 35 ó 40 países.
-¿Con qué tipo de tiburones suele bucear y cuáles trata de evitar?
-Hay unas quinientas especies de tiburones. No evito bucear con ninguno, me encantan todos, salvo por el hecho de que hay algunos que viven a una profundidad a la que no podemos llegar. Si buceas mucho, puedes hacerlo con unas cincuenta especies. Yo llevaré unas cuarenta. En 2019 el escritor Alfonso Mateo-Sagasta hizo un libro sobre mi historia y en ese libro hablamos de veintisiete especies con una explicación detallada.
«Realmente existen unos ocho o diez tipos de tiburones con los que hay que tener más cuidado, aunque siempre hay que estar atento porque hasta con un tiburón nodriza puedes tener un problema en el manejo del cebo. Entre esos considerados más 'peligrosos' están el tiburón oceánico de puntas blancas, que se ve en muchos mares, aunque uno de los mejores sitios para verlo es el Mar Rojo, en las islas centrales. Alcanza los 2,5 metros y se le ve en superficie. El tiburón toro es el único que puede meterse en agua dulce, lo que puede causar inquietud. El tiburón tigre a veces puede atacar a los surfistas. Tiene un tamaño importante. Yo buceo con ejemplares que llegan a cinco metros. Tiene un comportamiento bastante tranquilo, por eso es uno de mis favoritos. Y por último el tiburón blanco, el más inteligente de todos. Se puede bucear con y sin jaula. Para bucear con esos tiburones sin jaula hay que tener permiso normalmente para objetivos científicos o grabar un documental. Con jaula hay muchos sitios donde se puede bucear, en Sudáfrica, en Australia o en la isla de Guadalupe, en el Pacífico mexicano, donde ahora está prohibido para que descansen los animales, porque había muchos turistas».
-Sobre el buceo con jaulas, ¿hay alguna normativa internacional?
-Nosotros siempre buceamos sin jaula, a no ser que no haya otra forma, como en Sudáfrica con el tiburón blanco. Pero no hay normativa general para esto. En algunos sitios se hace esnórquel en superficie con jaula, para turistas que no son buceadores y que quieren tener un tiburón cerca. En lo que sí hay un acuerdo general es sobre el tiburón blanco. En los cuatro o cinco sitios del mundo donde pueden verse se utilizan las jaulas: atrae mucho turismo y es un gran negocio, y no quieren que eso se estropee.
-¿Qué zonas del mundo son más impresionantes para bucear?
-Hay muchas zonas diferentes, con ambientes de arrecifes, volcánicos, de hielo… Si nos vamos a un buceo normal, con mucho color y arrecifes, uno de mis sitios favoritos es el oeste Papúa Nueva Guinea, en zonas como Raja Ampat, donde podemos estar muchos días solos. Hay sitios que no te puedes creer, dentro y fuera del agua. Metes la cabeza y piensas si habrán pintado lo que nos rodea. Si queremos bucear con muchas especies de tiburones, iría al archipiélago de Revillagigedo, en el Pacífico mexicano, a unas treinta horas de la costa. Hay fondo volcánico y muchísima fauna, un espectáculo. Y para tener tiburones muy de cerca, el sitio perfecto es Grand Bahama.
-¿Siempre es necesario el cebo?
-Se puede hacer con o sin cebo. Hay zonas donde te permiten llevar cebo, que se usa para que los tiburones estén más cerca de los clientes. Evidentemente el tiburón va donde está la caja de cebo. Si se hacen bien las cosas no hay confusión alguna, no va a tirarse ni a los clientes, que están más alejados, ni a los guías. Otra cosa es que manejes mal esa situación. No se hace con todos, se hace con los tigre, limón, martillo gigante, puntas negras oceánico o toro. Con el tiburón blanco también, pero con jaula. En las reservas marinas está prohibido utilizarlo. En este caso te pasan cerca, pero no se van a quedar. Aunque hay veces que no hace falta el cebo en sitios donde hay tantos tiburones que da lo mismo que estén a tres metros o a seis.
-¿Ha tenido algún incidente propio o cuando llevaba un grupo?
-Con grupos jamás me ha ocurrido nada que pueda resaltar. A veces ha habido situaciones más tensas. Hemos tenido tiburones puntas blancas océanos, en el Mar Rojo, que han acercado su cabeza al pecho del cliente, pero no ha pasado nada más. Conmigo, yo que manejo la caja de cebo, algún susto me he llevado. Hace poco un nodriza me enganchó el dedo, pero llevaba guante y no pasó nada. En otro momento uno intentó morderme la mano, pero también llevaba guante. Dos situaciones en treinta años. Lo cierto que cuando llevas el cebo tienes que tener todos los sentidos alerta, porque llegan muchos tiburones que han olido la comida y se te echan encima.
-En los últimos tiempos se ha hablado mucho de la relación del turismo de lujo con misiones peligrosas, de millonarios que suben al Everest o al espacio, o bajan al Titanic. El viaje que has propuesto en Marbella, en el que llevarás a los clientes a tu lado, junto al cebo, cara a cara con los tiburones, cuesta entre 100.000 y 150.000 euros. ¿Son riesgos razonables?
-Es más allá de lo razonable porque es inalcanzable para gente con un nivel económico normal. Bajar al Titanic cuesta mucho dinero. Pero no hay una relación directa entre el dinero y el peligro. Hay muchas actividades con riesgo, como la de los hombres pájaro, donde no hay que gastarse mucho. En nuestro caso puede estar más allá de las fronteras económicas de muchas personas, pero no es un riesgo comparable a esas actividades.
«Ahora nuestra propuesta es enseñar a la gente, de forma individual, a hacer cosas similares a las que hago yo. Expediciones con tiburones, un turismo de lujo, yates para una persona o su familia. Durante una semana van a interactuar con los tiburones como lo hago yo. No van a estar a diez metros de distancia, sino a su lado. Eso hay que hacerlo muy bien, porque ahí sí hay un riesgo importante. ¿Cuánto costará? Depende de si el cliente tiene su barco, del tipo de barco que quiera. El precio normal oscilará entre 100.000 y 150.000 euros. El riesgo en este caso no tiene nada que ver con el que asumen los clientes convencionales porque, de esta forma que le digo, van a estar en la caja de cebo a mi lado. La bajamos y a partir de ahí vienen los tiburones, y tú o te estás quieto o puedes interactuar con ellos. En Bahamas lo haremos a diez-doce metros de profundidad. No tiene que ser gente experta en buceo, les vamos a entrenar hasta que estén en condiciones de hacerlo.
–Tiene el récord de permanencia rodeado de tiburones. ¿Cómo fue?
-El objetivo era demostrar que uno podía estar un tiempo más largo que una inmersión normal que es una hora, que podía convivir con el tiburón, por decirlo de alguna manera. Fueron doce horas con tiburones tigre en Bahamas, en 2011. Pensé en hacerlo durante veinticuatro horas, pero mi pareja me convenció para dejarlo en doce durante el día, porque por la noche están más activos.
-Otra de sus especialidades es una técnica para inmovilizar tiburones, la inmovilidad tónica.
-La inmovilidad tónica se usa para poder manipular de una forma tranquila a los tiburones en su medio. No se hace con todos los tiburones, no todos se dejan. Yo lo hago con los tigres, algo que solo hacemos dos personas en el mundo. Se les atrae con cebo y cuando están intentando morder la caja les giramos 180 grados para que el tiburón entre en un estado catatónico. Se asusta y se queda quieto. Puedes marcarle, quitarle un anzuelo, sacarle sangre…
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SuscribeteSoy periodista desde hace más de treinta años. Hice radio, reportajes de actualidad en Blanco y Negro y ABC, y ocio en distintos suplementos. Desde 2007 coordino ABC Viajar
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