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Semana Santa en Sevilla: ¡Al cielo con ella!

Sevilla ya está aquí. Ya está todo preparado para la semana en la que es más Sevilla que nunca

La Vera Cruz con un acordeón

Hermandad de la Exaltación, el Jueves Santo de 2022, en Sevilla Manuel gómez
Alberto García Reyes

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Acaban de reventar los naranjos del antiguo patio de las abluciones. Ya se ha puesto la Giralda el perfume de la primavera y un traqueteo de priostes tiene a la ciudad en un lento compás de impaciencia. De repente un paso de palio sin ... la Virgen cruza por una esquina. Por el otro lado trae la brisa el sonido de una banda de cornetas. En la taberna Morales se celebra una tertulia cofrade en la que los parroquianos beben tinto y nostalgia. Por la judería va un viacrucis en penumbra y en el barrio de San Lorenzo están mudando una parihuela. Sevilla ya está aquí. El poeta Joaquín Caro Romero escribió que la vida es una semana. Semana Santa. La ciudad de Velázquez y Murillo ha sacado de su paleta el añil de las vírgenes inmaculadas para ponerle palio a las calles. El cielo va a explotar en un espectro de azules claros que provoca destellos en la flor blanca de los tramos de naranjos, dispuestos en las costanas como los nazarenos de una cofradía. Hay quien comenta en la barra de Trifón, jamón del paraíso, que el alminar de los almohades se suele vestir de luces con este sol para sumarse a la terna del Domingo de Resurrección en la Maestranza, que ya está blanqueada con pinceles y tiene el redondel como una yema de huevo de albero fresco de Alcalá. Por eso esta semana es la vida. Porque Sevilla no vive para otra cosa. Cuando el Domingo de Ramos salga la Borriquita a la Plaza del Salvador, montículo primigenio de la Hispalis romana, todo habrá terminado. Lo han escrito los viajeros románticos y lo ha consagrado Luis Cernuda: bienvenidos a una entelequia de campanas, aguaores, costaleros, cirios, mantillas, tambores, silencios, bullas, tapas, altares efímeros, iglesias abiertas y balcones vestidos de damasco.

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