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Destinos / HOMENAJE EN TODA REGLA EN EL MAR MUERTO

El mejor balneario de Oriente Medio

Día 08/10/2012 - 12.22h

Partamos de una base: suele estar hasta la bandera de gente. Existen dos posibilidades: playa pública o playa de un hotel supuestamente menos masificada y más limpia. Claro, hay que pagar. La opción segunda salió victoriosa. Ya puestos a concedernos un homenaje, optamos por el Mövenpick, considerado el mejor balneario de todo Oriente Medio. Nunca me gustó la vulgaridad.

El hotel es sencillamente alucinante. Es casi una ciudad en miniatura, con sus casas de adobe, callejuelas, jardines, 18 piscinas, nueve restaurantes. Hay de todo. Lo abrumador de tanta oferta no me desvió de mi objetivo principaL. comprobar si se flota o no en el Mar Muerto. Qué emoción. Me he hecho esta pregunta desde pequeño.

La sensación metes los pies no es diferente a cualquier otra playa. Decidí confiar y me tiré de cabeza. ERROR: comprobé que sí, que flotaba como un corcho, lo que me emocionó. Pero de repente comenzaron a picarme los ojos de tal manera que no veía nada. Ceguera en toda regla. A duras penas conseguí llegar a las duchas en busca de agua dulce. Mi torpeza y las ansias me enseñaron que la alta concentración de sal, un 30 por ciento más que la del océano, hace que cualquier herida te escueza. También los ojos, por supuesto. Recomiendan incluso no bañarse recién afeitado. En el segundo intento me tiré de espalda. A flotar se ha dicho, qué maravilla.

Tras la inevitable catetada, hay que embadurnarse de barro del Mar Muerto. Tiene muchísimas propiedades y un característico color negro intenso. Tras recubrirse completamente de barro de los pies a la cabeza hay que permanecer media hora hasta que seque. Resulta muy divertido; ver a todo el mundo, mayores y pequeños, tiznarse hasta ponerse negro como el carbón. Parecía que era tiempo de Carnaval y que todos iban disfrazados formando una tribu africana. Una vez secado el barro y aclarado con agua, se te queda toda la piel extra suave. Había merecido la pena.

Homenajeado el Mar Muerto y sus barros, Mövenpick ofrece grandes piscinas y restaurantes. Muy buena y fría la cerveza en el restaurante italiano. A base de pintas se acercó el atardecer. No tiene precio ver cómo se apaga el sol mientras se flota en el agua. Al aparecer la luna se acaba la jornada de baños y se cierra la playa. Imagino que esto no sucede en la playa pública. Quedaban las piscinas para tirarse en las tumbonas a una temperatura buenísima.

Si se entra en el sibaritismo absoluto, se puede ir al spa, donde se ofertan distintos tratamientos con agua y masajes, a cada cual más atractivo. Suele estar lleno por lo que lo correcto es reservar a primera hora y programarlo para última hora.

Los últimos rayos de sol despiden el día en el Mar Muerto. En realidad no está tan muerto.

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