turismo
Monfragüe, un tesoro al abrigo del Tajo
Es un edén de dimensiones y belleza descomunales, además del último refugio del buitre negro. Destino, Extremadura
guía repsol
El nombre de Extremadura no puede ser más gráfico. Sin embargo, siempre queda lugar a las excepciones. En pleno corazón de una de las tierras más duras por sus oscilaciones climatológicas, al abrigo del cauce del río Tajo se esconde un edén de dimensiones y ... belleza descomunales. El parque natural de Monfragüe, último refugio del buitre negro, es un paraíso más divino que terrenal.
La comarca de Monfragüe se encuentra en la provincia de Cáceres, flanqueada por las localidades de Navalmoral de la Mata, Plasencia y Trujillo. En las faldas del valle del Tajo se oculta o se preserva un magnífico espectáculo natural, primer espacio protegido de la comunidad. Es el Parque Nacional de Monfragüe, uno de los catorce existentes en España.
El bosque se yergue en un área privilegiada de 17.852 hectáreas de extensión, referente del prototipo de bosque y matorral mediterráneo. Los romanos fueron los acertados bautistas de la zona. La palabra elegida fue 'Monsfragorum', que en latín significa literalmente "bosque fragoso", es decir, intrincado y repleto de matas.
Se extiende a ambos lados del río Tajo, incluyendo su fértil desembocadura y un tramo del río Tiétar. Este inmenso bosque es hábitat natural de numerosos rapaces que han contribuido a prodigar la beldad de este paraje por el mundo entero. Y es que son numerosos los aficionados al avistamiento de aves que acuden al reclamo del buitre negro, una especie en grave peligro de extinción que ha hallado en el parque su último refugio para vivir en libertad. Las 286 parejas que habitan en el parque representan la mayor comunidad de estas aves existente en todo el mundo. En el eje central montañoso se localizan la mayoría de los nidos de las rapaces, tanto en los cantiles serranos y fluviales como en las masas de monte mediterráneo.
Para preservar intacto el hábitat de flora y fauna, el parque tiene restringido el acceso a las zonas más sensibles, lo que representa una amplia extensión. Sin embargo y en un esfuerzo por compatibilizar su conservación con el disfrute público, las autoridades han diseñado itinerarios que permiten al visitante contemplar el frondoso esplendor del parque.
El castillo de Monfragüe
Desde los chozos de la parte baja de Villarreal puede emprenderse más que el camino la peregrinación al castillo de Monfragüe, silueta dominante del parque desde su elevado promontorio. El camino que separa al visitante de la fortificación tiene más de una decena de kilómetros, por lo que es aconsejable disponer de todo el día libre para alcanzar tranquilamente la meta. Una excursión digna de cantimplora y bocadillo, fatigosa por la elevada pendiente a la umbría de la sierra, desgaste que será sin duda mitigada por la intensa belleza de la vegetación a lo largo de todo el ascenso.
Ya en el recinto del castillo, donde aún se mantienen en pie restos de su muralla, el visitante podrá disfrutar de las impactantes vistas que desde su elevación ofrece. Sus dos torres datan de época cristiana. Está permitido el acceso a una de ellas, de forma pentagonal y construida en el siglo XV en forma pentagonal. La otra torre, muy deteriorada, es de forma cilíndrica.
Casi adosada a una de las torres del castillo se encuentra una ermita, de construcción más moderna, que alberga a la Virgen de Monfragüe, una talla bizantina traída en el siglo XII desde las puertas de Jerusalén, en Palestina, por los caballeros cruzados.
Vestigios prehistóricos
La amplia variedad de fauna y flora no son los únicos tesoros atávicos de Monfragüe. En numerosos "abrigos" que ofrece su montañosa espina dorsal se han descubierto más de 70 representaciones de arte rupestre, tanto en profundas cuevas como en pequeñas oquedades. En vivos colores rojos que se preservan hoy en día gracias al amparo de la montaña, aparecen representadas figuras antropomórficas, ídolos y animales. Cerca del castillo se encuentra la cueva más célebre, donde un panel central domina la cueva. En todos los casos, las pinturas aparecen en lugares estratégicos de la orografía, puntos elevados que hacían las veces de atalayas.
Vistas espectaculares desde el cerro Gimio
Resulta indispensable llevar el atuendo adecuado para atreverse con esta ruta de siete agotadores kilómetros. Sin embargo, tanto el trayecto como la meta merecen el esfuerzo. El itinerario comienza en Villarreal de San Carlos. Junto a la carretera Trujillo-Plasencia, a unos pocos metros se halla el primer indicador del recorrido. A través de un camino de eucaliptos, especie muy abundante por las replantaciones en las décadas de los 60 y 70, se llega al arroyo de Malvecino y siguiendo el curso de éste, al encantador puente homónimo de madera y mampostería que lo cruza. Desde este punto comienza la ascensión por la ladera hasta el monte Collado, a su vez antesala del cerro Gimio. Puede recuperarse el resuello en el mirador del Collado, desde donde se aprecia un majestuoso paisaje. Desde el cerro, el paisaje enlazado con el azul del río Tajo -la zona conocida como Salto del Gitano- domina y embarga los sentidos.
Fuente: Guía Repsol
Monfragüe, un tesoro al abrigo del Tajo
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