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Destinos / ÉTRETAT BRILLA EN LA COSTA DE ALABASTRO DE NORMANDÍA

Los acantilados favoritos de Monet

Día 11/10/2012 - 18.00h

El triunfo de este lugar tan normando en sus hechuras es sin duda sus impresionantes acantilados, un deleite para la vista. El célebre pintor visitó asiduamente esta costa para pintar algunos de sus famosos paisajes marinos. Incluso el pueblo está salpicado de paneles que señalan la perspectiva exacta de la que Monet se sirvió para hacer tal o cual composición. Un paseo por Étretat es un libro abierto de la historia del impresionismo. No es difícil de entender viendo la luz absolutamente única que despide el mar en su encuentro con las blncas paredes de los acantilados. Imposible que no entren ganas de ponerse a pintar.

Desde el corazón del pueblo es fácil darse la gran caminata sobre la misma línea de la costa hacia el sur: existe un camino seguro flanqueado por excelentes miradores. Al otro lado queda un impoluto campo de golf. Mucho verde por todos lados para tirarse a tomar el sol mientras se escucha romper el mar unas pocas de decenas de metros más abajo. Experiencia impagable.

La playa del pueblo propiamente dicha es de guijarros. Todavía se adivinan restos de búnkeres de la Segunda Guerra Mundial. Hacia el norte, también por la costa, se alza un promontorio coronado por una modesta iglesia. Resulta una gozada pasear por la orilla, escoltado por el mar y las paredes verticales del acantilado.

En invierno el pueblo es casi un desierto. Creo que eso le aporta más encanto aún si cabe. No tiene una gran animación ni falta que le hace. Tan sólo un local, el Deux Augustins (abierto desde 1851) aguanta el tirón. Allí, por cierto, es imperdonable perderse un buen atracón de mejillones con patatas fritas de la casa. También hay un casino junto a la playa, pero lo cierto es que tiene un éxito más bien escaso...

El centro del pueblo está presidido por un antiguo hospital de campaña de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Como es preceptivo, en la fachada principal figuran dos banderas: la fracesa y la de EEUU. Cosas de la herencia bélica. Por cierto, para dormir un buen lugar es el hotel Le Corsaire. Fundamental pedir una habitación con vistas al mar. El canto de las gaviotas ayuda a conciliar el sueño, no crean.

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