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Destinos / ENTRAMOS EN LA CASA DE SALVADOR DALÍ

El genio habita en Portlligat

Día 15/10/2012 - 13.37h

De hecho, la actual Casa-Museo ubicada en Portlligat fue la única residencia estable de Dalí desde que dejó de ser un niño. En este privilegiado rincón del Cabo de Creus vivió junto a Gala hasta que le sorprendió la muerte a su amada y se trasladó al Castillo de Púbol por no poder resistir el dolor. Todo en Dalí era tremendo, desde su bigote a su dormitorio...

No todos los días se tiene la oportunidad de pasear por las estancias más íntimas de un genio artístico, y más si están de la misma forma que como él las dejó al abandonar la casa. Siente uno que de alguna manera invade la intimidad de un referente mundial. La cosa impresiona. Todo en el lugar es daliliano, parece salido de uno de sus cuadros. Desde el único dormitorio (las visitas pernoctantes no se estilaban: manías de genio), desde cuya cama se podía ver el amanecer por un ingenioso juego de espejos, hasta la habitación ovalada de Gala, en cuyo centro geométrico se produce un eco perfecto. Un capricho amanerado si de un tipo normal se tratase; una genialidad si el prisma es el de los relojes fundidos...

Hay incluso un par de cuadros que quedaron a medio terminar en el estudio del pintor y que aún hoy se pueden admirar. Muy difícil no emocionarse. También se aprecia el ingenioso sistema de sostén de las telas por el que Dalí podía pintar siempre sentado, aunque los cuadros fueran de grandes dimensiones. La obra pictórica adquiere otra dimensión en este privilegiado rincón mediterráneo. Queda claro que la tranquila pero aplastante belleza del entorno sumó para que Dalí pariese lo que parió.

No son pocos los animales disecados que se encuentran por las estancias. Muchos de ellos son cisnes, símbolo de la inmortalidad y una obsesión de Dalí. Gustaba de colocar velas encedidas en sus cabezas para apreciar el espectáculo único cuando nadaban sobre el agua. Incluso una vez lo intentó con bombillas y por cierto no muy buen resultado. A día de hoy es de suponer que sería señalado como un atentado contra los animales. Y a ver quién lo discute.

Los huevos son formas que se repiten por doquier en la casa. Se trata de la imagen de la fecundidad, algo recurrente en alguien que no tuvo descendencia. no de los huevos está roto y Dalí gustaba de meterse dentro para fotografiarse. Está permitido imitarle: para acceder al huevo hay que poner cuerpo a tierra y de paso sentirse como un chiquillo. Es casi como un bautizo: cuando uno lo hace ve el resto de la casa como un juguete gigante, lo mismo que haría un niño. Otra genialidad del genio.

El plato fuerte es la piscina. Daliliana al cien por cien: hay un enorme muñeco de Michelín, una réplica de la fuente de los leones de La Alhambra decorada con figuritas con trajes folclóricos y neumáticos Pirelli y también unos asientos coronados por una bombilla de un faro. Como suena. Y además es que queda bien.

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