La oferta de hostales con encanto es de categoría. Nos decidimos por un bonito local restaurado, 'El antiguo Convento'. Un día antes de la fecha de llegada nos llamaron para informar que era imposible que nos quedásemos porque tenían que hacer una reforma. ¿Overbooking? Apuesto a que sí. Nos buscaban un alojamiento alternativo sin alterarnos el precio, un alojamiento de categoria superior... o eso se suponía. ¡Era en una casa con una familia! Grande. Estas cosas todavía suceden en España. Por un momento tuve la sensación de revivir uno de los viajes de los escritores románticos del siglo XIX que recorrieron el sur de Europa. Esquivamos la globalización. No es mala cosa.
Era un viernes. Nada más llegar, fuimos a tomar una cerveza a una placita cerca de la catedral y un misterioso señor que nos oyó cantando cumpleaños feliz nos dejó la cuenta pagada de unas cuantas rondas. Le dijo al camarero que tambien era su cumpleaños y que se había sentido muy acompañado simplemente escuchando nuestras conversaciones desde la mesa de al lado. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Me refiero a escuchar conversaciones ajenas de gente desconocida. Buen detalle en cualquier caso. Me sigo sintiendo como un viajero romántico. Unos cuantos flamenquines después, estábamos ya en 'casa' con 'nuestra familia'.
El sábado quedamos con un guía para que nos enseñara a conciencia la Judería y la Mezquita. Siempre he pensado que un viaje es una oportunidad para aprender. El guía resultó ser todo un personaje, mantuvo nuestra atención durante mas de tres horas y media. Fue una visita documentada y trabajada y no una simple concatenación de anécdotas y datos superpuestos. Nos dio una visión amplia de la importancia de la ciudad como centro de conocimiento, estudio y desarrollo artístico en la época del califato. Buen momento para conocer que dentro de la mezquita además de rezar había un espacio para la docencia y la impartición de justicia.
Nos explicó cómo se articulaba la convivencia pacífica de las tres religiones del Libro... Hay varias maneras de aproximarse a una obra de arte, una es la visceral e intuitiva y otra es hacerlo desde el estudio y la contextualización. No sé cuál es mejor. Supongo que no son excluyentes. Se puede decir que salimos de la visita con más conocimiento de la que fue la capital del mundo.
El resto del dia transcurrió en la más absoluta de las placideces, conversando en una terraza con vistas al río, con las amigas del colegio. Córdoba aporta iluminación. Supongo que la misma que recibiera Maimónides (fundamental admirar su notable estatua erigida en la calle de los judíos), por la que es considerado por el judaísmo como la principal figura postbíblica por su obra talmúdica. O Averroes, hispanoárabe de nombre Abu'l Walid Muhammad ben Rusd y máximo estudioso musulmán de las enseñanzas aristotélicas. Sin lugar a dudas, esta ciudad es un monumento vivo a la convivencia. Y no me olvido de Séneca, referencia indiscutible en la Antigua Roma durante los mandatos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
También aprendí durante mi visita que cuando el cónsul romano Claudio Marco Marcelo funda la Córdoba romana en el año 152 aC, los judíos ya estaban establecidos aquí desde los tiempos del rey Salomón. El siglo X supuso la cumbre: la ciudad era el faro de Occidente donde cristianos, musulmanes y por supuesto judíos sumaban. La Sinagoga, la Mezquita, junto al Alcázar de los reyes cristianos y el alminar, se encuentran dentro de un casco urbano único en Europa. El Museo de las Tres Culturas, ubicado en el interior de la Torre de Calahorra, es (de hecho lo fue) el destino final para sacar mis propias conclusiones.
De alguna forma me siento como un viajero romántico del siglo XIX. He descubierto cosas. Tengo ganas de ponerme a escribir.
