Entonces unos padres enfadados porque sus hijos no tenían dónde jugar en la calle, se cargaron una valla y se formó un debate público a cuenta de la libertad. En un terreno militar abandonado se fundó Christiania con el consentimioento tácito del gobierno. Desde entonces los pocos que viven allí están exentos de algunos impuestos y se rigen por leyes propias. Y de paso se comercia y se consumen drogas blandas...
En el boulevard Hans Christian Andersen, plena milla de oro de Copenhague, va un centenar de personas por la calle. Una bici tuneada sirve de altavoz con DJ a los pedales. Los manifestantes van escoltados por una patrulla de aburridos policías. No va a suceder nada grave. Sólo piden hachís gratis, ni más ni menos. No que sea legal, sino que además no cueste dinero. Los manifestantes saludan a todos los conductores de los que coches que se cruzan. Casi parece un pasacalles más que una reivindicación. En realidad lo es.
Varios anónimos nos sumamos a la comitiva a ver qué sucede. No fue casualidad, se orientó derechita a Christiania. El lugar donde todo se cuece. Y se fuma. Aquí se acabó eso de no poder echar humo dentro de los establecimientos. El hippismo no ha muerto, estaba en Dinamarca. En este barrio los arriates están plantados con marihuana, se bebe todo el rato y se vende todo el costo del mundo. Como si de un mercado persa se tratase, sobre un mantelito se ofrecen todo tipo de posturas, más o menos olorosas, más o menos cara. Todas colocan.
Pido hacer una foto sólo de la mesita donde está el género. "No, no. No se puede. Porque nosotros somos criminales", responde el tendero. No tiene más de 20 años. En el Barrio Libre no se pueden tomar fotos. La excusa oficial es que así se preserva la privacidad de todo el mundo y el personal no toma Christiania como un mero lugar pintoresco.
Lo cierto es que el barrio es un gran negocio. Tanto que al parecer algunos matones aprovechados han tratado de hacerse con el tinglado. Es recomendable tener ojo: los que tienen pinta de portero de discoteca son arrimados amantes de expoliar al ingenuo visitante.
Pasa que a todo el mundo le gusta sacar a pasear un rato su parte malvadilla. Aquí el personal se siente un poco malo. Y eso mola. El 'Woodstock Mar cafe' es uno de los locales más señeros. No tiene gran cosa: sólo unos bancos al sol para tomar cervezas y fumar. Suficiente. Los clientes los hay de la vieja guardia, borrachuzos con décadas en la cresta de la ola. Y también los hay pipiolos que se las quieren dar de mayorcitos. Cada cual a lo suyo. Más gente con experiencia que jovenzuela.
Los perros van sin collar. Hay meaderos en las calles que apestan lo suyo. Por todos lados se prohíbe hacer fotos y en cada esquina se sirven hamburguesas gigantes a la parrilla. Los bares facturan y facturan. Si se es hippie, mejor ganar dinero con ello. En el Nemoland Cafe se retan los mejores jugadores de billar. Con las mejores rastas. Los bancos se comparten con desconocidos y se pulen birras unas tras otras. "Say no to hard drugs" reza un cartel que preside el local. Aquí no se está para liarla demasiado, sino para toooomárselo con caaaaalma.
También hay ocasión de comer muy en condiciones. El Spieseloppen es un restaurante de categoría, justo a la entrada. El acceso da la impresión de conducir a un tugurio. El interior, sin embargo, es de diseño. La carta se renueva con aportaciones de cocineros de distintas partes del mundo, el wifi funciona como un cañón y se cobra en cualquier tipo de tarjeta bancaria. Es la parte más amable y civilizada del concepto antisistema.
En los campos de césped la gente anda tirada. Bebe y fuma. Imposible una campaña anti tabaco aquí. La banda sonora no es estridente. En el Manefiskeren ofrecen una agradable comida vegetariana, y de la otra también. "Esto es mucho mejor que Ámsterdam. Esa ciudad no está mal pero los porros son muchos mejores aquí", alardea uno de los vendedores-criminales de la marihuanas. Éste no tiene los ojos colorados. Noticia.
De repente nos empezamos a mojar. ¿Es un aspersor de agua...?, no, es que se ha caído una lata de cerveza y ha reventado. Que sólo sea eso.



















